Curso 2025-1 de Derecho y Literatura en la UNAM
Por Manuel de J. Jiménez
La semana pasada terminaron las clases en la Facultad de Derecho y, con ello, se cerró el curso de Derecho y Literatura con un grupo que brilló por su diversidad, intereses de lectura y, en general, por una sensibilidad generacional hacia los nuevos retos de la humanidad de este siglo XXI y los problemas de injusticias que son representados en subgéneros y tra(u)mas literarias. Me llevo retroalimentación y, sobre todo, muchas áreas de oportunidad: trabajar literatura queer, acercarme más a las literaturas indígenas y estudiar dogmática de derechos de autor, entre otras. Aún quedan las ponencias que tres compañeras darán en el XVI Coloquio de Estudiantes Universitarios de la Universidad Ricardo Palma el próximo 4 de diciembre, representando dignamente a nuestra universidad en tierras andinas.
Como a veces me gusta hacer estadísticas, les comento que, sobre los ensayos finales, el libro más analizado fue el Invencible verano de Liliana de Cristina Rivera Garza, con tres trabajos, seguido de Crimen y castigo de Dostoyevski, La fosa de agua de Lydiette Carrión e Indigno de ser humano de Osamu Dazai. Los tres libros con dos ensayos respectivamente. Se analizaron las letras de canciones como “Matador” de Los Fabulosos Cadillacs y “Tu boda” de Fuerza Regia y Oscar Maydon. También se redactó un ensayo sobre la novela gráfica Mandrágora de Santiago Moyao. Por otro lado, se trabajó desde el derecho de la literatura el tema de la censura en la poesía de Baudelaire y las acusaciones de plagio de El código Da Vinci de Dan Brown.
No obstante, lo que me llevo cincelado en la memoria fueron las sesiones de creación literaria que se celebraron durante algunos viernes. Me preocupa, en cierta medida, que la Facultad de Derecho de la UNAM siga produciendo gente de letras y me doy cuenta que el talento no se ha perdido y todavía existe ese resabio letrado del abogado-escritor. En la primera de esas sesiones, Mia Feugara, nos regaló un poema titulado “Crónica nómada”, que desarrolla el drama de una subjetividad que llega a la Ciudad de México proveniente de un entorno familiar y provinciano para rehacer una identidad en tránsito.
Tantos viajes he emprendido
buscando en mi mar un faro
que confirme a este navío
que lo vivido es engaño,
pues después de tantas aguas
navegadas tras tres años
mi Edmundo obtuvo venganza
su viaje ya ha terminado.
Por su parte, la prosa de Eduardo Hernández Ramírez luce con oficio y latente de desarrollos insospechados. En “fugaz” se presenta una voz que habla por muches, quizás desde la divergencia sexual y la resistencia micropolítica, para hacernos llegar toda la rabia y la verdad que queda tristemente suspendida en los acontecimientos sociales.
Fue entonces cuando E dudó por un momento, no convencido de querer aceptar las implicaciones de ser quien era. Todos a su alrededor lo reconocían, pero no podía evitar sentir que aquello sólo era una muerte anunciada. Las personas como E no vivían mucho, él lo sabía a la perfección, no podía recordar un sólo día en que los noticieros no habían anunciado un nuevo cuerpo encontrado, destrozado, humillado y profanado. E no le tenía miedo a la muerte, era un destino en común, tanto él como los de afuera lo tendrían; pero él sabía que en definitiva el suyo no sería un deceso tranquilo, no sería tendido en una cama con su familia alrededor, no sería en un hospital, no sería de ningúna forma digna.
Muchas gracias por compartirnos todo esto. Hasta la próxima. Todavía queda vida por delante y en ella seguiremos leyéndonos.
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