Análisis del cuento: ¿Y si vendemos la lluvia? de Carmen Naranjo (1989)


Por Valeria Hernández Reyes

En medio de la creciente crisis del agua que azota no solo a México, sino a toda América Latina, emerge el cuento "Y Vendimos la Lluvia" (1989) de la escritora costarricense Carmen Naranjo, como un poderoso relato que aborda de manera profunda las complejas interacciones entre la política, la corrupción y la crisis ambiental. A través de una trama que combina sátira, crítica social y reflexión ambiental, Naranjo nos sumerge en un universo donde la desesperación por encontrar soluciones a la pobreza se entrelaza con decisiones políticas cuestionables y una corrupción desenfrenada.

Desde el inicio, el cuento nos presenta a un político desesperado por enfrentar la inminente quiebra económica del país, recurriendo a medidas drásticas como el aumento de impuestos y la contemplación de absurdas propuestas, como la imposición de un impuesto al aire. Esta introducción nos revela la estrecha interconexión entre la política y la economía, y cómo la corrupción puede infiltrarse en todas las esferas del gobierno en busca de soluciones desesperadas.

Sin embargo, la trama da un giro inesperado con la celebración del certamen "Señorita Subdesarrollo", una parodia mordaz de los concursos de belleza convencionales que destaca la ironía de enaltecer los estándares de belleza occidentales en un contexto de pobreza y subdesarrollo. La ganadora del certamen, proveniente del ficticio Emirato de los Emires, queda impactada por la abundancia de lluvia en el país y convence a su padre, el Sultán Abun dal Tol, de comprar agua para fertilizar el desierto.

La venta de la lluvia representa un punto crucial en la trama, donde se evidencia cómo la corrupción y la falta de conciencia ambiental pueden llevar a decisiones que tienen un impacto devastador en el medio ambiente y en la vida de las personas. La migración masiva hacia el Emirato de los Emires, provocada por la escasez de agua en el país ficticio, refleja de manera satírica la realidad de millones de personas que se ven obligadas a abandonar sus hogares debido a la crisis del agua y otras consecuencias del cambio climático.

"Y vendimos la Lluvia" de Carmen Naranjo nos ofrece una poderosa reflexión sobre la intersección entre la política, la corrupción y la crisis ambiental, destacando la importancia de abordar estos problemas de manera integral y buscar soluciones sostenibles que protejan tanto el medio ambiente como los derechos humanos. 

Además, el cuento nos invita a reflexionar sobre la responsabilidad individual y colectiva en la preservación del medio ambiente y la lucha contra la corrupción. A través de la figura del político desesperado y las decisiones erróneas que toma en su afán por encontrar soluciones inmediatas, Naranjo nos muestra cómo nuestras acciones y omisiones pueden tener consecuencias de largo alcance en el entorno natural y social. Asimismo, la venta de la lluvia nos confronta con la realidad de que los recursos naturales, como el agua, no son mercancías que puedan ser compradas y vendidas a discreción, sino elementos fundamentales para la vida y el bienestar de todas las personas.

En última instancia, "Y vendimos la Lluvia" nos insta a buscar soluciones que no solo aborden los síntomas de la crisis, sino que también atiendan sus causas subyacentes, promoviendo un enfoque más holístico y sostenible hacia el desarrollo humano y la protección del planeta. En un momento en el que la crisis del agua y otros desafíos ambientales están alcanzando proporciones cada vez mayores, el mensaje de este cuento resuena con una relevancia y una urgencia incuestionables.


Nota: Carmen Naranjo (1930-2012), además de ser reconocida por su destacada labor literaria, también fue una figura influyente en la esfera política y cultural de Costa Rica. Como escritora, incursionó en diversos géneros, desde la narrativa y la poesía hasta el ensayo, dejando un legado literario que aborda temas sociales, políticos y ambientales con agudeza y profundidad. Más allá de su obra literaria, Naranjo también se destacó como diplomática y funcionaria pública, llegando a ocupar el cargo de Ministra de Cultura en su país natal. Su compromiso con la justicia social y su defensa de los derechos humanos se reflejan tanto en su obra como en su activismo político, convirtiéndola en una figura emblemática de la literatura y la lucha por un mundo más justo y equitativo.

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