Las lecturas en el aula. Derecho y Literatura en la UNAM

 


Por Manuel de J. Jiménez

Este semestre 2024-1 se abrió la asignatura optativa “Derecho y Literatura”, clave 0425, en la Licenciatura en Derecho de Facultad de Derecho de la UNAM. Tuve la fortuna de que se me asignaran dos grupos: uno en el sistema escolarizado y otro en el sistema de universidad abierta. Sin bien es cierto que la materia podría denominarse “literatura y derecho” y pesa aún el referente estadounidense, lo cierto es que sigue siendo un concepto amplio, interdisciplinar y que abarca no solo a la teoría narrativa del derecho, sino también a una teoría poética del derecho o de la justicia (iuspoética), una teoría dramática del derecho, una cultura literaria del derecho, una cultura jurídica de la literatura, etc. Por ahora me interesa saber si hay otras universidades públicas en México que oferten una materia similar en sus planes de estudio. Imaginar que en otros centros y periferias universitarias de nuestro país existen alumnos y profesores que están construyendo, a manera de puentes o subterráneos, este tipo de cursos en favor de una nueva cultura jurídica que destierre por fin la injusticia de nuestros corazones.

El entusiasmo y la inquietud de l@s alumn@s me emocionó desde las primeras clases. Son la primera generación que cursará esta materia. Chicas y chicos sensibles que están pensando el derecho de otro modo, que rehúyen de los excesos formalistas y las típicas aproximaciones dogmáticas; que alzan retos intelectuales, que tejen su pensamiento con los derechos humanos y que siempre están atentos ante una nota que ilumine el esqueleto frío de las normas. Todos ellos tendrán que entregar un ensayo final sobre una novela, cuento, poema o canción con repercusiones jurídico-literarias. Por eso, revisan sus lecturas, buscan referentes, se encuentran en la vida de ciertos escritores y, con sus reflexiones, soplan un aire vital en las formas jurídicas que hace que estas se levanten y caminen otra vez al lado de mujeres y hombres sencillos, de distintas épocas, de mundos imaginarios o de aquellos que pronunciaron un testimonio encendido con el coraje de la verdad.

En un momento regresamos a sus clases de la primaria, secundaria o prepa. Pregunté por algún libro que los marcó en la escuela. Alguna lectura que los hubiese movido, que recordaran con cariño, como –en mi caso− Don Juan Tenorio que seguí en radionovela o la novela de Altamirano que leí en voz alta con mi padre. Entonces apareció El Principito, García Márquez, Sylvia Plath, Borges, Pizarnik, El Qujiote, La Divina comedia, Fuentes, etc. Un compañero mencionó El complot mongol, que me llevó a releer algunas partes y a ver la película de 2018, protagonizada por Damián Alcázar, Bárbara Mori y Chabelo. Una compañera comentó que de niña leyó una historia que trataba sobre una mujer rebelde, ambientada en la Revolución mexicana. Sin embargo, no recordaba el título ni el autor. Dijo que le dejó una gran impresión y que desde hace tiempo busca reencontrarse con ese libro. Espero poder ayudarla.

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