Una aproximación a la retórica. Sobre un libro de Arturo Zárate Ruiz



                                                                                                                                Por Manuel de J. Jiménez

La retórica desempeña un papel fundamental en la comunicación efectiva, ya que se centra en el arte de persuadir y convencer a través del uso hábil del lenguaje. Muchos retóricos desde la antigüedad han conceptualizado y definido a esta disciplina transversal a las humanidades y ciencias sociales. La importancia de la retórica radica en su capacidad para dar forma a las ideas, influir en las opiniones y construir argumentos sólidos; es esencial no solo en contextos políticos y legales, sino que juega un papel crucial en la vida cotidiana, desde conversaciones familiares hasta conferencias académicas. La habilidad para expresar pensamientos de manera persuasiva no solo enriquece la comunicación, también fortalece la democracia al fomentar un intercambio abierto de ideas. La defensa de la retórica implica reconocer su capacidad para empoderar a las personas con un “derecho a la palabra”, permitiéndoles articular sus pensamientos de manera clara y convincente, contribuyendo así a la construcción de sociedades más informadas y participativas. El libro Retórica de Arturo Zárate Ruiz es, en última instancia, una defensa apasionada de este arte, a veces olvidado y otras tantas vilipendiado en la actualidad. Esto se observa desde el primer apartado “Apología de la retórica”.

            El libro de Zárate Ruiz puede colocarse en su justa dimensión dentro de la genealogía de tratados de retórica que han escrito eruditos mexicanos, partiendo de la Retórica cristiana (1579) de fray Diego Valadés. Como es sabido, en la Nueva España, hay un auge de retóricas religiosas y la continuación del ars praedicandi, que interesa a nuestro autor. Por ejemplo, a mediados del siglo XVII aparece De arte rhetorica libri tres (1646) y Summa totius rhetoricae (1646) de Tomás González. Ya para el siglo XVIII, el título de los libros sobre la materia es más osado, por ejemplo, se publican Novus candidatus rhetoricae (1711) de Francisco Pompey y Artis rhetoricae syntagma (1761) de Pedro Rodríguez de Arizpe. Sin embargo, pareciera que Zárate Ruiz regresa a lo elemental y a la raíz al titular su libro simplemente Retórica, quizás en homenaje a El Estagirita, pero también reconoce la verticalidad de la palabra/concepto, admite su problematización en el mundo contemporáneo y retoma el sentido antiquísimo de escribir un manual sobre la materia.

            En sus palabras, el libro “explica la teoría retórica general y sus fundamentos” y su propósito es “dilucidar los fundamentos de la retórica”. ¿Se trata de ir a los cimientos y a la base que constituye a la disciplina? ¿Es acaso la búsqueda de los principios inherentes de este arte? Dada la aproximación de Arturo Zárate, el texto es una invitación a descubrir o redescubrir el arte retórico visitando a Aristóteles y Cicerón con ejemplos oportunos y memorables, aderezados por un estilo peculiar, que es a la vez culto y popular. La manera de escribir se sitúa en una tradición académica más anglófona que latinoamericana, buscando amenidad y precisión, restando siempre solemnidades innecesarias. Sobre la influencia y los asideros, el autor afirma que “Presenta, explica y discute las características principales de la teoría retórica de la tradición aristotélica-ciceroniana” y “fundamenta la teoría retórica en la tradición filosófica aristotélico-tomista”. Se tratan de tradiciones centrales y robustas. Cabría un nombre más que se encuentra presente a lo largo de las páginas: Baltasar Gracián. El jesuita es reivindicado por el autor como verdadero maestro en la materia (rethor), particularmente a través de su Agudeza y arte del ingenio (1648). Esta obra es interpretada como un auténtico tratado, heterodoxo y penetrante en su discurrir, que aún no ha sido debidamente aquilatada en la tradición retórica de nuestra lengua.

            Para Arturo Zárate, el orador tiene cinco responsabilidades, tópicos que toma del mundo grecolatino, para hacer énfasis que el desdoblamiento y ejercicio de la retórica implica estudio y ética por parte del hablante o el escritor. Estas son: la invención, la disposición, el estilo, la memoria y la pronunciación. El esquema de Zárate Ruiz no se sale de lo habitual y dedica especial atención a lo que los antiguos entendían como inventio. Sigue la pauta de los clásicos, pero en su camino los actualiza con problemáticas y ejemplos de nuestro tiempo. Sobre las partes del discurso, trabajado en el orden de la partición, las clasifica en exordio, narración, partición, confrontación, refutación y conclusión. Ese mismo esquema hexagonal lo recuperó Antonio de Nebrija en su tardía Rethorica (1515). El contraste estaría con la lectura ciceroniana que hace Reyes Coria, quien habla solo de cuatro partes: exordio, narración, argumentación y peroración. En resumen: el libro de Arturo Zárate Ruiz es un tratado de retórica contemporáneo que refresca a los maestros en la materia y revitaliza la retórica para beneficio de todos nosotros

Comentarios

Entradas populares de este blog

Reseña de la obra "Paco Yunque" de César Vallejo (1892- 1938)

El color del cristal con que se mira: el uso de las máximas de la experiencia en los juicios

El populismo punitivista en Harry Potter