El cartel del chocolate en la película Wonka como ejemplo de la importancia del comercio Justo



Por Valeria Hernández Reyes 

La adaptación cinematográfica de la novela infantil "Charlie y la fábrica de Chocolate" (1964) del autor británico Roald Dahl es un excelente largometraje para comprender las características de la defensa de las prácticas del comercio justo. A través de Wonka, el personaje principal interpretado por Timothée Chalamet, se pueden entender las dificultades que enfrenta cualquier emprendedor en el mundo real contra un monopolio.

Wonka, un talentoso mago, inventor y chocolatero, llega a Europa con la aspiración de colocar sus propias recetas de chocolate en la famosa tienda Galerías Gourmet, sin saber que tendrá que enfrentarse a las trampas de las grandes empresas. Tan pronto como presenta el hoverchocs, su producto estelar, un chocolate que hace volar a quienes lo consumen, enfrenta su primer obstáculo. Slugworth, Prodnose y Fickelgruber, los tres principales chocolateros de Galerías Gourmet, empresarios acostumbrados a espiar a su competencia, se dan cuenta de que el joven inventor tiene un producto superior al ofrecido por ellos. Deciden sobornar a la policía para confiscar sus ganancias del día, con el objetivo de desanimarlo y prohibirle reinvertir su ganancia.

La mala experiencia vivida por Wonka no es simplemente mala suerte ni un momento de envidia o arrebato de los empresarios; es una práctica normalizada y legitimizada por El Cartel del Chocolate, integrado por los tres chocolateros mencionados anteriormente. En la novela infantil, este grupo criminal se dedica a implementar y llevar a cabo prácticas desleales, como convocar a emprendedores a inventar nuevos productos para después apoderarse legalmente de su marca. Para conformar su monopolio, utilizan artimañas legales y crean condiciones económicas desfavorables para que los comerciantes no puedan lograr utilidades, se endeuden y terminen vendiendo sus empresas a grandes monopolios.

Wonka, siendo un emprendedor perteneciente a un grupo vulnerable por ser analfabeta e inmigrante, ve agravada su situación al firmar un contrato de alquiler sin leer las letras pequeñas, las cuales indicaban que, al endeudarse, tendría que pagar su deuda trabajando en una lavandería por 10,000 días. Sin embargo, el espíritu soñador de Wonka lo inspira a no rendirse, y, junto con el resto de huéspedes morosos que trabajan con él en la lavandería, fundan su propia empresa chocolatera.

Ante el éxito, el Cartel del Chocolate utiliza la estrategia más poderosa para sacarlo de la competencia: contratan a un malhechor para contaminar su producto, causar la pérdida de clientes y provocar la bancarrota. Afortunadamente, una serie de mágicos sucesos se conjugan para que Wonka descubra la manera de liberarse del dominio de esas personas y triunfe con su chocolatería.

El Cartel del Chocolate ejemplifica las tres prácticas principales llevadas a cabo por los monopolios: barrera de entrada, control sobre la oferta y poder de fijación de precios. Ante este contexto, las prácticas de comercio justo buscan promover relaciones más justas y equitativas entre comerciantes y también entre países.

Wonka podría ser un representante de las condiciones adversas que vive un país en desarrollo. Por eso, la Organización Mundial del Comercio establece que las prácticas del comercio justo deben incluir:

Creación de oportunidades para productores con desventajas económicas.

Transparencia y responsabilidad.

Prácticas comerciales justas.

Pago de un precio justo.

Asegurar la ausencia de trabajo infantil y trabajo forzoso.

Compromiso de no discriminación.

Asegurar buenas condiciones de trabajo.

Facilitar el desarrollo de capacidades.

Promoción del Comercio Justo.

Respeto al medio ambiente.

Esperemos que en el sector de la chocolatería existan más empresarios comprometidos con el pago justo a sus empleados y con subsanar las faltas cometidas por la extracción ilegal de cacao, porque toda la cadena productiva debe de vivir en condiciones justas. México ya sufrió el caso de la fábrica Chocolates La Azteca y perdimos la marca Chocolate Abuelita que ahora es parte de Nestlé.  Deseo que esta película nos sirva para reflexionar en las decisiones como consumidores. 

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