A la sombra del multiculturalismo

 Por Arturo Reyes 

Pátzcuaro tiene una fuente con la escultura de Vasco de Quiroga, feligrés utópico en el Nuevo Mundo. A tata Vasco se le atribuyen las primeras defensas de derechos indígenas en Michoacán; por eso lleva un bastón de mando. Lo sostiene su mano pétrea e inmaculada. Desde ahí dicta silencios mientras un ejército de palomas le acompaña.

Alrededor de él se camina para advertir su mirada sin vida. Algunos, se sientan en una banca cercana, comen un elote o una nieve de pasta y se olvidan del tiempo como él algún día se olvidará de ellos. Fue allí donde comencé una lectura de desconocida, la poesía de un pueblo lejano que fortalece el mosaico cultural de la familia humana.

La antología de esa tarde fue un libro de poesía angolense. A la sombra de un imbondeiro es como los antologadores decidieron titular la muestra. En el prólogo del libro, Furé (2012) escribió que: “Existen compromisos que se convierten en nuestra misión de vida” (p. 7), lo que me pareció debelador, sobre todo porque líneas antes había subrayado un proverbio africano: “No debemos olvidar nuestros orígenes, porque el futuro está lleno de muchos imprevistos” (p. 6).

Tal vez, sin proponérselo, la obra realiza una acusación poética; por medio de los poemas se denuncia la violencia y la esclavitud histórica a la que han sido sometidos los pueblos originarios. Si bien es cierto que hoy en día existen cuerpos normativos que reconocen y protegen la diversidad cultural, también lo es la falta de eficacia de las políticas públicas de Estados como el mexicano.

Sé que ni el derecho ni la economía se ciegan a la multiculturalidad, pero pareciera que sus intereses no son disminuir la brecha de la desigualdad, sino que hay una intención mercantil. ¿El sistema se vale de la mente y de los modelos sociales para dictar las normas de vida? ¿Se renovó la fórmula cartesiana porque ahora hay un nuevo lema: consumo, luego existo?

 

Referencia:

Furé, R. (Ed.) (2012). A la sombra de un imbondeiro. UNEAC