La justicia para las mujeres comenzó siendo justicia electoral: El caso de Las Sufragistas
Karla Denisse Martínez Roldán
Durante los últimos siglos a nivel
mundial se han realizado diversos movimientos para ir logrando la igualdad
sustantiva entre los hombres y mujeres; aún y cuando se han realizado diversos
movimientos y con el transcurso del tiempo se han logrado adquirir mayores
derechos, aún hay mucho que hacer.
Desgraciadamente, en el país hemos visto
diversos acontecimientos que nos han movido a reflexionar respecto del largo camino por andar para nosotras como mujeres en la búsqueda para tener completamente
reconocidos nuestros derechos.
Recientemente en una tarde
de películas una llamó mi atención; película británica estrenada en
2015, basada en hechos reales de un grupo de mujeres que buscaban su derecho al
voto.
Las sufragistas (Sarah Gavron), nos habla de un movimiento realizado aproximadamente en 1912, en donde las mujeres británicas
reclamaban pacíficamente el derecho al voto, pero al ser ignoradas; y, cansadas de no ser escuchadas, hicieron el movimiento más
impetuoso, llevándolas a decir en muchas ocasiones que, para respetar la ley,
la ley debía ser respetable; conseguir el voto de la mujer debía de ser
hechos y no palabras.
El movimiento se estaba volviendo tan peligroso para el gobierno británico, que contrataron a una persona para vigilarlas y les diera estrategias para contrarrestarlo. Principalmente, el desarrollo de la película se basa en la perspectiva de Maud Watts, una joven mujer que trabajó en una lavandería toda su vida, quien había quedado huérfana desde pequeña, había sido abusada de joven por el dueño de la lavandería, y aún y cuando estaba casada y tenía un hijo, veía la desigualdad presente en el trato que recibían a comparación de los hombres. Diversos acontecimientos la llevaron a afianzarse más al movimiento y uno de ellos fue que en una de las ocasiones al ser arrestada y su esposo al expulsarla de su casa decidió dar su hijo en adopción, quitándole a ella lo más valioso que tenía, su hijo.
La lucha fue fuerte y voraz, pero nunca
perdieron de vista que no se debía de subestimar el poder que tenía la mujer para
definir sus propios sueños; preferían ir a prisión para obtener el voto y que
fueran los vidrios del gobierno y no los cuerpos de mujeres los que se
quebraran; jamás se rindieron, jamás dejaron de luchar.
Por todas las injusticias que vivieron
buscaron la manera de ser escuchadas y se les tomara en cuenta; fue en el
momento en que Emily Davison una de las sufragistas, en un evento del gobierno
realizó un acto que diera gran impacto; dio todo lo que tenía por otros. Fue su
vida, la que dio; esto permitió que poco a poco se consiguiera el voto femenino
en diversos países, siendo también uno de ellos México en 1953.
El estar más consiente del año en que
México se aprobó el voto de la mujer, me llevó a reflexionar que mis abuelas,
parte de su vida no tenían ese derecho de ser escuchadas de manera formal ante
las instituciones o los gobiernos, que solo tenían que cumplir con las cosas
del hogar y gracias a esos movimientos fue el inicio de un gran cambio, que
ahora me permite ser partícipe de manera activa en la sociedad.
Actualmente, aún hay diversos
movimientos por parte de las mujeres para que los derechos establecidos en la
ley, no sólo se queden en letra muerta, si no que cobren vida, para que la ley
sea respetable y se respete.
Podemos, tener en mente diversos
acontecimientos recientes en nuestro país donde hemos visto afectados de una u
otra manera algún derecho humano de las mujeres; su vida, su salud, sus
decisiones, su participación, etc. Aún estamos avanzando, todavía queda mucho
por hacer, aún hay mucho por lo cual luchar, incluso la misma lucha por nuestros
derechos político-electorales, porque no todas las mujeres aún pueden
presentarse como candidatas, porque presentándose sufren acoso y violencia.
En el guion, Abi Morgan destaca la necesidad
de mantener vivos los ideales de justicia:
Sueños…
La mujer errante avanza, buscando la tierra de la libertad. ¿Cómo he llegado ahí? Razón, respuestas. Hay un camino y sólo un camino, por las sendas del trabajo, por las aguas del sufrimiento. No hay otro más, la mujer habiendo desechado todo a lo que se aferraba, ahora clama: ¿Por qué ir hacia esta tierra lejana que nadie ha alcanzado? Estoy sola, profundamente sola. Y la razón le dijo: ¡silencio! ¿qué es lo que oyes? Ella dijo: oigo sonido de pisadas, miles de veces, decenas de miles de miles y ellas marchan así. Son los pies de quienes han de seguirte, sigue adelante.
También quiero recomendarte la lectura de la novela del mismo nombre Las sufragistas,
escrita en 2016 por la activista LGBTQ+ Nina Peña Pitarch, quien le da un
enfoque novedoso y con cierto erotismo a aquella lucha de principios del siglo
XX en Inglaterra.
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