JEFFREY DAHMER: ¿Monstruo para la sociedad o sociedad monstruosa
Por Diana Gómez Carrillo
Estaba en preparatoria cuando leí
“…asesinos, eficaces productores del
crimen perfecto y en serie…” de la pluma de Octavio Paz en el Laberinto de
la Soledad, en cuyo capítulo “Todos Santos, Día de Muertos” hace una compleja y
acertada disertación del porqué en México no existen tantos asesinos seriales
como en Estados Unidos. Básicamente, lo que Paz argumenta es que los mexicanos
festejamos y abrazamos a la muerte en una íntima relación con ella; en otras
palabras, el mexicano rinde culto a la vida y por ende, a la muerte; pues ambas
son inseparables.
De modo casi opuesto, el
estadounidense, según Paz, niega la muerte con el desprecio a la vida que ello
implica. Por eso el criminal de la gran ciudad: envenena, disgrega cadáveres
con ácidos, incinera despojos y hace de la víctima un mero objeto.
Paradójicamente esa inexistencia de una víctima vuelve más intolerable y total
la infinita soledad del victimario.
Desde que leí “El Laberinto de la
Soledad”, me nació una fijación con los asesinos seriales y desde entonces,
cada documental, película o serie que aborda dicha temática, es un must para mí. “Monster the Jeffrey Dahmer story “de Netflix no podía ser la excepción;
y ante el éxito que ha sido la serie, quiero compartir mis reflexiones al
respecto.
Siempre he creído que los
asesinos seriales, ya sea mexicanos o estadounidenses, han saltado a la fama gracias
al morbo y que consumimos sus historias del mismo modo que consumimos una
historia de Marvel o DC. Pero pocas veces nos detenemos a cuestionar qué papel
tiene la sociedad en historias tan cruentas y devastadoras.
La historia de Jeffrey Dahmer es una
fotografía de todas las violencias sistémicas que atraviesa cualquier colectividad
y que no obstante a que han pasado más de treinta años del último asesinato del
llamado caníbal de Milwaukee, dichas violencias siguen vigentes causando muerte
y desgracia.
La primera de las violencias que
retrata Netflix a través de la vida de Dahmer, es la violencia de género, pues
nos muestra a una mujer embarazada con severos problemas psicológicos y una
fuerte depresión, cuyo diagnóstico y tratamiento no solo es estigmatizado, sino
que además resulta ineficaz; dejando a una futura madre de familia sin redes de
apoyo, enferma y en absoluto abandono emocional; incapaz para la crianza. Ahí
queda evidenciada la poca cultura que damos a la salud psico-emocional, incluso
dentro del sector médico, situación que a la fecha persiste.
A medida que vemos el crecimiento
de Dahmer, y con él su paso por instituciones educativas e incluso militares,
resulta alarmante como el sistema se conforma con marginar a aquellos
individuos que se salen de la norma y que en ningún momento busca canalizar a
esa persona “fruta podrida” hacía alguna institución que ofrezca apoyo
profesional integral, con el cual, probablemente Dahmer hubiera salido del
alcoholismo que padecía. Vemos en este asesino serial una vida de profunda
soledad, aislamiento y rechazo desde el núcleo familiar y en todas las
instituciones de las que formó parte. Nadie se responsabilizó de su vida desde
el nacimiento, todos buscaron que alguien más se hiciera cargo de él.
El diálogo que tiene con su padre
dentro de la serie, cuando sale de la prisión en su primera detención es devastador, pues el
padre espera que el sistema carcelario haya brindado el tratamiento psicológico
que necesitaba su hijo y a pregunta expresa de si lo recibió, la respuesta es
escalofriante: “Ahí adentro te dejan solo”.
Esa sola frase da cuenta de modo contundente cómo el sistema carcelario e
incluso el llamado sistema de reinserción social no ha funcionado entonces, no
funciona ahora y de no hacer cambios estructurales urgentes, seguirá sin
funcionar. No es problemática exclusiva de primer mundo, actualmente el sistema
penitenciario mexicano padece iguales o peores problemáticas. En un estado
democrático ya no podemos ver al Derecho Penal y a las sanciones que derivan de
él desde una visión punitiva, sino que la exigencia para el Estado sea la de
garantizar un sistema donde los
individuos que sean privados de su libertad reciban las herramientas educativas
y psicológicas necesarias que les permitan en su egreso, reinsertarse a una
vida productiva dentro de la comunidad.
Finalmente la serie muestra de
una forma desgarradora, como las personas pobres, los afro-descendientes y los
homosexuales son el blanco idóneo para convertirse en víctimas no solo de
discriminación, clasismo, fobias y racismo; sino de una invisibilidad que
muchas veces les cuesta la propia vida.
Historias como la de Dahmer me
hacen cuestionarme: Si el sector salud hubiese ayudado eficazmente a la madre
de Jeffrey, ¿habría historia que contar?; Si las escuelas o la milicia hubieran
buscado la rehabilitación para el alcoholismo de Dahmer, ¿El caníbal de Milwaukee
hubiera canalizado su energía positivamente?; Si el sistema penitenciario
hubiera hecho un trabajo social de reinserción, ¿Habría 17 víctimas?; Si el
racismo histórico lo hubiésemos superado
como colectividad informada, ¿las denuncias a Dahmer lo hubieran detenido a
tiempo?
Tal vez es ingenuo de mi parte,
pero no creo en la maldad per se. Creo
que todos somos resultado de la suma de múltiples factores como lo son: la
genética; los valores aprendidos e
inculcados o no dentro del núcleo familiar; la estructura ambiental de
desarrollo, misma que implica educación formal, integración social, pertenencia
comunitaria y acceso a una vida digna. Del resultado de la sumatoria anterior
depende la calidad de vida de cada miembro del conjunto social y su actuar
dentro de él.
Concluyo que es deber de todos,
analizar el cómo estamos construyendo el tejido social y fomentar desde
nuestras respectivas trincheras una cultura menos individualista que permita
generar redes de apoyo y estructuras más justas, que resulten en una sociedad
en la que no tenga cabida historias como la de Jeffrey Dahmer.
Ya termine de ver la serie. Ya puedo opinar sobre este tema. Me gusto mucho su artículo Diana. Creo que es importante mejorar en todos los aspectos que menciona y también enfocar nuestra atención en el tratamiento y prevención de adicciones, que creo que es un factor fundamental en gran parte de asesinatos y suicidios. Gracias por compartir. Atte. Maribel Romero
ResponderEliminarHola. Ya le comunicamos tu comentario a la autora. Gracias por leernos.
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