Érase que se era un juez: una lectura de la labor judicial desde la cultura

 




Por José Ramón Narváez H.

No se imagina usted cuantas referencias hay en la cultura sobre la actividad judicial. Como dicen por ahí: una de las profesiones más viejas. Y es que parece que nos atrae bastante este complicado ejercicio que a lo largo de la historia se ha desarrollado a través de distintas directrices y bajo diferentes expectativas sociales. 

Es un juez inquieto y curioso, como Miguel Bonilla López quien se ha encargado de recabar una serie de pasajes y anécdotas sobre esta importante labor en su último libro "Érase que se era un juez: ilustración de virtudes y vicios judiciales en la literatura" (UBIJUS, México, 2021). 

Se ha quedado corto, porque el título haría pensar que el enfoque es tendiente a rescatar imágenes de la ética judicial en la literatura, pero no es así, es un caleidoscopio de imágenes y no sólo en la literatura sino en general en la cultura. Se mira una vocación de divulgación en los fragmentos y reflexiones adyacentes, hay un reflejo de las discusiones que el propio autor se ve ha generado en redes sociales.

Cuestiones como la independencia judicial, el debido proceso, la interpretación constitucional, derecho probatorio; van ilustrándose a través de pasajes cotidianos entremezclados con la cultura libresca del abogado; algo así como los juristas decimonónicos hacían antaño, combinando, el ejercicio de la profesión, con la docencia y el periodismo.

Hay cita además a filósofos contemporáneos, las dosis suficientes para provocar al lector la posterior consulta de obras como la de Hannah Arendt, o literatos como Ítalo Calvino o algunos más mainstream como John Grisham. Clásicos como Aulio Gelio, Homero, Platón, Séneca o Aristórteles.  

Hay versos y hasta una estrofa de una canción de Silvio Rodríguez, y creo que hasta se podría hacer la extrapolación al cine porque algunos autores fueron adaptados a la pantalla grande como Harper Lee, John Grisham y Mario Puzo.

Se ve el amor de un estudioso por su profesión y la búsqueda de sentido de la misma. cada vez es más difícil encontrar a un juez con una alta sensibilidad cultural, como es el caso del autor. 

Por último, agradecemos a Miguel Bonilla que haya citado nuestro joven blog en el que es colaborador, y le deseamos mucho éxito en la divulgación de sus ideas y en especial en el de su flamante texto.

¡Enhorabuena! 


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