La justicia pervertida por la corrupción: reflexiones de la novela Los relámpagos de agosto de Jorge Ibargüengoitia

 


Por Valeria Hernández Reyes

Jorge Ibargüengoitia, con su clásica ironía logra sacarnos sonrisas amargas en la novela  Los relámpagos de agosto. Este grandioso libro es un espejo crítico de las inconsistencias, abusos y contradicciones inherentes al sistema político y militar del México post-revolucionario. La lectura de la novela nos transporta a un momento histórico del país cargado de promesas de justicia, igualdad y progreso para poner en evidencia que hicieron falta revolucionarios cargados de los ideales fundamentales para construir un sentido de identidad colectiva y orientar los esfuerzos hacia un bien común, pues así como el protagonista de la novela Lupe Arroyo,  fueron cientos de revolucionarios que prometieron cambiar a México pero al llegar al poder, traicionaron  sus valores y se sirvieron del pueblo para lograr sus intereses particulares. La novela nos recuerda que los principios deben ser defendidos no solo en el discurso, sino también en la práctica cotidiana, y que la construcción de sociedades más justas y éticas requiere una vigilancia constante por parte de los ciudadanos.

Ahora bien, sobre el tema que ocupa a este blog, la novela no aborda directamente la justicia en el sentido tradicional, la sátira desenmascara cómo ésta es manipulada y distorsionada por quienes detentan el poder.

A través de las memorias ficticias del general Lupe Arroyo, el autor presenta una visión de un mundo donde las palabras "justicia" y "equidad" son más retórica que realidad. La vida de México está contada desde la cima de la desvergüenza de Lupe Arroyo. la justicia en la novela no es un principio, es una herramienta para sostener alianzas o cobrar favores.

Ibargüengoitia construye una narrativa en donde ideales revolucionarios se convierten en excusas para justificar el oportunismo y las traiciones. Una frase ilustrativa es cuando el general Arroyo, refiriéndose a sus acciones, declara:

"Todo lo que hice fue en beneficio de la patria, aunque algunos lo malinterpretaron."

Este tipo de discurso pone en evidencia cómo los personajes enarbolan banderas de justicia para encubrir sus verdaderos intereses, transformando el sistema judicial en un escenario de manipulación.

En el universo de la novela, la impunidad es la norma. Los más cínicos sobreviven y prosperan, mientras que otros pagan por las intrigas de los demás. Arroyo, en un momento de autocomplacencia, reconoce:

"Aquí nadie es culpable, a menos que sea necesario para salvar a otro más importante."

Esta línea encapsula la fragilidad de un sistema donde la justicia no es equitativa, sino un juego de poder en el que la verdad importa menos que las alianzas.

El abuso de poder es un tema recurrente en Los relámpagos de agosto. Las autoridades imponen su voluntad sin considerar las implicaciones legales o éticas de sus decisiones. Arroyo describe cómo se tomó una decisión de manera arbitraria:

"El señor presidente decidió, entre dos copas de brandy, que el general Martínez era culpable de traición. Nadie protestó."

Esta escena evidencia cómo el poder se ejerce sin controles efectivos, mostrando una justicia que beneficia solo a los más poderosos.

La obra también se centra en las contradicciones de la justicia militar, que responde más a lealtades y conveniencias políticas que a principios de equidad. En una descripción mordaz, Arroyo narra:

"El juicio militar fue rápido: en menos de una hora decidieron que el sargento Mejía debía ser fusilado. Su delito: no traer su uniforme limpio."

Estas líneas exageran para ridiculizar la arbitrariedad y brutalidad de un sistema que no respeta ni sus propias reglas.

Ibargüengoitia también desmonta la idea de que el éxito o el fracaso dependen del mérito o la justicia. En la novela, la suerte, el engaño y las alianzas políticas tienen mayor peso. Como afirma el narrador:

"En este país, lo único que se necesita para triunfar es un amigo en el lugar correcto y un enemigo al que puedas culpar."

Con esta frase, el autor subraya las fallas estructurales de un sistema donde las consecuencias no están determinadas por la verdad, sino por la conveniencia.

Los relámpagos de agosto nos muestra cómo la justicia puede ser pervertida por la corrupción, la impunidad y el abuso de poder. En un mundo donde los principios parecen estar a merced de los intereses particulares, la novela nos invita a reflexionar sobre la fragilidad de los ideales y la necesidad de funcionarios públicos con mayores convicciones.

Ibargüengoitia, nos deja con una pregunta incómoda: ¿Es posible una justicia verdadera en un sistema construido sobre la arbitrariedad y el oportunismo?


Jorge Ibargüengoitia, Los relámpagos de agosto, Editorial Joaquín Mortiz, vigésima tercera reimpresión, México, 2004.

 


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