Exterminio, corrupción y muerte: a propósito del Rancho Izaguirre

 



Por Alba Nidia Morin Flores

A casi tres semanas de que los integrantes del colectivo de búsqueda de personas desaparecidas Guerreros Buscadores de Jalisco y Madres Buscadoras de Jalisco hallaran en el Rancho Izaguirre, predio ubicado en Teuchitlán Jalisco, cientos de artículos personales entre ropa, calzado y otras pertenencias, el horror de lo sucedido en aquel lugar da vuelta en la cabeza de quienes habitamos este país.

Además de la zozobra que genera el descubrimiento del campo de adiestramiento y exterminio donde decenas de jóvenes eran atraídos con la falsa promesa de empleo y en donde se instalaron al menos tres hornos crematorios para desechar a todo aquel que no sirviera como sicario, el debate sobre la violencia en el país y la respuesta de las autoridades se agudiza cada vez más.

Y es que lo terrorífico de dicho descubrimiento no solo radica en la crueldad con la que los grupos dedicados al crimen organizado toman la vida de los jóvenes en este país, lo más escalofriante es la participación de las autoridades en dichos eventos. La maquinaria de corrupción estatal, impunidad y omisión que desde hace décadas se encuentra instaurada en México preocupa hondamente, pues las madres buscadoras y los colectivos de ciudadanos demuestran la podredumbre de los sistemas de investigación y justicia.

El Rancho Izaguirre es el último de la larga lista de horrores que desde hace décadas son una constante en el país, basta recordar las fosas clandestinas descubiertas en San Fernando entre 2010 y 2011 donde se encontraron al menos 200 restos humanos. De igual manera, lo sucedido en Patrocinio Coahuila en 2015 en el campo de exterminio donde se hallaron cerca de 3 mil restos humanos y así podríamos seguir el recuento de una larga lista de atrocidades que han dado lugar a miles de desaparecidos en el país.

¿Cuáles serán los resultados de las investigaciones sobre este caso? ¿A quiénes se les responsabilizará por tales actos? Quizá las respuestas ya las sabemos de antemano…no habrá contestaciones satisfactorias, ni responsables y con el pasar del tiempo este caso se volverá uno de tantos, pues al parecer México se ha convertido en el Comala de Juan Rulfo…sin darnos cuenta nos encontramos caminando entre muertos, almas y murmullos; un pueblo abandonado por la justicia y la autoridad.


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