Carta de José María Arguedas a Emilio Adolfo Westphalen
Lima, 15 de diciembre de 1958
Querido Emilio:
Estamos nuevamente en la patria, y sufriéndola.
Nos resulta ahora mucho más fácil comprender las quejas de quienes no podían y
no pueden reacondicionarse a nuestro medio y menos aún aprender a vivir en él. Es
verdaderamente un país bárbaro porque la fuerza bruta reina casi sin
limitaciones y la inteligencia y el derecho escrito apenas tienen importancia.
No se les hace caso. La miseria se nos aparece ahora como mucho más brutal,
porque la insolencia y la impunidad de los ricos no tiene límites. Frente a
estas cosas encontramos apenas compensaciones, a no ser los amigos y un poco
más las posibilidades de crear aunque no sea sino para uno mismo y los amigos.
Y algo más, lo que es sí una fuente segura de felicidad: la belleza del país.
¡Es formidable! Así se explica que vuelvan los amigos que como tú, ya no pueden
encontrar acá, sino el afecto de los viejos amigos y el paisaje verdaderamente
sublime.
Pensamos
en volver algún día.
¿Qué
te parece esta Inés Lucinda que te envió, esta “ochichomiesta” adorable que
ahora tendré frecuentemente frente a mí? Nosotros la encontramos idéntica al
original, en cuerpo y alma. ¿Qué nos dices de esa mirada, de esa infinita
inteligencia de los ojos?
Los ríos profundos debe haber salido en
estos días.
Te
envío el articulejo que escribí sobre París. Necesitaba exteriorizarme para
seguir viviendo.
Reciban Judith y tú todo
nuestro afecto y nuestro fraternal recuerdo:
José María
Tomado de El
Río y el Mar. Correspondencia José María Arguedas/ Emilio Adolfo Westphalen, Lima, FCE, 2011, pp. 196-197.
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