Del entretenimiento a la historia: una lectura distinta del Super Bowl
Por Diana Gómez Carrillo
“Broken heart again
Another lesson learned
Better know your friends
Or else you will get burnt
Gotta count on me
Cause I can guarantee that I´ll be
fine”
Han pasado varios días y aún
sigo fascinada con los quince minutos más icónicos de la industria del
entretenimiento, me refiero al espectáculo de medio tiempo del Super Bowl. Y es
que en esta ocasión, la actuación de las legendarias figuras del rap
anglosajón, trascendió los límites del espacio musical para trasladarse al territorio
socio-político. La lectura más evidente es el reconocimiento que el showbiz le otorga al hip hop, pues a pesar de que dicho género musical ha roto
récords de audiencia, ventas y popularidad desde los años 90, nunca antes había
sido único protagónico del spotlight.
Sin duda, se salda una deuda con un sector social, aquel que no siempre tiene
voz.
El show fue liderado por el
proverbial Dr. Dre, iniciando con él emergiendo lentamente desde lo bajo, dentro
de un panel de consolas, hasta llegar a la cima del escenario; tal como lo hizo
en su vida el propio Andre Romelle Young (Dr. Dre), quien al ser hijo de padres
adolescentes, se abrió paso en el show bussines con base a perseverancia y
dedicación a la mayor pasión de su vida, la música. Su aparición tenía como
fondo el inicio de The Next Episode,
lo que emocionó sobremanera a todos los que crecimos en la década noventera.
Sigue la función con el
polémico Snoop Dogg, a quien me encanta ver ataviado con los colores de los
vencedores, Los Rams de Los Ángeles; y subrayo que mi emoción no viene de que
sea una aficionada a dicho equipo, sino del significado que individualmente le
atribuyo, me explico: en días anteriores el rapero amante del cannabis y de la
música regional mexicana, fue demandado por agresión sexual, y que no se me mal
interprete, si es culpable del delito, me alegrará que pague por ello, pero sin
duda resulta un triunfo para el estado de derecho que no se haya utilizado tal
acusación para convertirlo en otra víctima de la cultura de la cancelación,
violentando su presunción de inocencia y que con ello, nos haya regalado una
noche de buena música, baile y nostalgia.
Continuaron los éxitos
musicales con 50 Cent interpretando de cabeza, el clásico In Da Club, para darle paso a la enorme actuación de Mary J. Blige,
única mujer de la velada, lo que la hizo brillar aún más. En verdad se me
enchinó la piel al escuchar No More Drama,
letra por demás resiliente y que bien podría convertirse en un himno feminista.
Le siguió Kendrick Lamar con un histriónico Alright y una estrofa contestataria: “And we Hate pop-po”, acompañado de unos
bailarines con atuendo de carcelarios. Poderoso mensaje en contra de las
atrocidades y abusos policiales que ha sufrido la comunidad afroamericana.
El momento clímax lo alcanza
Eminem cuando al finalizar su Lose
Yourself, se arrodilló en claro homenaje a la protesta del quarterback
Colin Kaepernick, quien en 2016 popularizó el gesto para manifestarse en contra
de la violencia policial contra la comunidad negra y que más tarde también se
usaría en el histórico Black Lives Matter.
El enorme entusiasmo del momento lo personifica la sonrisa en el rostro de
Anderson Pack, quien estaba en la batería.
Broche de oro con Dr. Dre, en obvia
alusión a su papel de padrino de los
más exitosos raperos actuales y cantando una canción, que según la prensa,
solicitó la NFL fuera censurada, lo que no ocurrió y se cantó la estrofa prohibida:
“Still not wanting the police”.
Cuando las expresiones
artísticas trascienden orgánicamente los límites sensoriales y de reflexión
individual para alcanzar un espacio en la discusión socio-política de cualquier
colectividad, es que se está haciendo historia y eso es lo que justamente
presenciamos el pasado domingo, fuimos afortunados testigos de un elocuente discurso
de inclusión social, de libertad de expresión, de antirracismo, de equidad de
género y tolerancia. En tiempos de absoluta carencia de valores propios de una
sociedad democrática, atestiguar el poder transformador de la música, resulta
no solo sanador, sino esperanzador.
Ha sido una lectura placentera y me alegra que complementa la entrada anterior donde también se habló algo de racismo. De esta manera se van construyendo aprendizajes sobre un mismo tema.
ResponderEliminarComparto contigo esas emociones que nos hicieron sentir todos ellos, dignos representantes del género hip-hop....y ese gesto final de Eminem....WOW! Me encantó tu texto Diana! Saludos!
ResponderEliminarCómo siempre un gran texto. Es ver el Súper Bowl desde otro lugar. Me encantó.
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