Las Vacas Sagradas



Dr. Chilakill

Cuando comenzó el semestre en la Facultad de Derecho, tenía que pensar con qué profesores debía inscribirme, para convertirme en un reconocido jurista, como muchos de los próceres de la educación, que nos favorecen con su presencia.

Se decía que el Doctor A, era un especialista de la interpretación y que tenía un gran reconocimiento en en una universidad española. Pero cuando analicé su trabajo, no me pareció algo extraordinario, sino un remedo de los exegetas alemanes, y una imitación muy pobre de la hermenéutica inglesa. Por lo que descarté a ese profesor, pues aunque se ve bonito en el papel el mencionarlo, es como un sticker de unicornio con colores llamativos que colocas para resaltar una nota.

Luego, observé que de nuevo estaría el Dr. C., un “caballero” que se cuenta se apropiaba de las investigaciones de sus becarios y colaboradores; que publicaba libros a granel, de todos los temas, pero sin generar una escuela o una idea propia. Sus trabajos eran muy básicos, un corta/pega de las ideas de los autores españoles e italianos, pero que en sus trabajos no observa los precedentes del common law o utiliza apropiadamente el derecho comparado. Además, había inaugurado su centro de negocios educativo, y bueno, como buen catalán, sabía hacer negocios, contratando a personas con reconocido prestigio, y con esto, seguir engordando su ego y sus bolsillos.

También, estaba el Dr. G. que regresaba después de haber sido juez en un tribunal nacional. Un sujeto que me decepcionó cuando escuche que se autonombró “el padre del derecho político”, pero que en su carrera previa a la judicatura había sido especialista en materia familiar. Sus libros contenían su ciencia, pero sin consciencia (pues trataba pésimamente a su equipo), y una persona así, no puede ser buen profesor.

Al final de la lista (más no de los listos), estaba el Dr. F., se colocaba como el non plus ultra hiper mega super plus maxi del derecho procesal constitucional, pero sus textos no eran más que compilaciones, coordinaciones de ideas de otros autores o simplemente engaña bobos que le compraban su película de bajo presupuesto mental. Un tipo que le gustaba hacer dineros con la docencia, pero que abusaba de los débiles mentales, de los ignorantes jurídicos, de los cándidos legales y de los bisoños estudiantes de leyes. 

En ese momento comprendí, que esas vacas sagradas como los llamaban, más bien eran unos bueyes mortales, que gozaban de privilegios y canonjías con base en su “renombre” y “fama artificial”, pero que se sostenían porque había bastantes fanáticos ignorantes, que intentaban ser como ellos, sin darse cuenta, que cada uno de los estudiantes de las ciencias jurídicas puede construir su criterio y opinión a partir de su raciocinio, y no porque, magister dixit.


Comentarios

  1. Este artículo refleja una triste pero verdadera realidad. Muchas veces nos dejamos llevar por los cargos de los maestros y la verdad es que eso no refleja su conocimiento en área o su comportamiento como personas.

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  2. Es totalmente cierto, en los Curriculum aparecen como estrellas del derecho y cuando tomas clases con ellos, deja mucho que desear, unos se ponen a divagar, otros no dan la clase, me duele mucho que esta clase de profesores se hagan llamar maestros, un maestro no divaga, no dice comentarios sin sentido, no presume. Simplemente da catedra. 1Valores 2Conocimientos 3Compromiso. y claro asi como exigimos MAESTROS a su vez se exigen ESTUDIANTES para el exito compartido en la facultad e incluso en la vida diaria.

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  3. No hay que fanatisarnos u obsesionados con renombres y cargos, posiblemente no sean la mejor opción en la mayoría de las ocasiones. Sin duda cuando inicias la carrera descubres un nuevo mundo, no entiendes aún muchas cosas pero te emocionan el Dr. X,Y o Z y con el tiempo breve descubres otro panorama.

    No es decepción en totalidad, es contrucción de criterio y raciocinio para ver qué del alumno depende el exito y el constructivismo su mejor aliado.

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