Paolo Grossi en el País de los globos: de las fábulas a la justicia constitucional
Un joven florentino soñaba con mejorar el mundo y escribió algunos cuentos infantiles apelando a la fantasía para desahogar esos deseos de justicia que le invadían. El libro póstumo de Paolo Grossi "Il Paese dei Paloncini di Goma e altre fiabe" (El país de los globos y otros cuentos, Giunti, 2022) donde él mismo cuenta que después de escribir estos relatos "... me inscribí en la Facultad florentina de Derecho, donde me encaminé sobre el sendero de los severos (y para muchos, áridos) estudios jurídicos, siempre pidiendo auxilio a la dimensión fantástica, y de ahí, extrayendo para la construcción de una perspectiva nueva y original" la continuación de esta historia la conocemos todos: Profesor emérito de historia del derecho de la Universidad de Florencia, fundador y director del Centro di studi per la storia del pensiero giuridico moderno y los Quaderni Fiorentini, presidente del Tribunal Constitucional italiano.
Teniendo el libro en mis manos de inmediato puse a prueba al maestro: leí con calma a Emilio de 5 años las historias que discurren en pequeños pueblitos toscanos, muchos de ellos en medio del bosque, campesinos, artesanos, agricultores; muchos animalitos -sobre todo aves-, gnomos, hadas, duendes y demás personajes mágicos pueblan las historias llenas de color y muchas enseñanzas que incentivan "la gentileza y el altruismo"
Un jurista que no le temía a fantasear, de hecho en 1986 (Vol. 15) escribió para los Quaderni "La fantasía nel diritto" y pensaba que el derecho y la justicia tenían elementos que sólo eran explicables recurriendo al imaginario social, a las leyendas, a los mitos; además denunciando que cuando más se afanaba el derecho por demostrarse como racional e impoluto era cuando más mitológico se tornaba.
Un alfarero pide a la hada del bosque le conceda ya sea poder, belleza o inteligencia para ser feliz; después de hacer un recorrido por los países donde esos valores reinan, vuelve a su casa decepcionado y es en un pequeño rincón de aquél bosque, en una humilde casita donde descubre que la verdadera felicidad estaba siempre a su alcance en el saber compartir (Il vasaio ossia la vera felicita).
Paolo Grossi conocía las especies de árboles, plantas y los nombres de muchas aves, vivía en un bosque, su amado Citille in Chianti; y creía que la modernidad nos había robado nuestra conexión con la naturaleza; para él la historia podía ayudar en parte a reencontramos.
Hay una huella de este joven Paolo Grossi en su idea de justicia constitucional que él considera debía ejercerse desde el pluralismo, la historicidad y sobre todo desde la sociedad. La justicia constitucional como construcción proveniente de la experiencia jurídica donde los valores sociales subyacen. Un derecho que se construye a partir de esa mirada atenta del juez constitucional sobre la vida social, sobre la factualidad, que yo entiendo él empezó a admirar de joven en la vida sencilla y desenfadada de las comunidades campesinas donde pensó sus fábulas.
Ahora tocará redescurbir a Grossi, incluso en su encargo como juez constitucional desde esta nueva perspectiva, haciendo una interpretación integral de su pensamiento, pero eso, eso es otro cuento.
Grossi estaba en lo correcto, la modernidad ocasionó la perdida de la conexión con la naturaleza. Fue Descartes el que propusó el antropocentrismo. De eso habló en mi colaboración sobre Harry Potter
ResponderEliminarHay que reconectarnos, urge.
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