La carta que escribe Guamán Poma a su rey
Por Manuel de J. Jiménez
Hace unos días hablaba con mi amigo Paul
Guillén sobre la Nueva Corónica de
Guamán Poma. Solemos hablar a veces de literatura colonial peruana y mexicana.
Entre tanto, pensábamos el género literario en el que se basa el escritor
indígena para escribirle al monarca. Recordemos aquí que, al igual que otras
plumas de la época que buscaban la atención real, se amparó en una prerrogativa
consuetudinaria y medieval que otorgaba a los súbditos el derecho de
comunicarse de forma directa y sin intermediarios con su rey.
Sobre la tradición
textual, sin duda antes de iniciar siglo XVII, eran comunes en las Indias los
memoriales de agravios, mencionados por los especialistas, como posible modelo
para la voluminosa obra ilustrada de Guamán Poma, además de la literatura
epistolar y las relaciones de conquista que enviaron Cortés y Bartolomé de las
Casas a Carlos V y a Felipe II, respectivamente. Por extensión y contenido, se
puede pensar que quedan rebasadas las estructuras formales del ars dictaminis. Una carta tan extensa,
detallada e ilustrada gráfica y verbalmente así, era demasiado trabajosa para
ser leída por el soberano. Al final sucedió la paradoja que nos permitió
conocerla: fueron los dibujos que acompañaron al texto lo que salvó al
manuscrito de su desaparición y su rescate de la Biblioteca Real de Dinamarca en
1909.
Paul Guillén me hizo
notar que la Corónica está escrita
con un castellano no castizo y el autor, del que sabemos relativamente poco, redactó a
veces en quechua y otras lenguas. Esto se lo advierte a su rey desde las
primeras fojas. ¿Cómo era posible que un vasallo le escribiera a su soberano en
lenguas de indios? De inmediato me vino a la mente esa leyenda sobre cómo Juana
Inés de Asbaje, ante la selección de damas para la corte llevada a cabo por los
marqueses de Mancera, decidió recitar un poema en náhuatl. A caso era muy
arriesgado saludar al virrey, que era la cara y los oídos del rey en estas
tierras, con unos versos en lengua no cristiana. ¿Podría convertirse en una
falta de respeto y protocolo o, en su caso, una oportunidad inmejorable para
singularizar una recepción con los colores de estas tierras? En fin, además del
inconveniente del quechua, la Corónica se
refiere a un hipotético «cristiano lector», advirtió Paul. ¿Quién es el
destinatario verdadero y el narratario de la obra? Aún no lo desciframos.
En un sentido fundamental,
la Corónica está pensada para dar
cuenta al rey de vicios y abusos cometidos en el virreinato del Perú, por esta
razón, tiene una función política de justicia distributiva. Por otro lado,
buscaba dar pruebas de un cristianismo previo a la llegada de los españoles y, de
ese modo, trastocar la legitimación de la Conquista. Las letras del autor son
para emendar los «pecados» y las «herronías» aunque, en ese intento, ofrezca
una serie de cuadros y prácticas en torno al funcionamiento jerárquico de la
sociedad colonial que ha sido corrompida tanto en la república de españoles
como en la república de indios, ilustrada fatalmente con la famosa epífora “y
no hay remedio”. Quizás por eso, en su «prólogo al letor cristiano» Guamán Poma
remarca la importancia de la salvación de las almas en un mundo profundamente
injusto:
Gasté mucho tienpo y muchos años,
acordándome que a de ser prouechoso a los fieles cristianos para enmienda de
sus pecados y malas uidas y herronías y para confesarse los dichos yndios, y
para que aprenda los dichos sazerdotes para confezarlos a los dichos yndios y
saluación de las dichas ánimas y la dicha ynpreción y gozo de este dicho libro
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