El libre desarrollo a la personalidad en la obra Orgullo y Prejuicio

 


Karla Denisse Martínez Roldán

“Respetémonos a nosotros mismos y presentémonos ante el mundo sin nada que avergonzarnos”.

Una de las novelas románticas de la literatura universal “Orgullo y Prejuicio”, escrita por Jane Austen y publicada aproximadamente en 1813, nos lleva al contexto de este título. La autora vivió en una época en que las mujeres se encontraban muy limitadas socialmente, educativamente, económicamente y no hablemos de sus derechos.

Jane Austen fue educada principalmente por su padre quien fuere un destacado profesor, lo que, por su parte, le permitió forjar su propia perspectiva de los acontecimientos que vivía y la situación que en su entorno se desarrollaba. En esta novela ella plasma de manera muy intrépida lo que en ese momento se esperaba por parte de la mujer en la sociedad y lo que debía de hacer, pero con su personaje principal “Elizabeth Bennet” desafía lo socialmente correcto, por defender su pensar, pero principalmente su esencia.

Algo que me llamo la atención es la forma en que definió las palabras “vanidad” y “orgullo”, indica: “El orgullo guarda más relación con la opinión que tenemos de nosotros mismos; la vanidad, con lo que deseamos que los otros piensen de nosotros”.

Estas simples definiciones se plasman en diversas vivencias que refleja la autora en el transcurso del libro, se basaban más en lo que deseaban pensara la sociedad de ellos, que lo que realmente eran en esencia y aquellas personas que permanecían inmutables a ellos mismos, se les consideraba orgullosos.

Los prejuicios no se hicieron esperar debido a las vanidades que mostraban, un ejemplo es el momento en que se conocieron los protagonistas, lo que derivó el tener sus diferencias, no permitiendo reconocieran los sentimientos de amor que surgió desde el primer momento en que se vieron.

En esa época podemos observar, las mujeres eran educadas para encontrar un buen esposo que las proveyera no importando la edad, lo principal era tener un estatus social, derivando en que se sometieran a la voluntad de ellos; no olvidando que aun y cuando se casaban las mujeres, los padres debían de dar un dote al hombre por haberlas desposado.

Está educación no la recibieron las señoritas Bennet por parte de su padre, él siempre respeto las decisiones de cada una de sus hijas, junto con las consecuencias que conllevaron. Esto permitió, que Elizabeth más allá de lo que esperará la sociedad de ella se mostrara firme a su esencia, sus creencias e ideologías, aun y cuando era recia, testaruda y en ocasiones poco paciente, defendió a toda costa sus convicciones; pero no fue, hasta que Darcy de una manera poco convencional y algo burda le dijera los sentimientos hacia ella, lo que ocasionó que ella abandonara sus prejuicios hacía él salieran, expresando ambos su sentir sin avergonzarse.

Es de esta manera que los prejuicios que tenían entre ellos se fueron desvaneciendo, prevaleciendo en algunos casos el orgullo, en otros la vanidad, y al suscitarse ciertos acontecimientos, se mostraran al mundo como realmente eran sin avergonzarse de sus vivencias, sentimientos, pero principalmente de su esencia.

Esta obra podemos analizarla desde diferentes perspectivas, pero en esta ocasión quiero resaltar esta parte, ellos se respetaban así mismos y se mostraron al mundo como verdaderamente eran, hicieron aún lado los prejuicios sociales, económicos, educativos e ideológicos y sin importar lo que el mundo llegara a decir de ellos, marcaron la diferencia y en sus posibilidades buscaron soluciones para hacer lo que era correcto.

Actualmente observamos que respecto a las mujeres existen limitaciones para expresarnos, mostrarnos como somos. Muchas mujeres callan lo que piensan y se limitan para no incomodar a los varones que se sienten superiores. Aun cuando se ha progresado en el reconocimiento de sus derechos, aún existen prejuicios y pretendemos que las personas que nos rodean se adapten a lo que nosotros queremos, sin respetar sus posturas.

Esto no es solo una situación a la que se enfrentan solo las mujeres, cualquier persona sin importar, su sexo, género, ideología, educación, sigue enfrentándose a muchos prejuicios sociales, que limitan el desarrollo de su personalidad, pero además a no respetarse y no mostrarse al mundo sin avergonzarse, preferimos adaptarnos a la mayoría, en lugar de elegirnos a nosotros mismos.

Hagamos caso a la literatura la cual puede ser emancipadora:

No cambies, por consideración a una persona, el significado de los principios y la integridad, ni intentes convencerte a ti misma, o a mí, de que el egoísmo es prudencia y de que la incapacidad para ver el peligro es un aval para la felicidad.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Reseña de la obra "Paco Yunque" de César Vallejo (1892- 1938)

El color del cristal con que se mira: el uso de las máximas de la experiencia en los juicios

El populismo punitivista en Harry Potter