Cuando Speedy González hizo justicia en Tampico
Por Valeria Hernández Reyes
En el capítulo Here Today, Gone Tamale (1959), ambientado en el puerto de Tampico, el famoso Speedy González encarna la justicia social mexicana desde el humor y la astucia.
México
ha sido representado en la pantalla con muchos estereotipos sobre cómo somos
los mexicanos. Hoy me refiero a la caricatura Speedy González, del universo de
los Looney Tunes. El famoso roedor es presentado como “el ratón más
veloz de todo México”, y aunque usualmente lo asociamos con una imagen de un ratón alegre y astuto, hay algunos capítulos que son verdaderas alegorías sobre las desigualdades
sociales, la justicia y la identidad del pueblo mexicano, en donde él
definitivamente es el justiciero social.
Existe
un capítulo estrenado el 28 de agosto de 1959, titulado en inglés “Here today,
gone Tamale” (traducido como “Aquí hoy, se fue Tamale”), en el que Speedy
González es el defensor de la hambruna que viven los ratones del puerto de
Tampico, Tamaulipas ( mi ciudad natal).
En
la historia, los ratones tampiqueños están el muelle hambrientos, cuando se aproxima la embarcación holandesa “Dutch
Treat” con un cargamento de queso. Los roedores deciden atracarlo, sin saber
que Silvestre, el antagonista, ha sido
contratado para supervisar que nadie se robe el cargamento. Uno de los ratones
pide ayuda a Speedy González, quien con su astucia consigue el queso para todos
sus compatriotas.
Existe
una desigualdad reflejada en la historia, un pueblo mexicano en la hambruna frente
a una nación poderosa con comida de sobra. El mexicano, nuevamente, aparece dependiendo
del permiso y de las condiciones impuestas por los “gringos”.
Lo
que parece un simple juego de velocidad es, en realidad una metáfora sobre la
lucha por sobrevivir en un mundo diseñado para correr, no para detenerse. Un mundo donde los pobres siempre deben ser
más astutos para alcanzar las condiciones mínimas para vivir.
Para
Silvestre, resulta más importante proteger el barco extranjero de los ratones mexicanos
hambrientos que procurarles algo de alimento. Así, Speedy González, es retratado
como el mexicano astuto que siempre consigue de manera simpática resolver las
desigualdades. A través del humor, se denuncian injusticias y también se
proyecta al televidente una justicia simpática, una justicia tierna en la que
no siempre la revancha es el sentimiento que debe acompañar la lucha por la
justicia, sino la reparación y alegría.
La
justicia no está planeada para los lentos, la justicia en el mundo está diseñada
para los más veloces, y el lento queda atrás, no por falta de valor, sino
porque el sistema nunca ha sido pensada para su ritmo.
Al
final del capítulo, Silvestre perdió, pero expresa que es mejor sentirse con el
enemigo y aquí estamos ahora frente al sentimiento que debe dejar la justicia,
el de la reconciliación, el transformar el conflicto en fiesta.
Lento Rodríguez y la ética de la pausa
No
pasa inadvertido que en la caricatura aparece el primo de Speedy González,
Lento Rodríguez, el ratón mas lento de México, originario de Guadalajara,
Jalisco. Él representa a quienes no logran adaptarse a la competitividad. Su lentitud
no es pereza, es una protesta ante un entorno que exalta la eficiencia por encima
de la dignidad. En una lectura simbólica, Lento encarna la justicia
natural, aquella que no se apresura, que reflexiona y espera su tiempo, pero
que en el contexto moderno es vista como ineficiente o inútil
Desde esta mirada, Lento no es inferior a Speedy,
sino complementario. Es el recordatorio de que no todo lo que avanza rápido
avanza bien. En su paso pausado habita la ética del cuidado, la pausa que la
justicia requiere para ser justa. Mientras Speedy corre tras la libertad, Lento
sostiene el derecho a existir sin tener que competir.
En el fondo, Speedy González y Lento Rodríguez
son una parábola sobre América Latina: una región que corre desesperadamente
por alcanzar un desarrollo prometido, mientras arrastra su lentitud histórica,
su deuda social, y su búsqueda de justicia verdadera.
Speedy, con su alegría y grito de “¡Ándale, ándale!”, simboliza el espíritu indomable del pueblo que no se rinde. Pero su triunfo constante también deja una pregunta: ¿por qué siempre tiene que escapar? ¿Por qué su victoria depende de seguir corriendo, y no de cambiar las reglas del juego?
En cambio, Lento Rodríguez nos enfrenta con una verdad incómoda: en el sistema
global, quien no corre, desaparece. Pero, ¿no debería la justicia ser lo
contrario? ¿Un espacio donde cada quien pueda avanzar a su propio paso?
La verdadera justicia, quizás, consista en
construir un mundo donde la rapidez de unos no dependa del rezago de otros.
Donde Speedy no tenga que correr para ser libre, y donde Lento pueda avanzar
sin ser olvidado.
https://literaturayjusticia.blogspot.com/2025/07/el-chapulin-justiciero-antiheroe.html
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