El dilema de las redes sociales
Por Alejandro Camacho
"Leave this word a Little better tan you found it"
Robert Baden Powell
“The Social Dilemma” es un documental
del año 2020, actualmente se encuentra disponible en la plataforma de streaming
Netflix, este trabajo fílmico cuenta con dos narrativas que corren de
manera paralela, por un lado, cuenta la historia de una familia y las distintas
relaciones y grados de involucramiento que tiene con el uso de las redes
sociales, por el otro, y quizá lo que resulta más interesante, nos presenta
distintos testimonios de ex trabajadores de algunas de las principales redes
sociales que existen actualmente en el ciberespacio.
La idea principal sobre la que se
construye el documental es una llamada de alerta que los ex trabajadores de
distintas redes sociales realizan respecto a una cara poco conocida de este
fenómeno, la amenaza en el tratamiento que la industria realiza al concentrar
todos sus esfuerzos en monopolizar la atención de los usuarios, para que,
ayudados con un algoritmo puedan conocer y enviar mensajes de manera permanente
de acuerdo a los patrones de consumo, de preferencias y gustos, pero lo más
importante, de hábitos y de ideología política.
Usted lector tendrá por su puesto
la mejor opinión respecto de lo propuesto en este documental, en realidad es una
motivación y un pretexto para realizar algunas reflexiones que no tienen otra
finalidad que sembrar una semilla de duda, alimentémosla.
Cuando internet comienza a ganar
espacio en la consciencia colectiva, se consideraba que sería una poderosa
herramienta para compartir y propagar conocimiento, la llegada de las redes
sociales provocó que esta expectativa pronto se viera rebasada por distintos
aspectos, por ejemplo, videos de mascotas, gente desnuda, fiestas, de risa y de
los ahora célebres memes.
Las redes sociales se han
convertido en una poderosa herramienta de divulgación, no necesariamente de
información útil, la propagación de noticas falsas (fake news) es una
constante amenaza a la objetividad, ser influencer es ahora una
actividad remunerada, quien tiene más seguidores parece ser más exitoso,
publicar información personal no es necesariamente información de alta calidad,
a muchos les parece que las redes sociales en realidad son una prisión en la
que habita el ego de la vanidad, la soledad y la auto adulación.
Lo que sí parece ser cierto, es que
las redes sociales son la cerradura moderna por la cual permitimos que
cualquier persona se asome a nuestra intimidad, lo hacemos de manera
voluntaria, no sólo renunciamos a la intimidad y protección de nuestra información,
sino que invitamos, permitimos y fomentamos para que la gente se acerque a
nuestro círculo virtual-personal.
Es muy triste ver que, en una
clase, en una conferencia, en una comida, en un café, a la hora de la comida, la
gente dedica su atención a una pequeña pantalla, renuncia a la realidad
sensorial para adentrarse en una realidad virtual en la que creen tener un
espacio.
Si de acuerdo con Zygmunt Baumann
la modernidad es líquida, el estado físico de las redes sociales parece ser
gaseoso, difícilmente su forma se consolida para construir alternativas reales
de solución a problemas sociales con una conformación estructural compleja.
Al tener las redes sociales un
estado gaseoso, se convierten en volátiles, la duración de la información en
las redes es efímera, se consume casi de forma autómata, no se procesa, no se
filtra, asumimos lo que vemos en una red como cierto.
Estamos tomando por costumbre conocer
y juzgar a través de las redes sociales, entre más seguidores tenga una persona
más importante creemos que es, entre más me gusta tenga, mayor valor le damos a
los mensajes que emite.
En términos de comunicación, en
esta nueva relación, el receptor del mensaje elige a que emisor leer o
escuchar, elige el medio, pero carece de elementos objetivos para recibir y
filtrar el mensaje o información, en el mejor de los casos tiene la posibilidad
de establecer un círculo de comunicación, sin embargo, esto no siempre ocurre,
es decir, se recibe la información, con el valor que queramos otorgarle, pero
no se conoce el destino o uso que habrá de darse a los datos ahí dejados.
Esta nueva forma de relación crea
un nuevo paradigma en las relaciones sociales, parece que en el fondo a muchos
les parece un espacio más cómodo de interacción, evitar el contacto humano es
una oportunidad para alejarse de gente que creemos no merecen nuestra energía y
atención, las redes sociales nos permiten acercarnos o seguir a gente que pensamos
tienen una visión similar a la nuestra respecto a una múltiple gama de temas,
sin embargo, de acuerdo al documental, las personas que viven en las redes
sociales son un eslabón en un esquema inconmensurable de capitalismo salvaje, son
un eslabón en una cadena de plástico, brillosas pero falsas.
No es mi objetivo tratar de
convencer al lector de la bondad o maldad de las redes sociales, mi único deber
es invitarle a ver un documental que puede presentarnos una oportunidad de
construir un nuevo nivel de consciencia. En algún momento del documental se señala
“hay dos industrias que llaman a sus clientes usuarios: la de las drogas
ilegales y la del software", saque usted sus conclusiones.
Hago votos para que el lector esté
leyendo esto en una revista impresa y no en un equipo electrónico, al hacerlo de
esta manera, en realidad está alejando a los que están cerca y no
necesariamente acercando a los que están lejos, al estar en un dispositivo
electrónico está perdiendo una valiosa oportunidad de reconocerse asimismo en
el otro, las personas y el diálogo entre ellas jamás podrá ser reemplazado por
una máquina o por una red, salvo que el propio usuario de manera consciente
decida ser un adicto.
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