El legendarium de Tolkien y el Derecho
Por Hugo Enrique Mendoza Carbajal
El escritor, lingüista y profesor John Ronald Reuel Tolkien, mejor conocido como J.R.R. Tolkien, es el artífice de la mitología de la Tierra Media, aquel mundo de fantasía que pudimos admirar en la pantalla grande con las trilogías de “El Señor de los Anillos” y “El Hobbit”, mismo que ha recobrado su auge con el próximo estreno de la serie para Amazon Prime, “Los Anillos del Poder”, cuyo primer episodio saldrá en septiembre 2022.
Para Tolkien, este universo literario prácticamente es el trabajo de su vida pues siguió puliéndolo hasta su muerte en 1973. Ante la ausencia de una verdadera mitología en Inglaterra, a diferencia de otros países, el autor decidió imaginar una llegando al grado de inventar lenguas, razas, naciones y su ethos. La razón de dedicar tantos años a su obra deriva de la atención al más mínimo detalle con la finalidad que el lector pudiera inmiscuirse en la historia y los valores que ésta guarda.
Por tal motivo, el Derecho también está presente, aunque no lo percibamos a simple vista, por lo que es menester analizar las normas y legislación que regulan a sus habitantes. Lo cual resulta algo sencillo pues aquí los personajes o son blancos o son negros, no hay gris, a diferencia de otros textos como la saga de “Juego de Tronos” de George R.R. Martin. Así, uno de los principales autores en español que estudia el tema en cuestión es el abogado José María Miranda Boto con su libro “El Derecho en Tolkien”, partiendo del principio ubi societas, ibi ius.
Como punto de partida podemos hablar de los héroes de los filmes de Peter Jackson: los hobbits. Bilbo Bolsón recibió la visita de trece enanos acompañados de Gandalf el Gris pues buscaban a un saqueador, alguien que pasara desapercibido, ya que pretendían recuperar el reino de Erebor de las garras del dragón Smaug. Thorin, el líder, ofreció a cambio una parte alícuota del tesoro que ahí se encontraba. Para guardar la formalidad, le extendieron a Bilbo un contrato con dichas especificaciones, a lo cual después de pensarlo con detenimiento,aceptó y firmó. Esto implica, por lo menos, los elementos esenciales y de validez de los acuerdos de voluntades entre particulares.
En cuestión laboral, está el caso de Frodo y Sam, quienes, a pesar de la amistad que pudieran tener, en términos llanos son patrón y trabajador respectivamente; recordemos que Sam –quien funge como jardinero- siempre se refiere al sobrino de Bilbo como “señor Frodo”. Por ende, hay un vínculo de subordinación a cambio de una contraprestación, pudiendo tener ambos ciertos derechos y obligaciones, mismos que no se especifican.
Hablando de Sam, después de los eventos que culminaron en la destrucción del Anillo Único, el rescate de la Comarca tomada por Saruman (sólo en los libros), y del viaje de Frodo a las Tierras Imperecederas, fue alcalde hasta en siete ocasiones, lo que se traduce que para los hobbits existe la democracia a diferencia de otros reinos como Gondor y Rohan, aunado de la posibilidad de la reelección.
Pero no hay que limitarnos a los eventos que ocurren en “El Hobbit” o “El Señor de los Anillos”, mismos que acontecen en la Tercera Edad del Sol. En la Segunda Edad, sobresale la isla de Númenor, ubicada al oeste entre la Tierra Media y Valinor, a donde Gandalf, Bilbo y Frodo parten al final de “El Retorno del Rey”.
Rescatemos la historia de “Aldarion y Erendis” contenida en los “Cuentos Inconclusos”, serie de relatos iniciada por el profesor y culminada por su hijo, Christopher Tolkien. Aldarion, heredero al trono de Númenor, cae enamorado de Erendis, pero tuvieron varios impedimentos para seguir su relación, pues actuaban contra la norma y en perjuicio de la corona. En primer lugar, los númenóreanos como Aldarion son descendientes Elros, mitad elfo y primer rey de la nación fantástica y, por ende, su expectativa de vida era más longeva. En cambio, Erendis proviene de la casa de Beor, raza de hombres mortales que combatieron ante el primer señor oscuro Morgoth, y cuya esperanza de vida obviamente es menor. En el poco tiempo que tenían para tener descendientes, sólo pudieron concebir una sola hija, Ancalimë; hasta este punto, los varones eran los únicos quienes tenían derecho a ser monarcas. Así, en contra dela tradición de que un hombre gobernará, se cambió el régimen para que una mujer sea la reina de Númenor y pudiera heredar el trono.
Como primera conclusión, se esboza un derecho consuetudinario. No hay códigos, no hay ley escrita. Existe una cosmovisión centrada en la religión y la moral, y podemos afirmar que la base social se fundamenta en la familia. Pero a la vez se actualizan fenómenos interesantes; veamos el caso del rey-elfo Finwë, quien a la muerte de su primera compañera/esposa Míriel se casa por segunda vez con Indis. O al antijurídico ser Tom Bombadil, quien no obedece a nadie y a nada, pero tiene por cónyuge.
Sobre estos y otros temas, podríamos abordarlos en una segunda entrega
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