La política, Orwell y el nacionalismo

 


Por Alba Nidia Morin Flores

El pasado 6 de junio se llevó a cabo en México una de las jornadas electorales más grandes de la historia debido a la renovación de 21 mil cargos públicos entre gubernaturas, alcaldías, presidencias municipales y diputaciones federales. Dichas elecciones, de acuerdo con Lorenzo Córdova, consejero presidente del Instituto Nacional Electoral han sido “históricas” por la alta participación presentada en las urnas.

Sin embargo, la batalla política en el proceso electoral deja detrás de sí el asesinato de por lo menos 35 aspirantes a cargos públicos en al menos once estados de la República, además de la presencia de tácticas políticas recurrentes como la compra de votos, el desprestigio, la desacreditación y el ataque hacia los candidatos y partidos políticos. Tales prácticas se resisten a desaparecer de las contiendas electorales en México.

Lo más preocupante del asunto es que parece haber una alteración de la realidad por parte de los ciudadanos que, “comprometidos” con el país, colocan al partido o partidos de su preferencia más allá del bien y el mal al justificar y olvidar cualquier acto o hecho reprobable cometido por estos en el pasado. Dicha situación nos recuerda al ensayo escrito por George Orwell en 1945 titulado Notas sobre el nacionalismo en donde el británico expone los riesgos de este tipo de pensamiento.

El nacionalismo, sostiene Orwell incluye “…movimientos y tendencias…No significa lealtad a un gobierno o a un país…el pueblo judío, el islam, la cristiandad, el proletariado, la raza blanca son objeto de apasionados sentimientos nacionalistas” (1) En este orden de ideas, la pertenencia o “lealtad” a un partido político se encuentra dentro de lo que Orwell llama nacionalismo.

La problemática del pensamiento nacionalista es que se instituye como un hábito peligroso porque no se reconoce otro deber sino el de justificar las acciones llevadas a cabo por el partido político de preferencia: “Las acciones se tienen por buenas o malas, no por su propio mérito sino de acuerdo a quien las lleva a cabo, y no hay casi ninguna monstruosidad –tortura...falsificación, asesinato…- que no cambie su color moral cuando es perpetrado “por los nuestros”. (2)

Así, los ciudadanos hacen caso omiso y permanecen indiferentes a la realidad, olvidan los actos de corrupción, las desapariciones forzadas, el desvío de recursos, las reformas laborales y hacendarias en perjuicio del pueblo, así como el tráfico de influencias cometidos por algunos de los partidos políticos que ellos defienden, considerándose victoriosos porque “ganaron alcaldías o diputaciones” olvidando que el pueblo ha sido el perdedor histórico de las contiendas electorales y los verdaderos ganadores son las élites que gobiernan el país.

 

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(1) Orwell, George. Notas sobre el nacionalismo en Ensayos escogidos, México, Sexto piso, 2003, p. 18.

(2) Ibidem. p. 25.

 

 


Comentarios

  1. En mi opinión, a la población mexicana le hace falta una cultura de la legalidad y la ausencia de esta se refleja claramente en tiempos de elecciones. Por ejemplo el Partido Verde que compró “influencers” (y estos aceptaron) para que hicieran uso de sus redes sociales en donde mostraban su apoyo al Verde, lo cual repercutió a su favor. O también tenemos el caso de Félix Salgado quién fue acusado de violación e incluso amenazo al INE conque serían las últimas elecciones que organizarían, a pesar de lo anterior su hija fue electa en el estado de Guerrero cuando claramente quién tomará las decisiones será su padre. Lo más preocupante es la falta de reproche y la nula importancia que le da la sociedad mexicana a este tipo de actos pues los sigue permitiendo.
    Además de la cultura de legalidad, una sector del electorado (sino es que gran parte) carece de un pensamiento crítico pues a sus ojos los partidos que apoyan no se equivocan, es culpa de los otros partidos, de la oposición pero no de quienes ellos apoyan.
    Ese sentimiento de pertenencia, de hacer algo importante, de ser alguien, de identificarse con algo nos puede cegar de maneras insospechadas y peligrosas.

    Juan Pablo C.

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  2. Coincido completamente con tu comentario. Gracias por tu aportación.

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  3. Coincido completamente con tu comentario. Gracias por tu aportación.

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