El lado oscuro de la promulgación de la Constitución de 1917. Un análisis de un cuento revolucionario.

 


                         Por Valeria Hernández Reyes

La violencia en México tiene una historia profunda, y a través de la literatura, es posible percatarnos del grado de violencia que lamentablemente estamos acostumbrados a normalizar en nuestra sociedad desde la época de la Conquista Española hasta nuestra actualidad. En este contexto, resalta la literatura de la Revolución Mexicana caracterizada por la descripción de los actos perpetrados por los grupos en enfrentamiento y por su aguda crítica social. La lectura de las obras literarias de este género resulta importante, ya que son elaboradas por autores que vivieron este conflicto y, desde sus propias vivencias, nos ofrecen diferentes perspectivas del descontento social. 

Con esto en mente, quiero referirme a la autora mexicana Carmen Báez y su cuento “El hijo de la Tiznada”, una historia basada en su propia experiencia durante la Revolución Mexicana cuando era niña. Su relato es un testimonio conmovedor que nos sumerge en la crueldad de aquella época.

Al principio del relato, la niña escapa de su casa y presencia la muerte de un buey. Una soldadera la encuentra llorando y, aunque le ruega no llorar por la muerte del animal, gentilmente se ofrece a acompañarla de regreso a su hogar.  Durante el camino a su hogar, la niña y la soldadera son testigos del fusilamiento de un joven. La soldadera rompe en llanto, y la niña queda confundida por el sufrimiento de la mujer, quien antes la había pedido que no llorara por la muerte del buey.

Al llegar a casa con su mamá, se acurruca con ella y llora amargamente por la muerte del buey. Sin embargo, posteriormente, sin mostrar empatía alguna, le relata a su madre que también presenció la muerte de un joven.


Cuando la niña quedó sola con su madre, dijo: 


—Vi matar, mamita. 


—¿Qué? 


—¡Un buey! y ocultó su cabeza en el regazo de la madre, como si quisiera olvidar allí la tragedia que vio frente a la tienda de doña Ignacia. Lloraba amargamente, desconsoladamente. 


—No llores, pequeña… 


Y cuando los besos de la madre la hubieron calmado, contó ya tranquilamente, sin asomo de amargura, como si hablara de algo trivial, sin importancia: 


—También mataron a un hijo de la tiznada…


La reacción de la niña ante la muerte del buey, contrastada con su aparente falta de empatía hacia la muerte del joven, nos lleva a reflexionar sobre la normalización de la violencia en su entorno. Es preocupante cómo la niña muestra sorpresa y dolor por la pérdida de un animal, pero parece insensible ante la tragedia humana. Esto nos hace cuestionar cómo la violencia se ha arraigado tanto en su realidad cotidiana que la muerte de un ser humano ya no causa el mismo impacto emocional que la de un animal. Hoy en día, esta normalización de la violencia es un fenómeno alarmante que resalta la urgencia de abordar y cambiar nuestras percepciones y actitudes hacia la violencia en todas sus formas.

El filósofo y crítico literario Walter Benjamín ha dicho que el derecho también es fruto de la violencia. En el análisis de este cuento, la cita de Walter Benjamín es muy pertinente. La promulgación de la Constitución de 1917 en México, si bien fue un avance significativo en términos de derechos y justicia social, también fue el resultado de un largo y violento conflicto. Esto nos lleva a reflexionar sobre la relación intrínseca entre la violencia, la construcción del orden social y legal.

La historia de México y del mundo nos ha demostrado repetidamente cómo los conflictos y las luchas por el poder han dado lugar a cambios en las estructuras sociales y legales. La violencia ha sido utilizada como un medio para imponer ciertos sistemas de gobierno, establecer normas y leyes, así como para reprimir o controlar ciertos sectores de la población. Equilibrar los principios de justicia, igualdad y derechos humanos en la búsqueda de un sistema legal, justo y equitativo es una tarea muy difícil y requiere que toda la sociedad se una a dialogar sobre cómo crear una sociedad más justa y pacífica. El cuento tiene la clave, el objetivo es no deshumanizarnos.

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