Yolanda Segura y la articulación de una nueva poesía política

 


Manuel de J. Jiménez

En el panorama actual de la poesía mexicana, quizás por los traumas, coyunturas y crisis de las últimas décadas, se conforma una nueva forma de modular colectivamente la poesía política. Utilizo la expresión «poesía política» para soslayar otros conceptos cercanos y utilizados en demasía durante el siglo XX como literatura comprometida, poesía social o poesía revolucionaria. En todo caso, estos serían formas o categorías derivadas de aquella. Estas modulaciones o articulaciones se pueden leer en escrituras potentes que se encuentran en algunos libros de Sara Uribe, Balam Rodrigo, Dolores Dorantes, Óscar de Pablo, Diana del Ángel, entre otres. Junto a estos nombres, podríamos agregar el de Yolanda Segura (Querétaro, 1989), a quien no tenía en el mapa hace más de diez años al integrar las poéticas que fueron publicadas en Astronave. En fin, así sucede con la foto que a veces captura un instante antológico.

            En el último libro de Yolanda, serie de circunstancias posibles en torno a una mujer mexicana de clase trabajadora (Almadia, 2021), se reconoce la trayectoria vital de Eloísa, quien puede ser cualquiera en este país o en palabras pedantes: una subjetividad deseante inmersa en una máquina de captura capitalista bajo el referente cultural mexicano del siglo pasado. Todo, en realidad, es un entorno poético. ¿Hay algo de la Eloísa medieval o la Eloísa rousseauniana en ella? Probablemente sí, aunque solo en ciertos gestos del personaje. Sin embargo, sabemos por entrevista a la autora de La Jornada, que se trata de la historia de su abuela. Una narración que nunca buscó personalizar, sino todo lo contrario. Es un relato impersonal, hasta cierto punto estadístico o, por lo menos, cuantificable para (re)conocer los valores dados de forma apriorística ‒otra vez‒ por el modo de producción capitalista.

            Hay en el libro una cronología de la inflación, de la carestía o de los afectos, que traspasa el cuerpo de Eloísa y que es expuesta gracias a ciertos detalles que se dicen y otros más que se omiten. El sentido elíptico aunado a la estrategia sinecdótica anticipan hasta cierto punto el recorte del personaje y su mundo. Por eso, a veces la información se complementa con fragmentos economicistas ‒aparentemente más fríos‒ que paradójicamente dotan de dramatismo a las secuencias. Se advierte un trabajo conceptual y una perspectiva ontológica en el empleo de ciertos sustantivos que hacen gravitar el sentido de las cosas.

            Lo anterior me llevó a leer el anterior libro de Yolanda, per/son/na (Almadia, 2019), donde justamente hay una aproximación reflexiva «en torno» a la construcción occidental del sujeto. De hecho, para ciertos lectores, per/son/na puede procesarse como un ensayo metido en un libro de poesía como fue el caso del libro del peruano Montalbetti, Notas para un seminario sobre Foucault, publicado un año antes. El libro de Segura también toma ideas del filósofo francés y cita a otros como Esposito o Deleuze. Desentraña, en la medida de la posible, la armadura conceptual de la compleja semántica de persona. Entre otros apuntes, acude al derecho romano y la famosa trasmutación de la máscara, a la coercitividad de la obligación taxativa y a la noción de persona no humana. Todos estos son rasgos iuspoéticos de mi imprescindible interés. Finalmente, para quienes pensaban que primero fue el trabajo conceptual y después la historia de la mujer, se equivocan. Yolanda Segura comenta, de acuerdo con la citada entrevista, que primero escribió la historia y después la per/son/na. Hay que leer ambos para situar su propuesta.

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