De Ociosidad, Arte y Otros Vicios: A propósito de “Átame” de Almodovar
Por Diana Gómez Carrillo
“Tengo veintitrés años y cincuenta mil pesetas; y estoy solo en el mundo. Intentaré ser un buen marido para ti y un buen padre para tus hijos” Esta es la declaración que hace Ricky (interpretado por Antonio Banderas) a Marina Osorio (interpretada por Victoria Abril) en el octavo filme del gran Pedro Almodóvar: “Átame”, el cuál fue rodado en el año de 1989.
Si bien es cierto que
Almodóvar ha sido uno de los directores que se ha distinguido por narrar
historias transgresoras, no solo desde el punto de vista estético, sino desde
el punto de vista social y por ende, cultural; al hacer un análisis de “Átame”
en la actualidad, sí la describo como una obra maestra basada en amor, lealtad
y pasión; podría resultar políticamente incorrecto para un gran sector de la
sociedad, pues muchos puristas de la moral y buenas costumbres podrían decir
que la película es una apología del delito, que versa sobre una mujer
violentada, que la protagonista sufre síndrome de Estocolmo o que es la indecente
la historia de un hombre que no goza de salud mental y es delincuente
consuetudinario, así como un largo etcétera.
No obstante lo anterior, me
aventuro a adentrarme en la trama de la película en cuestión para, en descargo
mío, señalar porqué la considero una de las mejores obras del cineasta español
y una historia que refleja la inherente necesidad humana de dar y recibir amor,
y el proceso por el que cualquier relación de pareja atraviesa para consolidar
un proyecto de vida, mismo que al final del día, está, de algún modo, sujeto al
azar. La trama es la siguiente:
Ricky, un joven que ha pasado
toda su vida en hospitales psiquiátricos por sentencia judicial, en una
escapada de ellos va a un prostíbulo donde conoce a Marina, paga por sus
servicios y al volver al psiquiátrico después de esa noche, sabe que quedó
profundamente enamorado y se convierte en un obseso de ella; es así, que una
vez que Ricky cumple la última de sus sentencias y logra la libertad anhelada,
solo tiene un propósito por el cual vivir: encontrar y enamorar a Marina.
Encontrarse de nueva cuenta no fue difícil, pues Marina después de trabajar en
el burdel asciende a estrella porno y de ahí, un director erotómano, la llama
para convertirla en actriz de cine convencional. Así, Ricky la encuentra en el
foro de filmación de la nueva película de Marina y se da cuenta que ella no lo
recuerda, por lo que decide secuestrarla en el propio departamento de la
protagonista para enamorarla; así que después de noquearla hasta perder el
conocimiento para poder raptarla, en cuanto ella recobra la cordura, él le hace
la propuesta de matrimonio que abre esta columna.
Sin duda, la síntesis fría no
da cuenta ni hace honor a los grandes diálogos de los personajes, quienes a
partir de un hecho insensato, cruel e incluso delictivo como lo es el
secuestro, se conocen bajo las peores condiciones posibles, mostrando sus
peores defectos, y aun así, van dejando rebasados los problemas mentales de
Ricky que afloran de forma violenta cuando ella no le obedece, así como la drogadicción
de Marina que le hace llevadera la vida para poder lidiar con su pasado como
prostituta y pornstar, para dar paso
al amor y al acto volitivo de unir sus vidas para siempre.
La grandeza de la narrativa
radica en que durante el secuestro ambos personajes se muestran apasionados y
grandes de corazón, pues a pesar de que ninguno tuvo la oportunidad de
desarrollar sus habilidades o formarse como “personas de bien”, hicieron todo lo que estuvo en sus manos para
sobrevivir en solitario dentro de una sociedad que los juzga, aísla y
discrimina. Es por eso que durante el secuestro, a ninguno le importa mostrarse
con todos sus defectos de carácter, mismos que en lugar de alejarlos, los van
uniendo, no solo por la soledad, sino por el mero hecho de encontrar
reconocimiento, identificación y refugio el uno en el otro.
No es a pesar de sus miserias humanas
que comienzan a amarse, sino que es precisamente por sus miserias, vacíos y
mezquindades que comienzan a amarse. Y desde esta óptica, me pregunto: ¿Qué
amor más legítimo que el que nace desde la adversidad? ¿Qué amor más puro que
el que se funda en el conocimiento de los defectos del otro? ¿Qué amor más
bello que el que nace de la plena aceptación del otro? El clímax de la película
se alcanza cuando Marina se reconoce enamorada, pero temerosa a entregarse más
allá del cuerpo, le ruega a Ricky “Átame”.
Es así como paradójicamente, en plena
consciencia de los defectos e incluso de los riesgos de estar con un enfermo
mental, oprime su racionalidad para recibir todo el amor que la vida le había
negado. De igual modo, Ricky apuesta por la sexoservidora heroinómana,
asumiendo también los riesgos implícitos de querer formar una familia con ella.
Al final, todos hemos hecho
concesiones en nombre del amor, pero este cuento de hadas no comienza con
construcciones idílicas, al contrario, nace de la pasión pura, de la necesidad
humana más básica: reflejarse en la otredad y sentirse valorado, sin importar
las circunstancias.
Todas las relaciones son
susceptibles de fallo y finales caóticos; pero “Átame” nos demuestra que a veces, los finales felices son aquellos en los que
racionalmente elegimos lo irracional.
Por eso los temas de inclusión son muy importantes porque la desigualdad de los grupos vulnerables no sólo es económica, política o social, la desigualdad causa un impacto en el desarrollo psicológico, en la vida privada y emocional. Creo que los personajes de la película no gozaron del derecho al libre desarrollo de la personalidad y lo que definen como amor podría ser solo una relación codependiente. Ojalá entendiéramos en un sentido amplio lo que es ser responsables de la felicidad de los demás. Si este caso fuera real, todas las personas que estuvieron a su alrededor son quienes les han causado que se conformen con esa experiencia con ciertos rasgos de afecto, pero la mayor experiencia del amor tiene que incluir la dignidad. Por eso es importante educarnos en una cultura de afectividad y de paz, para crear relaciones sana y un desarrollo integral para todos.
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