"Las Muertas" de Jorge Ibargüengoitia y la adaptación de Luis Estrada, titulos y vicios que no se van




Por José Ramón Narváez


"Las Muertas" de Jorge Ibargüengoitia es una novela fascinante que se puede analizar desde la perspectiva de la justicia, al estar inspirada en el caso real de las hermanas González Valenzuela (las "Poquianchis") expone las múltiples capas de injusticia social, económica, de género y al propio aparato de justicia en el México de mediados del siglo XX.

Ibargüengoitia con su peculiar estilo, construye un universo narrativo donde la justicia institucional es prácticamente inexistente. Las mujeres que terminan en el prostíbulo de las hermanas Baladro no llegan ahí por elección aunque siempre los diálogos son puro eufemismo y Luis Estrada logra aprovechar esto para el guion de la adaptación; empujadas por la pobreza, el abandono familiar y la falta de oportunidades; las mujeres son presas de múltiples abusos y violencias. La novela muestra cómo el Estado, la iglesia y las estructuras sociales fallan sistemáticamente en proteger a los más vulnerables.

La obra expone con ironía mordaz cómo la justicia opera de manera diferenciada según la clase social. Las hermanas Baladro, provenientes de estratos humildes, ejercen violencia sobre mujeres aún más desposeídas, reproduciendo los mecanismos de opresión que ellas mismas han experimentado. Esta cadena de injusticias muestra cómo la violencia estructural se perpetúa hacia abajo en la escala social.

Ibargüengoitia presenta, incluso de manera adelantada, una crítica a partir de un panorama devastador de la condición femenina en una sociedad patriarcal. Las mujeres en la novela son víctimas múltiples: de la pobreza, de la violencia doméstica, del abandono, y finalmente del sistema de explotación sexual. La "justicia" que reciben es inexistente, mientras que los hombres que participan del sistema (clientes, autoridades corruptas) permanecen impunes.

Hay que notar que Ibargüengoitia no ofrece una solución moral satisfactoria. Su estilo desapasionado y casi periodístico refleja la frialdad con la que la sociedad trata estos crímenes, también esa parte logra traerla Luis Estrada a la plataforma de Netflix. La justicia narrativa se construye precisamente a través de esta exposición cruda de la realidad, obligando al lector a confrontar las injusticias sin el consuelo de un final redentor.

La adaptación de Luis Estrada de 2025 permite gran continuidad con la historia pero también nuevas perspectivas de la justicia

La serie de seis episodios dirigida por Luis Estrada que se estrenó el 10 de septiembre de 2025 en Netflix, representa un proyecto que el director esperó tres décadas para realizar. 

Estrada conserva la narrativa irónica y sombría que combina el género policiaco con una aguda crítica social, pero la actualiza para el contexto audiovisual contemporáneo. El humor negro no busca la carcajada fácil; sino que se usa para enfatizar la crítica social, manteniendo la finalidad de reflexión más que mero entretenimiento.

Me encantó por ejemplo el dictado que hace el Ministerio público a la secretaria de las declaraciones de los acusados, una práctica de hace 60 años que sigue vigente en el estilo y proporción.

La serie explora específicamente los mecanismos de impunidad y violencia de género que marcaron aquella época, situando la acción en un país en transición, en los años en los que se intentaba lidiar contra la propia maldad y corrupción; donde convivían prácticas que abrían paso a redes de explotación y complicidad política. Estrada, conocido por sus críticas al sistema político mexicano en films como "La Ley de Herodes" y "El Infierno", mantiene esta perspectiva analítica.

La adaptación televisiva permite profundizar en aspectos que la novela solo sugiere. El formato serial da espacio para desarrollar más completamente los personajes femeninos y mostrar con mayor detalle cómo operan las estructuras de opresión de género. La serie no se limita a mostrar los crímenes, sino que examina cómo las hermanas Baladro construyen un emporio en el negocio de los burdeles, sostenido tanto por la complicidad institucional.

Estrada mantiene el tono desapasionado de Ibargüengoitia pero lo traduce al lenguaje visual. La serie no ofrece respuestas fáciles ni catarsis moral simplificada, sino que presenta la complejidad de un sistema donde la justicia formal falla sistemáticamente, mientras que la justicia poética se construye a través de la exposición misma de estas fallas.

Tanto la novela de Ibargüengoitia como la adaptación de Estrada funcionan como ejercicios de justicia restaurativa a través del arte. Ambos autores entienden que la verdadera justicia para las víctimas de "Las Poquianchis" no puede venir del sistema legal que les falló, sino de la memoria, la denuncia y la reflexión crítica sobre las estructuras que permitieron estos crímenes.

La justicia en "Las Muertas" no es punitiva sino reveladora: expone las condiciones sociales, económicas y de género que hacen posible la explotación sistemática de los más vulnerables. En este sentido, tanto la novela como la serie cumplen una función de justicia social al obligar a la sociedad a confrontar sus propias complicidades.

Comentarios

  1. Aunado a ello, también tenemos una justicia se opera desde el amarillismo, desde la presión social y del poder fáctico que en aquel momento (y durante mucho tiempo) fue el periodismo

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