El destino de la mujer en México. A propósito de Los perros de Elena Garro
Por
Alba Nidia Morin Flores
Como
generalmente acontece en diversos ámbitos de la cultura, la ciencia y sociedad,
el recorrido de las mujeres por ocupar un espacio de habla ha sido mucho más
difícil que el de los hombres. Si pensamos en el ámbito de la ciencia, históricamente
las mujeres científicas debían trabajar bajo la sombra de un varón, ya sea de un
esposo o un padre para lograr participar en dicho ámbito, basta citar a Hipatia
de Alejandría o Madame Curie. En el caso de la literatura, aunque se han
conquistado algunos espacios, todavía continua la lucha frente al mundo
dominado por varones.
Así, en
el ámbito de las letras, uno de los casos emblemáticos fue el de la literata
Elena Garro (1916-1998), quien a pesar de ser una de las escritoras, guionistas
y novelistas mexicanas más destacadas, ganadora de importantes premios como el
Xavier Villaurrutia en 1963 por su novela Los Recuerdos del Porvenir o
el Sor Juana Inés de la Cruz en 1996, todavía se le sigue identificando como
“la esposa de Octavio Paz”, lo cual hace evidente el desconocimiento de su
prolífica obra literaria y de la riqueza narrativa de sus novelas, cuentos y
obras teatrales.
Precisamente,
el día de hoy, apreciable lector, quisiera abordar una de sus obras de teatro
escritas en un solo acto titulada Los perros (1965), la cual, desde
nuestra opinión constituye una desgarradora historia del trágico destino al que
se enfrentan muchas niñas y mujeres en México ante la violencia y el abuso
efectuado por los hombres.
La
obra se ubica en un pueblo marginado del país, como tantos otros, donde una
mujer de nombre Manuela y su hija Úrsula de 12 años se preparan para acudir a la
feria de San Miguel. Úrsula discute con su madre porque no quiere ir a la
celebración, en tanto la madre supersticiosa le dice que es necesario para que
les vaya bien todo el año. A la choza entra Javier, el primo de la chica, el
cual le hace saber que Jerónimo, un hombre del pueblo y los Tejones, sus
acompañantes, la iban a robar esa noche.
Entre
lágrimas y sollozos la niña le cuenta a la madre lo que su primo Javier le ha
referido, esta última entonces le describe el trágico acontecimiento del que
también ella fue víctima:
“… Nunca te lo dije para que no te
dibujaras en lo que yo fui. Pero ahora te lo digo; así estaba yo, tan tiernita
como estás ahora. No sabía lo que era ser mujer y apenas servía para darle de
comer a las gallinas, cuando Antonio Rosales, el que después fue síndico de Los
Lagos, se fijó en mí. "¡Manuela, Manuelita, ¿quieres saber lo que es un
hombre?" y yo corría y me subía al guayabo de mi casa ... y mi mamá, que
en paz descanse, rondaba el árbol y me tiraba de pedradas, para que la ayudara
en el quehacer.”
“Una noche me sacó Rosales de mi
casa. Más bien no fue Rosales, fueron los Otilios, conocidos por mal nombre los
Queditos, porque cuando caminaban parecía que no pisaban, ni sentí cuando me
envolvieron la cabeza en un sarape ... con todo y que Hipólito, mi primo, había
venido a prevenirme ... Pero Hipólito sólo había venido a mirar antes, para
asustarme y ver que no hubiera nadie en la casa ...”
Aunque
la madre le repite a Úrsula que no nombre a Jerónimo para que no corra la misma
suerte que ella, parece que la suerte ya estaba echada para la niña pues es
raptada con ayuda de su primo Javier y los Tejones para ser violada y ultrajada
como su madre.
Esta
breve pero fuerte historia atrae a nuestra mente las costumbres de algunos
pueblos en México donde el rapto de mujeres sigue teniendo presencia como en
las regiones del Istmo de Tehuantepec en Oaxaca o en la sierra de Puebla.
Además nos recuerda el trágico destino de mujeres y niñas en el país víctimas
de trata de personas que desde el año pasado se ha incrementado con lo cual
México se coloca como el tercer país en el mundo con más casos de trata con
fines de exploración sexual.
Los
Perros es una historia conmovedora cuyo argumento, a pesar de ser
escrito en los años sesenta del siglo pasado, permite cuestionar nuestro papel
actual como sociedad y los mecanismos tanto jurídicos como políticos para
garantizar a las niñas y mujeres una vida plena libre de violencia.
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