¿Y si no viviera con esto?
Juan Ignacio Bilbao Vázquez
Hace unas semanas viendo twitter me encontré con un texto de alguien a quien yo admiro mucho y le tengo
un gran aprecio, en el que reflexionaba ¿Cómo sería su vida si no
viviera bajo una condición clínica que le produce ciertas circunstancias? No
pude evitar sentirme identificado con dicho planteamiento, así que me tomé
unos días para pensar y repensar esa pregunta y aquí mis reflexiones que
comparto.
Vivir es
la constante búsqueda y aunque parece que todos y cada uno
de los seres humanos buscamos cosas distintas, lo cierto es que todas esas
cosas convergen en un solo punto: ¡Sobrevivir! En lo que hay diferencia es en
la manera en que sobrevivimos, hay personas que sobreviven de una manera
tranquila y otras tantas hacen de la adrenalina una forma de vida.
No puede
ignorarse que en la sociedad existen condiciones estructurales que provocan
ecosistemas de sobrevivencia violenta en sus distintas dimensiones y
consecuentemente las personas somos resultado de las circunstancias que nos tocaron vivir en contraposición al cómo nos adaptamos a ellas o las
enfrentamos. Vivir bajo circunstancias discapacitantes se torna complejo porque
nadie está preparado para asumirlas.
Así que es
muy válido preguntarse cómo es que sería nuestra vida sin los entornos que
dificultan nuestra existencia, incluso tiene validez desear que no nos
acompañaran en nuestro día a día y eso no es victimizarse porque genuinamente
tenemos derecho a vivir conforme a lo que mejor nos parezca, en el entendido de que una
vida sin dificultades no perjudica a nadie.
Pero decía
renglones arriba que las personas somos producto de nuestras circunstancias y de
la adaptación que presentamos ante ellas, por lo que seguramente de no vivir
con estas condiciones no seriamos nosotros y lo más probamente es que ni
siquiera nos mostraríamos receptivos a tareas importantes como impulsar un
mundo incluyente.
También la fantasía de una existencia sin discapacidad, me ha llevado a pensar que mi vida
sería mucho más sencilla, sin discriminación y situaciones de algún tipo de violencia, con un entorno laboral mucho más accesible, aunque en realidad todos enfrentamos problemas, a veces pequeños a veces grandes, lo cual
lleva a concluir que vivir ya de por sí es complicado.
Me parece que es muy
válido buscar vivir sin tantas complicaciones, sin embargo; en esta reflexión
entre nuestra expectativa de vida contra nuestra vida real, valoramos lo
que somos hoy día en consciencia de que lo otro solo es una hipótesis que no
necesariamente sería factible porque en el día a día la adversidad siempre está
presente. Y a esa valoración darle un peso específico para decidir que
realmente es lo mejor si vivir con las condiciones que nos tocaron o vivir sin
ellas, en lo particular después de mucho tiempo decidí que es mejor vivir con
las condiciones que me tocaron.
La razón
de lo anterior es que, vivir con estas condiciones me hicieron darme cuenta que
hay situaciones que se dan de hecho, que merecen ser cambiadas y tener esa
sensibilidad desde la experiencia y si el costo de esa sensibilidad es pasar
por dificultades adicionales a vivir, pues con gusto se paga el precio, porque
esto significa atravesar por un proceso de formación de la persona que llevan a
uno a ser quien es y eso no es intercambiable por alguna otra cosa.
El proceso
de valorar lo que se es y con lo que se vive, frente a lo que pudo haber sido,
se asemeja a lo que se describe en el Libro del caballero de la armadura
oxidada de Robert Fisher, donde con un estilo alegórico, nos describe la
historia de un heroico caballero que todo el tiempo está portando una armadura
que en un momento determinado ya no se puede quitar y con esto inicia un
peregrinar para poder despojarse de ella ¿Cuántas veces nuestras circunstancias
discapacitantes o no se han convertido en una pesada armadura de la que es casi
imposible deshacernos? Y ¿Cuán injusto es ceñirse una armadura que no nos
permite construir un mundo incluyente?
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