La siesta del martes: entre el crimen y la necesidad


 

Por Alba Nidia Morin Flores

La siesta del martes (1962) es un cuento breve perteneciente al libro Los funerales de la Mamá Grande escrito por el ganador del Premio Nobel de Literatura en 1982 Gabriel García Márquez. La narrativa excepcional del colombiano nos adentra en una historia singular situada entre el vagón de un tren, en el que viajan una mujer y su hija, y un pueblo “caluroso y solitario”.

Desde el comienzo, la historia refiere a las condiciones económicas paupérrimas en las que se hallan ambas mujeres, pues viajan entre las plantaciones de bananos en la tercera clase de un tren con “una bolsa de material plástico con cosas que comer y un ramo de flores en papel de periódicos”. Madre e hija llegan a una “estación sin pueblo” en la búsqueda de Carlos Centeno, asesinado por intentar robar una vivienda.

Durante el desarrollo del relato se sabe que aquel hombre es el hijo de la mujer, el cual, ante las condiciones de pobreza extrema en las que se encontraba, decide robar para llevar alimentos a su familia; sin embargo, la madrugada de un lunes, la señora Rebeca, “una viuda solitaria que vivía en una casa llena de cachivaches” escuchó que alguien trataba de ingresar a la casa “agarró el arma con las dos manos, cerró los ojos y apretó el gatillo”.

La mañana siguiente, Carlos Centeno amaneció muerto “con la nariz despedazada”, llevaba como vestimenta “una franela a rayas de colores, un pantalón ordinario con una soga en lugar de cinturón, y estaba descalzo”. Nadie lo había visto nunca en el pueblo.

La manera en la que muere Carlos Centeno, la búsqueda desesperada de sus familiares por acudir al panteón a llevarle “flores marchitas”, la recomendación de la madre de no robar “nada que le hiciera falta a alguien para comer”, así como el diálogo que entablan el sacerdote y la mujer acerca de la bondad o maldad de los actos del fallecido permiten la aproximación a diversas problemáticas sociales necesarias para repensar la comisión de delitos y crímenes en sociedades como las nuestras.

Y es que la desigualdad en México y en la región latinoamericana es una de las principales dificultades a la que se enfrentan los gobiernos, situación que propicia, en muchas ocasiones, los crímenes y la delincuencia, pues, aunque para algunas personas los pobres tienen otras alternativas para llevar el pan a su casa (si lo desean con fuerza todo se puede lograr), de acuerdo con estudios del Banco Mundial, en México hay una relación directa entre la desigualdad y la violencia, es decir, entre mayor desigualdad mayores índices de violencia.

Por todo lo anterior, La siesta del martes es un relato de necesaria lectura en la formación jurídica si queremos entender las complicadas relaciones entre la comisión de crímenes, la violencia y las condiciones socioeconómicas en lugar de únicamente memorizar los tipos penales y las sanciones correspondientes.

 

 

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