Apocalipsis de Solentiname. Un cuento sobre la distinta suerte del activismo político.


                                                                                                          Por Valeria Hernández Reyes


El pasado 24 de marzo se conmemoró en Argentina el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, cuyo objetivo es recordar anualmente a las víctimas de la última dictadura militar en dicho país del cono sur. La reciente conmemoración resulta ideal para reflexionar sobre aquella época de la mano de un libro censurado por el Régimen Militar Argentino, Alguien que anda por ahí (1977), una obra literaria integrada por once cuentos escritos por Julio Cortázar. Uno de esos relatos, Apocalipsis de Solentiname, inspira las siguientes líneas.

El cuento referido es un producto autobiográfico de la visita de Julio Cortázar a Costa Rica, Nicaragua y Cuba. Destaca por utilizar el realismo y la fantasía con compromiso político para denunciar la crisis dictatorial de América Latina. 

La trama es muy sencilla, el narrador viaja a Costa Rica y luego al archipiélago de Solentiname donde fotografía cuadros de pinturas realizadas por los lugareños. De ahí viaja hacia La Habana y finalmente a su casa en París. Cuando está en la ciudad parisina decide revelar los rollos fotográficos de su viaje para proyectarlos en su departamento. Al mirar las fotografías observa que son escenas sangrientas que no tienen relación con las pinturas fotografiadas. Al parecer, le habían entregado un rollo equivocado. Una de las imágenes es el asesinato de Roque Dalton, poeta, ensayista y activista político salvadoreño; en otras imágenes se encuentran fotografiados distintos enfrentamientos sangrientos perpetuados durante las diferentes dictaduras militares. De pronto, llega su novia al departamento, mira las fotografías y expresa su admiración por los hermosos cuadros fotografiados, es entonces cuando el protagonista se da cuenta de haber alucinado.

Aunque el cuento es breve, en realidad es muy complejo. Considerando que es autobiográfico se deduce que el protagonista, el narrador de la historia y el autor son la misma persona, entonces hay un significado oculto sobre Cortázar.  En la escena donde se encuentra por primera vez las pinturas, él decide fotografiarlas, eso es un acto abusivo y ventajoso, el protagonista prefiere ahorrarse el dinero de la compra antes que ayudar a la economía local. No obstante, también parece ser una persona con compromiso social, por lo que sufre alucinaciones de sus recuerdos por Latinoamérica. Si a esto sumamos que, es un hecho verídico que Cortázar se rebeló ante la represión a la libertad de prensa solicitando la nacionalidad francesa para irse a vivir a París, entonces se podría concluir que Cortázar realiza una autocrítica sobre su posición privilegiada durante la dictadura. Es su manera de decirle al lector que, es un activista de escritorio con ciertas fallas morales.

Continuando con el análisis, los cuadros realizados por los lugareños no reflejan la realidad que se vivía en Nicaragua. Esto podría simbolizar la negación de los hechos por parte de la ciudadanía, el escape artístico de la población para alejarse del dolor o una forma de señalar la represión hacia los artistas.

Por otro lado, presentar al lector el asesinato de Roque Dalton por medio de una alucinación, no solo es útil para denunciar la violencia ejercida por el Estado es un recurso para comparar la distinta suerte que conlleva el activismo político. El mismo Cortázar era admirador y amigo de Roque Dalton, describir su asesinato es una forma de homenajearlo y de reconocer que su amigo escritor sufrió la máxima consecuencia del activismo político. Después de ser ejecutado, su cuerpo fue abandonado y lo encontraron devorado por aves de rapiña.

La cantidad de preguntas sin respuestas que detonan distintos recursos estéticos utilizados en el cuento resultan idóneas para realizar una reflexión crítica sobre el papel de todos los actores políticos durante un conflicto. El relato permite penetrar en el diálogo interno de Cortázar y mover los propios sentimientos del lector.

Después de su lectura me pregunto ¿quiénes somos ante los problemas sociales? el soldado que dispara el gatillo; el agente del estado que da la orden de ejecutar a inocentes; el empleado de gobierno que recibe un sueldo por acatar instrucciones injustas; el ciudadano que atestigua todo y se queda callado; la persona que niega la realidad; el oportunista que saca provecho personal de los desgraciados; el escritor que denuncia los hechos desde su escritorio, la víctima colateral o el activista que muere perseguido en medio de los conflictos políticos de las guerrillas.

En conclusión, en el cuento existe una reflexión sobre los diferentes niveles de activismo político y sus consecuencias. Algunos lo practican desde lo más cómodo de su hogar sin exponer su vida y ganando aplausos, otros dan su vida por la justicia social y se convierten en mártires, pero ¿significa que todos deberíamos de morir por nuestros ideales? como diría Xabier Giménez Sasieta, es mejor preferir justicia y no heroísmo. 

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