Jocker 2 y lo que nadie entendió sobre la justicia (contiene spoilers)

 


Por José Ramón Narváez

Me parece que la película Jocker 2 es una obra de arte incomprendida, tal vez esté sobre interpretando, pero que más da, quiero imaginarme a Todd Phillips como un genio que logró auto boicotearse para demostrarle al mundo que si bien es cierto que casi cualquier cosa -incluso la más revolucionaria- puede ser cooptada por el mercado hay forma también de burlarse y engañar a la maquinaria imparable de la industria del entretenimiento, justo recurriendo a la más vieja de las paradojas entre locura y sensatez.

Hay que considerar la ironía inherente de un personaje asociado a la rebelión contra el sistema capitalista pero que termina siendo comercializado por ese mismo sistema. Es una paradoja que refleja perfectamente la capacidad del capitalismo para mercantilizar incluso la resistencia contra él mismo.

Imagino que Phillips no quería que la gente en masa viera su película como pasó con la primera, lo intuyo porque cuentan que en el estreno él se retiró a su casa de descanso y se desconectó, además de que mató, sin posibilidad de retorno, al personaje central, se burló de nosotros, porque ni si quiera era el Jocker, además con la complicidad del elenco y quizá de alguna parte de la producción y sí no, también se burló de ellos.

De entrada un gran sector del público se auto descartó al saber que era un musical o peor aún, un musical romántico, Lee Quinzel sólo utilizó a Arthur Fleck, como quizá Gaga pensó que hacía con Phillips, pero en realidad esa es la parte deleznable del capitalismo una co-cosificación de la que nadie se salva.  

La propia película podría estar utilizando su estatus como producto comercial para criticar el sistema que la produce, maravilloso. El hecho de que sea una producción de alto presupuesto que critica el capitalismo representa en sí mismo la contradicción que pretende exponer.

La comercialización del personaje como símbolo de resistencia podría verse como una demostración práctica de lo que Mark Fisher llamó "realismo capitalista" - la idea de que es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo. El sistema absorbe y comercializa incluso las expresiones de resistencia contra él.

El boicot a la figura del personaje podría interpretarse como una forma de subversión consciente al mostrar cómo el personaje es cooptado por el sistema, la película podría estar haciendo una crítica más profunda sobre cómo el capitalismo neutraliza la disidencia convirtiéndola en entretenimiento.

La incomprensión de la obra podría venir precisamente de esta complejidad, una crítica al capitalismo que utiliza los mecanismos del propio capitalismo para transmitir su mensaje. Es una especie de "caballo de Troya" cultural que utiliza las herramientas del sistema para cuestionarlo desde dentro.

Me recuerda al concepto de "doble vínculo" de Gregory Bateson: estamos atrapados en un sistema al cual queremos criticar, pero del cual dependemos para expresar esa misma crítica.

Es interesante cómo esta dinámica se ha manifestado históricamente. Pensemos en obras como "They Live" de John Carpenter, que criticaba el consumismo mientras era distribuida por Universal Pictures, o "Fight Club", una crítica al capitalismo producida por Fox. Incluso artistas como Andy Warhol jugaron con esta tensión, criticando la producción en masa mientras producían arte en masa.

En el caso específico del Joker, esta contradicción adquiere un matiz especialmente irónico porque el personaje representa el caos y la subversión del orden establecido, pero su imagen se ha convertido en una mercancía vendible - desde camisetas hasta pósters y figuras de acción. Es como si el sistema hubiera encontrado la forma de rentabilizar incluso su propia crítica.

Sin embargo, esta contradicción no necesariamente invalida la crítica. De hecho, podría argumentarse que la hace más efectiva porque alcanza a un público masivo que de otra manera podría no exponerse a estas ideas, demuestra en la práctica los mecanismos de cooptación del sistema que está criticando y utiliza las herramientas del sistema dominante para sembrar semillas de cuestionamiento.

Esta tensión entre medio y mensaje podría estar generando nuevas formas de resistencia cultural que aún no hemos identificado completamente.

La resistencia cultural "desde dentro" del sistema puede ser más efectiva que el enfrentamiento directo, algo así como una forma de "judo cultural" donde se usa la propia fuerza del sistema para generar cambios, evitamos de ese modo ser inmediatamente neutralizados o marginados por el sistema, puede infiltrarse en los espacios mainstream y llegar a audiencias más amplias, puede demostrar las contradicciones del sistema usando sus propias herramientas.

Un ejemplo interesante son las series "Black Mirror" o "Succession" que utilizan las plataformas de streaming corporativas para criticar la tecnología y el capitalismo corporativo. O artistas como Banksy que han logrado criticar el mercado del arte mientras sus obras alcanzan precios millonarios en subastas.

Esta forma de resistencia más sutil y estratégica me recuerda al concepto de détournement de los situacionistas - tomar elementos del sistema y subvertirlos para crear nuevos significados críticos.

Pero aún hay más, porque Jocker 2 crítica además un concepto disputadísimo en nuestros días “la administración de justicia”.

El juicio del Joker se convierte en un circo mediático que refleja cómo el sistema judicial ha sido cooptado por la lógica del espectáculo, algo que vemos constantemente en la vida real con los "juicios del siglo" o los true crime que se convierten en entretenimiento masivo.

Esta transformación del proceso judicial en espectáculo tiene varias implicaciones críticas pues se distorsiona el propósito fundamental de la justicia al convertirla sólo en entretenimiento, mostrando atavismos muy profundos en nuestras supuestas sociedades avanzadas.

Revela cómo las instituciones judiciales, que deberían ser imparciales, están permeadas por intereses mediáticos y económicos.

Muestra la deshumanización del acusado, que pasa de ser sujeto de derecho a ser objeto de consumo público.

Es particularmente irónico que el personaje del Joker, que representa el caos y el cuestionamiento del orden establecido, sea procesado en un sistema judicial que se revela tan caótico y espectacular como él mismo. El juicio se convierte así en una parodia que expone las contradicciones del sistema de justicia, la supuesta objetividad legal se disuelve en el sensacionalismo mediático, la búsqueda de la verdad se subordina a las narrativas que son necesarias para mantener el orden y la supuesta racionalidad, la justicia se convierte en un show donde importa más el performance que la evidencia.

Durante el juicio, Arthur se debate entre su alter ego, el Joker, y su verdadero yo. En un momento, Arthur declara que el Joker es una máscara que usa para ocultar su verdadero yo, lo que provoca que Harley Quinn se sienta traicionada y lo abandone.

Finalmente hay una crítica muy dura a la incapacidad del sistema al tratar de entender la psique humana y calificarla jurídicamente, locura y racionalidad se diluyen y mezclan en los pasillos del aula judicial, entre música, arrepentimiento, culpa, manipulación y arrogancia. Me recordó la emblemática escena del juicio a Cantinflas en “Ahí está el detalle” dónde todos terminan cantinfleando y la justicia se convierte en una ilusión de racionalidad.

Y se me quedan en el tintero un montón de cosas, como por ejemplo la brutalidad del sistema que termina asesinando a Arthur Fleck, ahora por tiempo les ahorraré esas otras reflexiones, pero estoy seguro que seguiré debatiendo por donde me toque ir.

 




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