Iuspoética Crítica del Juez Literario






 Marcos Geraldo Hernández Ruiz
Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca


Al juez literario
ese ángel que con su razón empática y compasiva
sentencia con justicia poética
la frágil y compleja condición del ser humano.

 

~Iuspoética Crítica~

El Derecho, para el juez literario, es un poema serio.

 

I. Estado de Derecho

El Estado es noción de fuerza, poder y autoridad, esto es, hecho, legalidad y legitimidad.

El Estado de Derecho, tradicionalmente se arma con tres poderes: el Poder Ejecutivo, encargado del buen gobierno y la administración pública; el Poder Legislativo, destinado a la expedición de sabias leyes que regulan las conductas de las personas, y el Poder Judicial, encomendado a resolver con justicia las controversias que se desprenden de los claroscuros de la vida del ser humano, por violentar los derechos.  

 

                                                           II. Poder Judicial                                                                         

De los tres pilares estatales, el Poder Judicial es el que más me apasiona.

El Palacio de la Justicia, ideológicamente es mostrado a la vida como un poder nulo, pero la realidad y la historia desenmascaran esta engañosa retórica del poderoso de turno.

 El juez, ángel o demonio, es una rara figura iuspoética.

 

III. Derecho, Literatura y Filosofía

El juez, mortal, situado entre lo racional y lo irracional, en el mundo del Derecho y en el mundo de la Literatura, es escrutado a flor de piel por el ojo crítico de la Filosofía.

En el enigmático mundo judicial, género literario sin precedente, a veces noble cuento, otras aleccionadora fábula, también mágica novela o usualmente sufrida tragedia, el juez, sabio personaje principal, pone en potencia todo su ser.

 

IV. Juez Literario

El juez boca de la ley, sutil disfraz, con el que se pretendió esconder su imponente poder, es literatura casi muerta.

Pensando crítica y empáticamente en él, siento una terrible compasión por ese otro, hermano.

Pobre humano, demasiado humano.

Ficción o realidad, apelando a su angelical y demoniaca naturaleza, como ser humano y personaje de la práctica y narrativa judicial, el juez debe ser.

Juez, único, novelista de las iluminantes letras que anidan en sus sentencias, productos híbridos o mestizos de su razón poética.

 

V. Juzgar

El juez, cuando aplica correctamente el derecho o realiza la justicia, o cuando se equivoca en la aplicación del derecho o comete una injusticia, se diferencia del resto de la humanidad.

En el primer caso, es elevado al cielo, como si fuera Dios, y en el segundo, es arrojado al infierno, como si fuera el diablo, un ángel caído.

El virtuoso o vicioso acto de juzgar, es excelso.

Nada en este pobre mundo se compara al juzgamiento judicial, el día del juicio final es una constante en su tarea terrenal, es comienzo y final, infinito círculo sin escape.

Pobre mente, sin descanso.

El ocultamiento de lo (in)humano no es ficción, es real.

Qué bella y que triste, su vida.

Justicia o injusticia, su destino.

 

VI. Razón Poética

La razón poética del juez, no es método científico racional, tampoco dictados a voces de autoridad o mucho menos alquimia experimental; es imaginación, fantasía, empatía y piedad, frutos del prudente arte de la Literatura, desprendidos del querer decir del autor y el poder decir de sus palabras, por los lectores, como los jueces literarios.

Esta razón poética, como Dios, se interesa por el amor al otro, en su frágil y compleja condición humana.

El juez literario, musa, figura neutra, entre el cielo y el infierno, como mediador de los mundos, con su razón poética y iusfilosófica, aprehende al ser, y en el plano de la realidad terrena, lo muestra, sin ideología y retórica, en su desnuda y grotesca fragilidad.                                            

 

VII. Sentencia

La sentencia del juez es una bendición del cielo o una condena del infierno.

Sentencia es sentir, el sentido de la justicia.

¿Qué es la Justicia? ¿Cuál es su sentido?

Preguntas filosóficas, sin respuestas acabadas, ¿imponente poder de simples palabras?

 

VIII. Justicia Poética

La Justicia Poética del Primer Juez Literario es el acto de amor a la humanidad entera, buenos y malos.

¿Puede el juez literario, como los grandes filósofos griegos, ser la boca de una justicia poética?

Los jueces literarios, a diferencia del juez sumiso a las órdenes y caprichos del dictador, la proclama con sus versos, en la parte considerativa de sus sentencias, descansa prudentemente su virginal justicia.

Justicia poética es el conocimiento del amor, de la condición humana.

 

IX. Condición Humana

La condición humana, frágil y compleja, dignidad.

Los jueces literarios, como guardianes de la justicia poética, deben custodiarla, con amor.

Bien supremo, florecimiento o marchitamiento de la efímera vida, en constante salvación o transgresión, por el superhombre, juez.

 

X. Fin

Al juez literario, justicia poética, suplican misericordiosamente los ojos del hermano eterno.

Elevado, es, [é]l, fin.

 

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