Una teoría del Estado Fallido a través de la literatura latinoamericana: el caso de Pantaleón y las visitadoras

 


Por José Ramón Narváez

Posiblemente exista una historia del Estado fallido latinoamericano en nuestra literatura, por ejemplo en  Pantaleón y las visitadoras de Mario Vargas Llosa, aunque se trate en principio de una crítica al ejército, en realidad podemos observar la tragicomedia estatal latinoamericana, esa que genera sociedades tóxicas, somos como las visitadoras, se nos exige plena devoción, respeto y sometimiento; nuestra sodomización es esperada y necesaria. Como en la misma novela del hispanoperuano, nuestra realidad cada vez se torna más grotesca, como bien dicen: la realidad supera la ficción. en la necesidad de cumplir con los altos fines marcados, el Estado tiene que tranzar con tipo de traficantes para poder administrar mejor la vida pública, basta que todas esas prácticas en algún momento sean saneadas a través de procesos burocráticos incluidos aquellos contemplados bajo en manto protector de la justicia constitucional. El Estado disfruta de los eufemismos le coloca nombres rimbombantes a acciones en las que traiciona nuestra confianza y abusa de nosotros, justo como en la novela, jamás dirá que nos prostituye.

Pantaleón Pantoja es la representación más acabada del servidor público latinoamericano que se capacita, que cree en el sistema y que en algún punto se corrompe mirando como todos pervierten el sistema para saciar sus intereses personales, siempre es posible disfrazar todas esas operaciones como necesarias para el funcionamiento del Estado, el secreto está en saber manejar las formas; en algún momento la sociedad se conforma, se aquieta y pone sus esperanzas y expectativas en el poder disfrutar de esos beneficios de forma indirecta, y entonces se vuelve cómplice y víctima, y adopta la propia propedéutica corrupta, y señala entonces a los sectores que deben ir a pagar las cuentas en nombre de la sociedad víctimas dispuestas al sacrificio como las llama Agamben, en nuestro caso y en el de la novela, sobre todo mujeres. La cuestión es que los beneficiarios de la corrupción jamás acaban, al contrario se vuelven cada vez más ambiciosos, son insaciables.

El Estado contemporáneo, convertido en un sistema caníbal, como en Soylent Green de Richard Fleischer (1973); para disfrutar de derechos y libertades otros deben perderles, a nivel global y a nivel nacional. Nadie debe hacer preguntas porque so pena de convertirse en un enemigo del Estado, como en la obra de Vargas Llosa.

Apenas he citado uno de los muchos ejemplos de nuestra literatura, pero es curioso que para tener una visión crítica del asunto sirva más la literatura que cualquier libro especializado sobre el Estado Constitucional Democrático de Derecho, quizá eso demuestre el nivel de alienación que se vive en la teoría del Estado y del Derecho, y como en otros casos sea la cultura, el arte, la literatura el instrumento para una emancipación hermenéutica.     

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