Lluvia de balas y gritos de libertad de una poetisa palestina: Fadwa Tuqan
Por José Ramón Narváez
Fadwa Tuqán, palestina, nacida en Nablús el año 1914, considerada una de las más representativas poetisas árabes de la contemporaneidad, con una vida dura en la que ha experimentado la violencia de la región en la que habitó en medio del recogimiento, se convirtió en la voz de muchas mujeres y de muchas personas que anhelan la libertad y la justicia, en la dura batalla socio-cultural y política que caracteriza a su pueblo.
Es la poesía un ejemplo poderoso de como la cultura y en concreto la literatura, puede ser el conducto para entender el sufrimiento de un pueblo, la poesía logra transmitir no sólo las razones sino también las emociones e incluso los sueños frustrados y la ausencia de justicia y libertad, posiblemente pueda usted brindarme una sesuda definición de justicia y otra más sofisticada de libertad, pero para empatizar para poder entender no basta una definición, es mejor una poesía, así que la poesía se convierte en una representación sobre el mundo, en este caso sobre la libertad y la justicia, una narrativa distinta para crear una noción más completa sobre esas ideas.
Llegan las noticias y las imágenes sobre la línea de Gaza y el conflicto palestino-israelí a veces es dificl comprender a cabalidad lo que sucede, pero nadie podrá negar que la poesía nos puede ayudar al proceso y sin duda a hacer catarsis.
A continuación la poesía de Tuqán:
LA LIBERTAD DEL PUEBLO
(Himno)
¡Libertad!
¡Libertad!
¡Libertad!
¡Libertad!
Voz que, con boca colérica,
repito,
bajo las balas y entre el
fuego;
tras la que corro aún,
a pesar de llevar los pies
trabados;
cuyas pisadas sigo,
a pesar de la noche,
en la marea de la ira aún
llevada.
Yo combato, gritando:
¡Libertad!
¡Libertad!
¡Libertad!
Y los puentes, y el río
sacrosanto
Repiten:
¡Libertad!
¡Y libertad!
repiten las dos orillas.
En mi patria, el ciclón, las
lluvias, y los truenos.
lo repiten conmigo:
¡Libertad!
¡Libertad!
¡Libertad!
* * *
Continuaré escribiendo su
nombre al combatir:
En la tierra, en los muros,
en las puertas,
contra las brechas de las
casas;
en la mezquita y el ara de
la Virgen,
por todos los caminos de las
fincas.
Por todas las colinas, las
pendientes,
las calles, las esquinas.
En la cárcel y el calabozo
de tortura.
En la madera de las horcas.
Continuaré, a pesar de las
cadenas,
a pesar de las casas
destrozadas,
a pesar de las grandes
hogueras,
escribiendo su nombre. Para ver
cómo se va extendiendo por
nuestra patria y crece,
y continúa creciendo,
sin parar, hasta cubrir
palmo a palmo su húmeda
tierra.
Hasta ver cómo una roja
libertad abre todas las puertas
mientras huye la noche,
y aplasta la luz los fustes
de la niebla.
* * *
¡Libertad!
¡Libertad!
¡Libertad!
Y los puentes, y el río
sacrosanto
repiten;
¡Libertad!
¡Y libertad!
Repiten las dos orillas.
En mi patria, el ciclón, las
lluvias y los truenos,
y los pasos del iracundo
viento,
lo repiten comino:
¡Libertad!
¡Libertad!
¡Libertad!
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