La ira feminista en el cuento “Cuando las mujeres aman a los hombres” de Rosario Ferré
Por Diana O. Mejía
Hernández
«La
ira ha sido el incentivo para que muchas mujeres escriban».
Rosario
Ferré
La
presencia de mujeres en la literatura es insoslayable. Las expresiones
artísticas, sociales y culturales se componen cada vez más por voces feministas.
Voces fuertes e inquebrantables en las que subyacen luchas y denuncias perdurables
con la finalidad de recuperar aquello que nos pertenece, lo que siempre ha sido
nuestro y que nos han arrebatado injustamente. Es esta la razón que nos impulsa
a afirmar que las causas feministas se dan también en las manifestaciones
literarias. A la mujer ya no le pertenece el silencio.[1] Son ahora las palabras las
que irrumpen la sociedad fragmentada en la que parecíamos vivir eternamente y
edifican un mundo nuevo, un lugar abierto a la conciencia y defensa de la
igualdad social en donde no hay más abusos ni subordinación de la mujer.
Rosario
Ferré Ramírez (1938-2016) ilustra muy bien esta causa en Papeles de pandora (1976),
una de sus obras más notables en donde la poeta y escritora caribeña usa la ira
“como aliento creativo”[2] para su producción
literaria feminista. Además, el título del libro alude a Pandora, quien en la
mitología griega trajo consigo el enorme poder de abrir su caja y desatar los
males entre la humanidad. Ferré busca hacer lo mismo con la escritura de estos
cuentos, marcados por historias donde las mujeres adquieren un rol subversivo
que rompe con los esquemas patriarcales y de dominación que las atraviesan.
Lo
anterior se hace patente en el cuento “Cuando las mujeres quieren a los
hombres”. En la historia se percibe la voz narrativa de la ira e indignación con
la que dos mujeres de clases sociales opuestas se encuentran: la esposa blanca
y recatada de gustos refinados, frente a la amante y concubina, estigmatizada
sexualmente por su ocupación. Veremos entre ellas la unión y solidaridad cuando
descubren que ambas son herederas en partes iguales de los bienes del difunto
Ambrosio. “Porque nosotras, Isabel Luberza e Isabel la Negra, en nuestra pasión
por ti, Ambrosio, desde el comienzo de los siglos, nos habíamos estado
acercando, nos habíamos estado santificando la una a la otra sin darnos cuenta
(…) tantos años de rabia atascada en la garganta, tantos años sentada en el
balcón que ahora será de las dos”.[3]
Ya
juntas en la casa del difunto que ahora a ellas les pertenece, se miran de
frente y le dedican a Ambrosio el repudio que le han guardado por años y,
contrario a lo que se esperaría en la tradición machista, la viuda se reconoce
en la cónyuge de su exmarido: “Ahora me le acerco porque deseo verla cara a
cara, verla como de verdad ella es, el pelo ya no una nube de humo rebelde
encrespado alrededor de su cabeza, sino delgado y dúctil (…) la piel ya no
negra sino blanca”.[4]
Al final de la historia, ambas se funden en una misma persona que lejos de ser la
clásica mujer señalada y humillada por los prejuicios de la sociedad, se resignifica
como libre, independiente y liberada de las cadenas del hombre.
Rosario
Ferré es considerada una de las escritoras feministas más prolíficas de las
letras latinoamericanas del siglo XX que no mostró temor a los estereotipos
tradicionales del contexto puertorriqueño de los setenta. A pesar de ser una
intelectual perteneciente a la clase privilegiada, sus firmes convicciones la
llevaron a escribir en favor de las minorías. Por ello, se considera
indispensable acudir a su obra en la que se advierte una pluma poética,
feminista y disruptiva.
[1] En la narrativa
chilena se ha introducido una interesante metáfora sobre el silencio como
refugio de las mujeres que sufren violencia en el hogar: “Y así fue como murió
la mitad de mí misma y opté por el silencio”. Al efecto, véase: Serrano,
Marcela, Para que no me olvides, México, Alfaguara, 1993.
[2] Ferré, Rosario, Papeles
de pandora, Madrid, Humbert, Humbert, S.L., 2018, p. 11.
[3] Ibidem, p.
26.
[4] Ibidem, p.
41.
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