Fausto: el científico, el estudiante de derecho y el demonio
Es la obra más importante de la literatura alemana por
excelencia. Analizada desde muchas perspectivas. Refleja la insatisfacción del
hombre moderno. Es un símbolo y a la vez un goce estético.[1]
Johann Wolfgang von Goethe es el mayor representante
del Strum und Drang (Tormenta e
ímpetu) movimiento literario del Siglo XVIII, una corriente precursora del
romanticismo, opuesta al racionalismo impuesto en la ilustración. Había que dar
rienda suelta a los sentimientos, al contacto con la naturaleza que conmueve y
arrebata, se rompían las normas morales y estéticas anteriores. Iniciaba el modernismo.
Goethe fue un hombre apasionado, se enamoró muchas
veces, estudió derecho, pero, también química, biología, fue un científico y un
gran conocedor de las contradicciones de la naturaleza humana.
En cuanto a la naturaleza de la obra, Harold Bloom
señala que es la obra romántica más anti-canónica. Más que afirmaciones nos
arroja preguntas. Goethe es un poeta que recoge el espíritu de los germánicos
(bárbaros), la creencia en la influencia de la naturaleza en nuestras vidas. Tácito
al escribir Germania señalaba como principales
características la invocación a las estrellas, a los dioses (Odin, Thor, Frey), a los vientos y
tempestades, a los personajes mitológicos, brujas, hechiceros, espíritus como Salamandra,
fuego; Ondina,agua, Silfo,gnomo y el aire y la tierra.
Según Juan Pedro Eckermann, en sus conversaciones con
Goethe entre 1822-1832[2], éste le confesó que El
Fausto es completamente inconmesurable y son vanos todos los esfuerzos hechos
para hacerlo más comprensible. Hay que tomar en cuenta que la primera parte fue
escrita por Goethe en un momento en que en el alma del autor había cierta
oscuridad. Pero precisamente esa oscuridad sugestiona a las gentes y se
esfuerzan en penetrarla, como con todos los problemas insolubles.
En cuanto a la estructura de la obra nos preguntamos:
¿Es teatro, obra poética, novela dialogada? Porque, aunque está escrita en
forma de teatro, tiene diálogos muy largos, está estructurada con un preludio
en el teatro, un prólogo en el cielo, y la tragedia. En algunos momentos tiene
tintes de comedia. Se opone a todo lo antes escrito.
Su influencia en otras artes ha sido enorme, sobre
todo en escritores y músicos: Thomas Mann con Doctor Faustus, o la ópera Fausto
de Charles Gounot o Berlioz escribió la obra “La condenación de Fausto”, o la
Obertura Fausto de Emilie Mayer.
El alma faústica descrita por Mefistófeles es
reveladora de esa gran insatisfacción: “El
frenesí le impulsa a lo lejos y sólo a medias tiene conciencia de su locura.
Pide al cielo sus más hermosas estrellas; y a la tierra cada uno de sus goces
más sublimes. Ninguna cosa próxima ni lejana basta a satisfacer su corazón
profundamente agitado.
En cambio, Mefistófeles es nihilista, cínico, representa
el espíritu de la negación, desdeña la razón y el saber, enemigo de la luz,
corruptor, destructor, mentiroso. Su prima la serpiente, lucha contra la
verdad, el orden, la belleza. Usa un lenguaje enigmático, burlón y hasta
divertido y quiere para Fausto una vida desordenada, trivial y frívola. Que
deje los sueños y las quimeras.
En el Prólogo en el cielo, Mefistófeles le dice al Señor:
“Del sol y de los mundos nada sé yo,
quiere decir y sólo veo cómo se fatigan los mortales, el raquítico dios de la
tierra (el hombre) sigue siendo de igual calaña, y tan extravagante como el
primer día. Un poco mejor viviera, si no le hubieses dado esa vislumbre de la
luz celeste, a la que da el nombre de razón, y que no utiliza sino para ser más
bestial que toda bestia”.
En la primera apuesta que hace Mefistófeles con Dios
le dice que él puede transformar a un terco metafísico como Fausto, en un ser
unidimensional: “Polvo es lo que ha de
comer”. Es mejor para un hombre limpiarle la mente de tonterías metafísicas
y convertirlo en un sobrio realista.
Sin embargo, Dios está seguro de que Mefisto no
conseguirá alienar a Fausto de su fuente primaria espiritual y tampoco se
extinguirá la luz celestial que existe dentro de él mismo. “Un hombre bueno incluso en oscuras
compulsiones sabe distinguir el camino correcto.”
Goethe se basa en la historia bíblica de Job. Satanás
apuesta con Dios, de que Job dejará de ser creyente ante los infortunios y sin
embargo Job se mantendrá creyente. En cambio en la historia de Fausto, Mefisto
pondrá el señuelo de que Fausto se alejará de Dios a cambio de ofrecerle
felicidades terrenales. Para ambos, Job y Fausto, estos diabólicos
ofrecimientos tendrían como consecuencia la renuncia a una dimensión
espiritual, a la traición de trascender.
Según Rüdiger
Safranski,[3]
Mefisto razona como los antropólogos de nuestros tiempos que describen al
hombre como un ser excéntrico, su instinto y su razón no están en armonía o equilibrados
con consecuencias funestas: miedo a la muerte, autodestrucción, destrucción de
la naturaleza, y ejercicio de la violencia. Según las palabras de Mefisto, el
hombre es la más bestia entre todas las bestias.
Mefisto intenta ayudar a Fausto a desprenderse de las
luchas y contradicciones entre el cielo y la tierra, lo espiritual y lo material,
lo quiere de regreso a la tierra. Mefisto piensa que es mejor para un hombre
suprimirle la confusión de los destellos de la luz celestial y que pueda avocarse
incondicionalmente a todo lo que la tierra tiene que ofrecerle (placeres)
Sin embargo, Fausto es un ferviente estudioso de la
ciencia. Respetado por sus discípulos. Es un alma superior. Desea la eterna
luz, la unión del espíritu con el cuerpo, pero tiene el corazón agitado. Desea
comprender el Logos. Es movido por la inteligencia y el entendimiento, le
interesa el porqué de las cosas. Sin embargo, vive atormentado. Envidia al
águila que domina los mares y las llanuras y quisiera poseer un manto mágico
que lo lleve a extrañas regiones.
Mefisto se compromete a brindar sus servicios para el
propio bien de Fausto, quien quiso suicidarse, por sus inseguridades
metafísicas. Mefisto le ofrece la plenitud de la existencia y el disfrute pleno
de la realidad. A cambio de que, en la otra vida, el diablo poseerá su alma.
Alma vs. Felicidad. Fausto firmará con una gotita se sangre (solemnidad mágica
utilizada por hechiceros) “la palabra
expira ya en la pluma, es la sangre un fluido muy singular que produce en lo
interior fuerza de la fuerza.”Según Rudolf Steiner: Lo que tiene poder sobre tu sangre tiene poder sobre ti.
Fausto intuye, sabe que un mundo reducido a objetos de
placer no será suficiente para él. “Bien
sabes tú que no se trata de placer, al vértigo me abandono, al más amargo de
los goces, al odio amoroso, al enojo avivador. Mi corazón curado ya del afán de
saber no debe cerrarse de hoy más, a dolor alguno, y lo que está repartido
entre la humanidad entera, quiero yo experimentarlo en lo íntimo de mi ser,
quiero abarcar con mi espíritu lo más alto y lo más bajo, acumular en mi pecho
el bien y el mal de ella, extendiendo así mi propio ser al suyo y como ella
misma estrellándome yo también al fin”.
Otras escenas importantes de la primera parte son por
supuesto el encuentro con el estudiante, el bodegón y la hechicera, el amor por
Margarita, la muerte de la madre y el hermano de Margarita, el embarazo y
muerte del hijo, y la prisión.
Justo después de aceptar la apuesta, un estudiante
busca al Dr. Fausto, rápidamente, el diablo se pone la toga y simula ser el Dr.
Faustus.
“Quisiera
ser sabio, comprender cuánto hay en la tierra como en el cielo, la ciencia y la
naturaleza.”
Mefisto lo va desaconsejando de estudiar
jurisprudencia, química, teología, medicina: “Toda teoría es gris, caro amigo, y verde el árbol de oro de la vida.
Mefisto lo desanima al calificar a las teorías de
estériles e infructuosas y lo anima a una vida alegre con goces sexuales en
contraposición con el árbol de la ciencia o conocimiento.
La bruja lo vuelve joven para enamorar a Margarita. Para
Mefisto, Gretchen es un objeto sexual, pero Fausto se enamora de ella. Sexo es
eros, en cambio el deseo se convierte en ardor.
Mefisto va a proveer los bienes terrenales a Fausto y
éste hará de ellos algo con mucho más valor espiritual. Fausto representa el
advenimiento del modernismo ya que, en las épocas anteriores, la visión entre
ambos personajes siempre fue vertical y por primera vez se redirecciona para
ser una relación horizontal y por ello obtiene una fuerza histórica de
relaciones de poder nunca antes vistas.
Fausto tendrá suerte con las mujeres, reformará las
finanzas del gobierno, dará pan y circo, se convertirá en un comandante militar
y finalmente un gran colonizador. Es decir, Fausto se convierte en un
metafísico en el mundo físico. ¿Por qué desperdiciar el tiempo pensando en la
eternidad?
Goethe le dijo a Eckermann: Los alemanes son gentes curiosas. Con sus ideas y pensamientos
profundos que buscan en todas partes e introducen por doquiera, se hace la vida
más difícil de lo que es realmente. Tened una vez, el valor de entregaros a
vuestras impresiones; dejad que ellas os diviertan, os conmuevan, os eleven, os
instruyan y os inflamen y animen para realizar algo grande. No penséis que todo
lo que no encierra a un pensamiento o idea abstracta carece de valor. Así
llegan y preguntan qué idea pretendí encarnar en mi Fausto ¡Como si yo mismo lo
supiera y pudiese declararlo![4]
El alma faustiana se logra gracias al contacto con
Mefisto. Estas dos fuerzas que se oponen, para arriba y para abajo, son
precisamente el significado de la búsqueda de la trascendencia inmanente. Si
bien Mefisto ofrece placeres tangibles, Fausto los hace sublimes.
[1] Nota: “Si el libro de FAUSTO, desde el principio
hasta el fin no hace referencia a un estado sublime, épico; si no obliga al
lector a remontarse por cima de sí mismo (sic), excuso decirlo. Creo
sinceramente que una inteligencia despejada, un entendimiento recto y lúcido
tendrán que trabajar no poco para hacerse dueños de todos los secretos que he
involucrado en mi poema.” GOETHE (De una carta de Goethe a Zelter)Universidad
Autónoma de México, 1924.
[2] Eckermann, Juan Pedro, Conversaciones con Goethe en los últimos años de su vida,
Madrid,Tomo I, Editorial Calpe, 1920,p.158
[3] Safranski,
Rüdiger, Goethe, Life as work of art,
Liveright, New York, pp.527-538
[4] Echermann,op.cit,
p.167
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