El indigenismo analizado desde el personaje de Nicolás en "El Zarco"

 


Por Valeria Hernández Reyes

Continuando con el análisis de El Zarco (1886) de Ignacio Manuel Altamirano (ver entrada) es forzoso hablar de la ideología diseminada por el autor a lo largo de toda la novela, el indigenismo, y una reflexión sobre su relación con la igualdad de género.

Recordemos que esta obra literaria es un reflejo del contexto político y social del siglo XIX a finales de la Guerra de Reforma y su objetivo era influir por medio de la literatura en la construcción del nacionalismo.

Para quienes no han leído el libro, El Zarco es una historia ubicada en Yautepec donde un grupo de bandidos denominados Los plateados siembran el terror entre la ciudadanía por medio de robos y asesinatos. El líder de la banda es el Zarco quien tiene una relación con Manuela, la mujer más bella de la ciudad. Nicolás, un herrero indígena, está obsesionado por Manuela, pero ella constantemente lo desprecia por sus orígenes étnicos. Nicolás conocerá el verdadero amor gracias a una mujer criolla llamada Pilar, se casará con ella, pero antes de esto tendrá que enfrentar muchas vicisitudes y malos tratos por su origen. El racismo está presente crudamente en el personaje de Nicolás, quien sufre los comentarios más despectivos por parte de Manuela:

-       ¡No!, ¡nunca, mamá! -interrumpió bruscamente Manuela – estoy decidida; no me casaré nunca con ese indio horrible a quien no puedo ver…Me choca de una  manera espantosa, no puedo aguantar su presencia… Prefiero cualquier cosa a  juntarme con ese hombre …Prefiero a los plateados- añadió con altanera resolución.

Sin embargo, para el resto de los personajes Nicolás es un hombre perfecto, humilde, bueno y trabajador.

Destaca la presencia de otro indígena con cualidades extraordinarias casi a nivel de héroe y además miembro una clase social alta, me refiero a Benito Juárez quien simboliza la transformación del indígena a un ciudadano moderno y respetado por la sociedad.  En contraste a ellos, los españoles, los blancos y los criollos son descritos como personas impuras, malvadas y egoístas.

Es aquí donde la técnica narrativa se vuelve interesante, ya que fue fundamental atribuir una supremacía moral al indígena para lograr la construcción de una nación que requería superar la época de la Colonia. No obstante, el indigenismo difundía que los pueblos originarios debían occidentalizar sus valores, idioma, costumbres, cultura y de ser posible requerían casarse para blanquearse, así como Nicolás lo hizo cuando contrae matrimonio con Pilar.  

Otro dato curioso sobre Nicolás es que se habla de él como un miembro respetable de la sociedad, pero su origen étnico específico nunca es mencionado, es decir, su pasado indígena fue borrado en la narración. Esto simboliza la aculturación, la eliminación de su identidad, sin este proceso los indígenas no podían formar parte de una  nación. Nicolás no es el mejor indígena, es el mejor ciudadano de Yautepec, ya habla español y como “premio” se casará con una mujer blanca. Este es un rasgo del modelo de vida que se promovía y se sigue promoviendo para los indígenas, el blanquearse, el modernizarse, occidentalizarse.

La lectura de El Zarco es necesaria como un ejercicio psicoanalítico para entender la interseccionalidad de el machismo, el clasismo y el racismo. Si en la entrada pasada abordé la desigualdad entre hombre y mujer, hoy me interesa resaltar que  el hombre blanco tiene muchos privilegios sobre el hombre indígena  y valdría la pena reflexionar sobre cómo se debe atender la igualdad de género en matrimonios mixtos. Nicolás fue perfeccionado para representar a un indígena ideal, pero no se eliminó el sesgo machista.  Es por eso relevante volver a citar a José Ramón Narváez en su artículo “Seducidas y robadas. Apuntesjudiciales y extrajudiciales sobre el rapto en el siglo XIX” porque nos regala una mirada real a la violencia marital y de pareja que se vivía en esa época.


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