Kafka, la literatura y la justicia
Por Diana Osmara Mejía Hernández
En la literatura no hay lugar para el silencio. La escritura es el espacio en el que se sueña y se sufre, es el imaginario al que acudieron Jane Austen, Jean Paul Sartre, Julio Cortázar y los grandes escritores para expresar su júbilo y desdicha. Otros, como F. Kafka, declararían con tono airoso: «yo soy la literatura» para reafirmar su condición de escritor y emplear las palabras como forma de autorrevelación, para expresar su individualidad y referenciar su mundo exterior. Esta labor, tan noble y personal, representaría para Franz “la lucha cotidiana que le es preciso sostener contra las cosas, contra los demás y contra sí mismo”[1] para vencer el tedio insoportable de la vida misma.
Comúnmente, su creación literaria nos remite a una verdad inusitada que a primera vista el autor mantiene oculta. Lo que expresa, aquello que nos entrega: todas las referencias kafkianas, las alegorías y los relatos, no son más que una revelación inminente de su soledad, su angustia humana, sus padecimientos y la repulsión hacia su profesión, de la que nunca consiguió escapar. Y así, mientras el lector va adentrándose en sus historias, es posible advertir una clara alusión a la actividad burocrática, al ejercicio de la abogacía, así como a las inconsistencias de la mecánica del poder en la aplicación del derecho.
Su literatura da cuenta, además, del carácter ficcional del derecho y su aparente finalidad por hacer justicia a los más débiles. Si uno observa con atención se dará cuenta que Kafka nos muestra que este valor supremo no es más que una ilusión que se encuentra representada por funcionarios corruptos que operan las leyes de manera mecanizada como meros aplicadores jurídicos, al mismo tiempo que nos muestra escenarios en donde se concibe al derecho como un instrumento que se agota en su mero aspecto formal y que no salva ni protege a nadie. En manuscritos como El proceso o En la colonia penitenciaria, se puede encontrar una interpretación de su idea de justicia desde la mirada de aquellos que padecen los efectos de este ejercicio.
En tales trabajos, Kafka
nos recuerda que esta fuente que legitima la existencia del derecho es una
categoría jurídica inexistente. Y si existe, es una justicia que aparece en
forma de autoridades que procesan arbitraria e injustificadamente a hombres
inocentes, como Joseph K., personaje de El proceso en donde se afirma
que “es propio de esta clase de justicia sufrir condena no solo siendo
inocente, sino permaneciendo además ignorante”,[2] es también “el modelo
aterrorizante de los castigos que el hombre inflige al hombre”[3] y que se personifica en un
dispositivo de castigo cuya finalidad es condenar de manera mecanizada sin
piedad ni sensibilidad, o bien, es aquel guardián que reprende y somete al
campesino mientras vigila con una conducta irreprochable el acceso a la ley.
Sin embargo, al mismo
tiempo que niega la existencia de una justicia noble y desinteresada, sus obras
permiten comprender que es el lector el que debe insertarse en los hechos desde
la neutralidad y empatía para alejarse de la visión técnica con la que operan
los funcionarios jurídicos en el escenario kafkiano. Esta será una concepción que
defenderá años más tarde la filósofa Martha Nussbaum con la idea del «juez
poeta». Al final, Kafka sugiere que, frente a los problemas de la condición
humana y la vida en sociedad, no solo hay que acudir al derecho, pues también
es posible entender a la justicia por medio de las historias que nos ofrece la
literatura.
[1] Blanchot, Maurice, De Kafka a
Kafka, traducción de Jorge Ferreiro, México, FCE, 2012, p. 98.
[2] Kafka, Franz, El proceso, traducción
de Miguel Sáenz, Madrid, Alianza, 2013, p. 65.
[3] Schmill, Ulises, La conducta
del jabalí. Dos ensayos sobre el poder: Kafka y Shakespeare, 2ª ed., México,
UNAM, p. 21.
La literatura es otro medio del derecho, es la vía que ilustra a la justicia y ayuda a los apasionados la comprensión de un mundo lejano, pero cercano a la vez. Lo interesante es ver cómo la frase " yo soy la literatura" es similar a la de "el Estado soy yo" frase que si refleja el mismo individualismo pero lleva una construcción retórica distinta junto con la accionaria.
ResponderEliminarEs un frase que no refleja un mundo exterior, impone un mundo interno que se piensa adecuar a un externo completamente diferente.
Claramente la obra de Kafka es una crítica contra el actuar de los operadores jurídicos (jueces, abogados, auxiliares, etcétera), su obra es reflejo de lo que él contempló, pues incluso hoy en día podemos oír casos de personas que fueron detenidas sin saber el porqué (verbigracia, el caso del documental de Presunto culpable) y esto a su vez refleja un reproche hacia el sistema jurídico.
EliminarEn mi opinión, uno actúa bajo lo que cree, por ende la definición de justicia que tengamos repercutirá en nuestro actuar como abogados/as u operadores jurídicos, por eso mismo no puedo estar de acuerdo con Kafka pues de estarlo no estudiaría Derecho ni le tendría fe a mi profesión.
Si bien puede haber autoridades corruptas, abogados soberbios e individualistas y un sistema jurídico que no facilita el acceso a la justicia, es uno quien puede marcar la diferencia, quién puede demostrar que no todo está mal actuando bajo los verdaderos principios del Derecho y el jurista, y en su caso ser la guía para aquel que necesite del Derecho (el cual es una creación humana y por tanto tendrá errores pero siempre se puede perfeccionar).
Es válido se critico y aceptar la podredumbre que pueda haber en la actividad burocrática y el ejercicio de la abogacía pero también hay que actuar, no todo es criticar.
Claramente la obra de Kafka es una crítica contra el actuar de los operadores jurídicos (jueces, abogados, auxiliares, etcétera), su obra es reflejo de lo que él contempló, pues incluso hoy en día podemos oír casos de personas que fueron detenidas sin saber el porqué (verbigracia, el caso del documental de Presunto culpable) y esto a su vez refleja un reproche hacia el sistema jurídico.
ResponderEliminarEn mi opinión, uno actúa bajo lo que cree, por ende la definición de justicia que tengamos repercutirá en nuestro actuar como abogados/as u operadores jurídicos, por eso mismo no puedo estar de acuerdo con Kafka pues de estarlo no estudiaría Derecho ni le tendría fe a mi profesión.
Si bien puede haber autoridades corruptas, abogados soberbios e individualistas y un sistema jurídico que no facilita el acceso a la justicia, es uno quien puede marcar la diferencia, quién puede demostrar que no todo está mal actuando bajo los verdaderos principios del Derecho y el jurista, y en su caso ser la guía para aquel que necesite del Derecho (el cual es una creación humana y por tanto tendrá errores pero siempre se puede perfeccionar).
Es válido se critico y aceptar la podredumbre que pueda haber en la actividad burocrática y el ejercicio de la abogacía pero también hay que actuar, no todo es criticar.
Juan Pablo C. S.
Una entrada que hace honor a este blog.
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