La mermelada de naranja de Paddington y el derecho probatorio

 



Por José Ramón Narváez H.


Un osito peruano migrante se enfrenta a las complicaciones de integrarse al mercado laboral londinense para ganar dinero y comprar para su tía -que aún vive en Perú- un hermoso libro con litografías de la ciudad. Pero las cosas no salen bien y el gentil osito es incriminado por el robo del libro que en realidad fue robado por un avaricioso actor en retiro.

La escena del juicio es breve pero sustanciosa, el juez de inmediato reconoce a Paddington quien por error cortó parte de su cabello cuando atendía una barbería, el juez debería excusarse y en cambio utiliza el sistema judicial para cobrar venganza. 

Antes de avanzar en el juicio hablemos un poco sobre la mermelada de naranja, Paddington aprendió de su familia la técnica ancestral para hacer este artesanal postre, la mermelada lo conecta con sus raíces y le permite mantener un espíritu revolucionariamente amable, siempre carga un sandwich de mermelada de naranja que le sirve de anclaje.

Ahora sí volvemos al juicio, hay una prueba central en los argumentos de la fiscalía, en el lugar de los hechos hay mermelada de naranja por todos lados, un perito señala los puntos donde se encontró la mermelada y constata que efectivamente es la receta, la cual sólo es capaz de elaborar Paddington, la coartada del osito -que es la verdad factual- es que el libro se lo llevó un ladrón de barba y gorro, hay un testigo posible que podría corroborar la historia, pero desgraciadamente es el culpable, quien con sus carisma juguetea con la Corte para salirse con la suya, ni principio de inocencia, ni estándares probatorios, claro, es una película y de eso se trata de establecer una trama entretenida, pero llama la atención la parodia del derecho procesal y en particular del probatorio en esta escena.

La mermelada de naranja cobra una inusitada importancia, de hecho, en prisión, es la misma mermelada la que slava a Paddington de una tragedia, no sólo eso, es el motivo que origina una revolución en el penal; lo que el sistema no logra con toda sus sofisticada infraestructura, lo logra la bondad del personaje peruano y la mermelada de naranja, readaptación social. 

El personal judicial es presentado como algo burdo y elemental, incapaz de ver más allá, sí la mermelada de narnaja es la clave pero no como ellos están pensando, hay un elemento emocional que la justicia soslaya, no sólo eso, un elemento simbólico que está apelando a lo social y al colectivo, el barrio completo está en la sala de audiencias acompañando el juicio porque dos de sus miembros están involucrados, luchan contra sus propios prejuicios, en principio contra su racismo y luego contra su clasismo, el personaje exitoso y de clase alta, el narcisita Phoenix Buchanan (Hugh Grant) no puede equivocarse, no se le exige más al sistema judicial que comete varias injusticias, pero lo más odioso, se ufana de infalibilidad y tira por la borda cualquier ejercicio de búsqueda de la verdad, no hay una cultura de la investigación, así que el derecho probatorio sirve de pretexto para disfrazar esas injusticias.

Tendrá que ser el propio inculpado apoyado por el colectivo al que ha transformado -comenzando poor su familia de acogida- quien tendrá que buscar la verdad y la justicia, como muchas mujeres lo hacen para saber el paradero de sus desaparecidos, en esos casos, la mermelada de naranja, es una foto arrugada, una prenda, un objeto que conecta a esas muejeres con los que ya no están a causa de la violencia, la impunidad y la injusticia.

No es sólo mermelada de naranja, pero eso es muy difícil que lo entiendan muchos operadores jurídicos embelezados con los cursos de derecho probatorio y que presumen sus cartones de escuelas extranjeras, hace falta, mucha falta: ver má allá de lo evidente, es curioso que una película para niños nos enseñe más que las decenas de textos eruditos sobre el tema. 


Colofón:

En el jubileo de la Reina Isabel II, se grabó un promocional donde Paddington toma té con la reina y al arruinar los bocadillos le ofrece a la reina sandwich de mermelada de naranja que siemprem guarda por cualquier emergencia, la reina le responde que ella también lo hace y acto seguido saca un sandwich de su propia bolsa, afuera una multitud comienza a corearla mientras se escuchan los acordes de We will rock you de Queen, un mensaje críptico porque si bien puede leerse como el intento de humanizar a la reina, tambén puede leerse como la posible inclusión de los migrantes y la mermelada de naranja como la búqueda de símbolos de unidad respecto de culturas menos individualistas, sobre todo si se tiene la noción de la filosofía paddingtoneana.

A la muerte de la reina, cientos de personas depositaron al pie de la reja del Palacio real, osos Paddington y sandwiches de mermelada de naranja, por decreto real tuvo que prohibirse esta práctica. 

Paddington 2 (Paul King, 2017)

El juicio

Comentarios

  1. Además de agradecer la narrativa; dos temas me asaltan la razón, 1. La necesidad de interpretar la justicia con la simpleza o sencillez que debería imperar en un juicio (no tendría porque ser tan complejo llegar a la verdad, si las partes no se quisieran ocultar los hechos); 2. Se antojó la mermelada de naranja, tango que hoy compraré una... o dos. Abrazo Dr. Narváez.

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