Naruto y el poder político



Por David Cortés 

En un mundo de ninjas/shinobis, la historia de Naruto se relata no solo como una aventura épica hacia la cima del liderazgo sino también como una profunda reflexión sobre el poder y su impacto en la sociedad.

En un principio, nos adentramos en un viaje que va más allá del capricho de un joven por convertirse en Hokage, el líder supremo de la Aldea de la Hoja. La historia de Naruto podría ser vista como una sed de ambición personal por el respeto y poder.

El poder político, un concepto revestido de complejidad, suele llevar consigo la tentación de imponer la voluntad propia sobre los demás. La temprana aspiración de Naruto hacia el título de Hokage podría ser malinterpretada como egoísta si no se comprende plenamente la magnitud de la responsabilidad que conlleva.

Este malentendido podría tener sus raíces en la infancia de Naruto, época en la que su búsqueda podría ser superficial. No obstante, con el correr de los años y las batallas, Naruto adquiere una nueva perspectiva sobre su sueño, una visión moldeada por la experiencia y la sabiduría.

La verdadera esencia de su viaje se revela en su relación con el poder, no como un instrumento para beneficio propio, sino como una herramienta para el bienestar colectivo. A lo largo de su viaje, Naruto se encuentra con adversarios en los que encuentra reflejos de su propia personalidad. Lejos de estancarse en un combate de diferencias, busca la empatía y la comprensión.

Sasuke, un personaje antagónico complejo de Naruto, ejemplifica esta idea. Aunque sus caminos divergen hasta el punto en que Sasuke desea destruir la Aldea de la Hoja, Naruto nunca renuncia al vínculo que formaron como compañeros del Equipo 7. Ni siquiera lo considera un enemigo a pesar de la adversidad. Su lealtad, incluso frente a la oposición, se mantiene inquebrantable.

La historia de amor no correspondido con Sakura se convierte en otra faceta de su crecimiento. Naruto, acepta la realidad de los sentimientos de su interés amoroso y se abstiene de forzar una relación, demostrando una madurez emocional.

Dentro de múltiples confrontaciones y alianzas que caracterizan la trama de Naruto, la figura de Jiraiya se presenta como un faro que guía a nuestro héroe. La tutela de Jiraiya no solo afina las habilidades ninja de Naruto, sino que también cultiva en él una comprensión más profunda sobre el poder, la responsabilidad y el sacrificio.

Este legado de Jiraiya se hace evidente en el encuentro de Naruto con Nagato (Pain), donde la filosofía de "un ciclo de odio" se pone a prueba. Naruto, enfrentándose a la devastadora verdad de Nagato sobre el dolor y la venganza, opta por una ruta de empatía y perdón, rechazando perpetuar ese ciclo. Este momento crucial no solo marca un punto de inflexión en su camino, sino que también encapsula la esencia de su liderazgo: uno que busca sanar en lugar de dividir, una ruta de comprensión.

Cuando el manto de Hokage cae sobre los hombros de su mentor, Kakashi, Naruto lo celebra, no lo experimenta como una pérdida en sus ambiciones o sueños personales, sino que se alegra por el merecido reconocimiento de su maestro. Comprende que el verdadero poder no radica en la fuerza o en los logros, sino en la sabiduría y en la capacidad de liderar con responsabilidad.

En general, esta historia explora el concepto de poder político desde el aprendizaje de Naruto: no como una dominación de voluntades, sino como un liderazgo cimentado en la sabiduría, la responsabilidad y una profunda empatía. Es un viaje de autodescubrimiento, un camino que demanda la comprensión de las necesidades de la comunidad y el sacrificio.

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