Minority Report: Debido proceso, libre albedrío y statu quo
“You can choose” (“Puedes elegir”), son las
palabras que en la obra cinematográfica “Minority report” le dice la precog
Agatha[1] a John Anderton para que
no siga su destino profético y pueda así transformarlo. Si bien esta película
se basa en el cuento de Phillip K. Dick, es decir, no narra la historia tal
cual, sino que lo adapta a la pantalla con otro tratamiento, cabe mencionar que
el trabajo realizado por los guionistas Scott Frank y Jon Cohen es acertado.
En ambas obras la línea argumental se centra en
el debido proceso y en el “libre” albedrío, pues una pregunta (y reto)
constante para la humanidad es ¿por qué el humano mata? Algunas coordenadas
útiles pueden ser proporcionadas por el Homo amoeba, aquel ser que
prioriza su supervivencia por encima de cualquier ataque, en donde encontramos
a la legítima defensa como uno de los extremos positivos, en el que podría ser
permisible acabar con la vida de otro ser por conservar la propia, pero puede
llevar a extremos negativos a través de la acumulación avara de recursos
naturales, medios, estatus y oportunidades. Un porcentaje de las poblaciones
carcelarias en el mundo denotan que las sentencias relacionadas con crímenes
económicos son abundantes, desde el robo famélico hasta los delitos de cuello
blanco, pero otros son cometidos por el Homo emotionalis, pues es muy común
que los humanos basen sus acciones en sus emociones, desde delitos sexuales
hasta crímenes pasionales, cometidos con fundamento en el deseo, el rechazo o
incluso el reconocimiento. Pero hay otro tipo de criatura dispuesta a cometer
crímenes por conveniencia y beneficio propio, el Homo dominus, aquel
ente que posiblemente cuente con suficientes medios materiales para su
supervivencia, que puede no solo pertenecer al status quo, sino que lo
confecciona, lo alimenta y estaría dispuesto a hacer todo por mantenerlo, o
incluso de forma discursivo-material para establecer “quién manda”, acciones
que pueden ser englobadas en el título del álbum “Vulgar display of power” del
grupo de rock pesado Pantera. En resumen, unos podrían matar por necesidad,
otros por deseo, y algunos más porque pueden (e incluso, tienen la ley y las
estructuras institucionales a su favor).
Con estas coordenadas adentrémonos en la
historia de Phillip K. Dick, quien desde la ciencia ficción nos narra el
sistema de “precrimen” para una sociedad en donde los asesinatos han logrado
controlarse y prevenirse con la ayuda de tres “precogs” (precogniscientes),
seres cuasi autistas (aunque en la novela los refiere como “idiotas babeantes”)
que tienen visiones y premoniciones que son interpretadas por una máquina que
las muestra al cuerpo de policía y que previsualizan asesinatos que serán
cometidos (con al parecer bastante certeza) en un futuro cercano-mediato,
situaciones en las que el escuadrón precrimen, liderado por John Anderton, actuará
para prevenirlos, deteniendo así a presuntos criminales que son atrapados y
encarcelados por crímenes que nunca fueron/serían cometidos. La mayoría de las
veces los precogs están totalmente de acuerdo y emiten “majority
reports” (la versión del futuro que cada uno ve y coincide con la de los
demás), pero en ocasiones, solo dos de las visiones de los precogs están
de acuerdo y la otra no, por lo que emite un “minority report” (reporte
minoritario), que representa tal cual un futuro no coincidente donde puede
entrar el “beneficio de la duda” o la “duda razonable”, y que abre la
posibilidad de que el libre albedrío nos ayude a decidir en un último momento
no ser víctima de las circunstancias, no actuar conforme a los causas y efectos
estructurales ocasionados por aspiraciones o estímulos sociales que nos hacen
actuar en consecuencia, esa sujeción foucaultiana que hace de los individuos
“sujetos”.
Si bien este planteamiento es en sí ya muy
interesante, es preciso mencionar el conflicto al que se enfrenta el
protagonista en la novela (motivación que es diferente en la película, y no por
ello menos interesante, pues pone en el reflector la falibilidad, no del
sistema, sino humana), y es el que se refiere a una cierta violencia inherente
a ciertos humanos que los hace más propensos al uso de la fuerza para imponer
su propia estructura a los demás, y que tiene que ver con un cierto grupo que
elige imponer la jerarquía mediante el uso de las armas (así como su
fabricación y venta). El sistema de “precrimen” favorece una cierta paz social,
pero en el camino priva del libre albedrío, además de excluir a la clase
guerrero-militar tan presente en la historia de la humanidad, y es por ello por
lo que a John Anderton se le tiende una trampa y se le incrimina para hacer ver
que el “precrimen” no funciona, y que sería mejor volver a tomar las armas para
el mantenimiento de una paz romana en la sociedad.
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