Lecciones de Black Mirror sobre privacidad en Streaming. Víctimas de cláusulas abusivas

Por Valeria Hernández Reyes


En el oscuro y cautivante mundo de Black Mirror, la serie de ciencia ficción que nos mantiene al borde de nuestros asientos, Netflix nos sorprendió con un episodio revelador sobre las cláusulas abusivas en las plataformas de streaming.

En "Joan es Horrible", somos transportados a un futuro ficticio en el que Joan, nuestra protagonista, es usuaria de una plataforma de streaming llamada Streamberry (una versión satírica de Netflix). Un día, al encender su televisor, Joan se encuentra con una impactante revelación: su vida entera se despliega ante sus ojos, transmitida a nivel internacional. Sus momentos más íntimos, crisis matrimoniales y su carrera, todo expuesto al escrutinio público.

Furiosa, Joan emprende una batalla legal contra Streamberry y descubre que lo que vio en la pantalla es una mezcla de CGI y deepfake. Sorprendentemente, la famosa actriz Salma Hayek interpreta su vida sin haber pisado un estudio de grabación.  Joan inicia una lucha legal contra Streamberry. Sin embargo, su abogado le da una noticia desalentadora: al aceptar los términos y condiciones de Streamberry, Joan dio permiso tácito para que la plataforma creara este dramático retrato de su vida. Sus "licencias" otorgadas con un simple clic en "aceptar" se convirtieron en su perdición.

Este episodio de Black Mirror arroja luz sobre los derechos del consumidor. Streamberry, como controlador de datos, tiene la obligación de comunicar de manera transparente las condiciones del contrato y obtener el consentimiento sincero de los suscriptores, sin trucos ni engaños.

Por otro lado, Joan también tenía derechos que no ejerció. Pudo haber ejercido su derecho al olvido, solicitando la eliminación de sus datos personales. Pero optó por no hacerlo.

Incluso, Joan pudo haber denunciado a Streamberry por vigilancia ilegal, ya que la plataforma monitoreaba todos los aspectos de su vida a través de dispositivos móviles. Este constante espionaje incluso en su esfera privada plantea una seria violación del derecho a la privacidad

En la vida real, este tipo de cláusulas existen y pueden ser igual de perjudiciales que las representadas en la serie. 

Este capítulo de Black Mirror sirve como un recordatorio impactante de la importancia de proteger nuestros derechos como consumidores y ciudadanos, y cómo las cláusulas abusivas pueden socavar esos derechos en el mundo tecnológico actual.

Joan es horrible también nos invita a reflexionar sobre cuestiones filosóficas profundas. La trama plantea la pregunta fundamental de hasta qué punto estamos dispuestos a ceder nuestra privacidad en la era digital y cuál es el verdadero valor de nuestro consentimiento. Estos dilemas éticos evocan conceptos filosóficos como la autonomía individual y la ética de la tecnología. Nos obliga a considerar si estamos entregando nuestro poder de decisión a las corporaciones tecnológicas sin una comprensión adecuada de las implicaciones. En última instancia, Joan es horrible nos desafía a pensar en cómo equilibrar la comodidad de la tecnología con la protección de nuestros derechos y valores más profundos en un mundo cada vez más interconectado y digitalizado.


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