La imposición del poder: Maduro y la dictadura venezolana
Por
Alba Nidia Morin Flores
Una de
las problemáticas más recurrentes en la historia de las sociedades latinoamericanas
lo constituye el ejercicio del poder por parte de sus gobernantes. Desde la
consecución de las independencias de los diversos países a las naciones del continente
les ha costado mucho trabajo superar la aparición de figuras dictatoriales. Dicho
tópico incluso generó que varios de los escritores más relevantes en la
literatura latinoamericana plasmaran el retrato de los hombres del poder.
Apareció
así el subgénero literario nombrado por la crítica como la novela del dictador,
la cual tuvo su máxima expresión en los años ’70 del siglo pasado con novelas
como El otoño del patriarca, Yo el Supremo y El discurso del método. Sus
autores -García Márquez, Roa Bastos y Alejo Carpentier- inmortalizaron a la figura
del dictador como parte de la historia política y cultural de nuestras naciones;
aparece entonces un hombre aferrado al poder que en muchas ocasiones utiliza la
fuerza para reprimir, coaccionar y castigar a quienes atenten contra su mando.
A casi
cincuenta años de la publicación de las obras antes referidas parece imposible arrancar
de tajo el embelesamiento que el poder genera a algunos de los mandatarios
latinoamericanos, pues como si se tratase de una novela del dictador quedamos
atónitos ante las artimañas de las cuales se valen los mandatarios para
permanecer en el poder.
El último
de los eventos que han acaparado las notas internacionales es la reelección de
Nicolás Maduro al frente de la presidencia de la República Bolivariana de
Venezuela. Y es que el pasado 28 de julio el pueblo venezolano salió a votar
confiado en las instituciones democráticas. Sin embargo, quedamos atónitos ante
los resultados y sobre todo ante el proceder del “presidente electo” Nicolás
Maduro quien ha enviado a las fuerzas del orden a reprimir toda clase de
manifestación en contra de la “elección limpia” efectuada en el país
sudamericano.
En
este breve escrito, apreciable lector, no nos corresponde opinar sobre la
validez o no de las elecciones en aquel país, pues eso le corresponde a los tribunales
competentes. Empero, lo que sí es necesario señalar son tres cosas:
i)
la facilidad con la que pueblos enteros son sometidos
a la voluntad de una persona,
ii)
la poca credibilidad de las instituciones
electorales cuando hay una dictadura en el mando y,
iii)
la actualidad de las obras literarias que
muestran las trampas y artificios llevadas a cabo por los dictadores -manejo de
las organizaciones electorales, modificación de las leyes a su beneficio y la
imposición de la fuerza contra los “rebeldes”-.
En
las próximas semanas sabremos la decisión judicial de los tribunales
competentes en Venezuela ante las inconsistencias señaladas por la oposición,
por lo pronto observaremos el difícil camino de la democracia en los pueblos
latinoamericanos.
Qué bonito
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