El rey sabio de Gibran Kahlil Gibran y la cordura en el Derecho


 


Por: María Concepción Juárez Castro


Había una vez, como muchas otras ocasiones, un rey poderoso y sabio que gobernaba la ciudad de Wirani. En el centro de esa ciudad, se hallaba un único pozo de agua cristalina que servía como fuente hídrica para todos los habitantes, incluyendo al rey y sus cortesanos. Una noche, una bruja vertió una pócima al pozo y lanzó un conjuro: “quien beba este líquido caerá en la locura”. A la mañana siguiente, todos los habitantes de Wirani bebieron del pozo y enloquecieron, con excepción del rey y de su chambelán. Entonces, el pueblo comenzó a murmurar: “el rey y su chambelán han perdido la razón, están locos”. El monarca, temeroso de ser destronado ante la desconfianza de sus súbditos, ordenó que aquella noche le sirvieran agua del pozo en una gran copa de oro. Tomó la copa entre sus manos y la bebió, inmediatamente la pasó a su chambelán para que hiciera lo mismo. Cuando el amanecer llegó, el pueblo de Wirani celebró que todo hubiera regresado a la normalidad, pues el rey y su chambelán habían recobrado la razón.[1]

¿Qué tan perspicaces somos los seres humanos para notar cuando alguien ha perdido la razón? Históricamente se ha excluido a quienes viven una realidad distinta y enigmática a la perspectiva mayoritaria, los hemos llamado locas y locos. Con el paso de los años, se ha comprendido que la salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, más allá de la simple ausencia de afecciones y enfermedades.[2] En particular, la Organización Mundial de la Salud ha precisado que la salud mental es determinada por factores sociales, psicológicos y biológicos; requiere de entornos y condiciones que propicien bienestar y que permitan adoptar y mantener modos de vida saludable para las personas.

En el Derecho también se segrega a quienes parecen haber perdido la razón, a quienes intentan explorar más allá de lo dado, a quienes defienden la justicia con argumentos inusuales, a quienes provocan nuevas formas de reflexionar y de criticar, a quienes rechazan las condiciones estructurales, y a quienes proponen herramientas e instrumentos novedosos para enseñar y acceder a lo jurídico. En algunos casos, las y los operadores jurídicos terminamos convirtiéndonos en el rey sabio de Wirani y cedemos a beber de las fuentes y las corrientes jurídicas tradicionales para permanecer en el reino. Asumimos al Derecho como un hechizo que ha “banalizado la injusticia, creemos que eso es lo correcto, lo creemos así por idiotas o peor aún, convencidos que somos los únicos que tenemos la verdad absoluta”.[3] En otras ocasiones, aceptamos que lo jurídico se ha transformado y adoptamos “un sentido de incomodidad y no-conformismo con respecto a nuestro presente, un presente que no deseamos perpetuar porque creemos que merecemos algo mejor”.[4]

Así es el mundo jurídico, a veces conservador y a veces reaccionario. Sin embargo, lo que más importa es que pueda adaptarse, que no permanezca abstracto y anacrónico, sino que fomente la creatividad, la emotividad, la flexibilidad y la sensibilidad ante los cambios socioculturales. Para ello, es clave que las y los educadores adopten otras formas de enseñanza y el compromiso de generar abogados y abogadas capaces de saciar la justiciabilidad que requiere nuestra sociedad. Ejemplo de ello ha sido la incursión de lo jurídico en la literatura, en la poesía, en la cinematografía, en el teatro, en la música y en otras expresiones artísticas.[5]

Habrá que buscar nuevas fuentes y corrientes jurídicas, unas que no estén hechizadas, sino que desafíen las limitaciones de nuestro conocimiento actual y que posibiliten. Lo que nadie nos dice sobre los cambios es que se manifiestan hasta que somos conscientes de esa transformación. El Derecho requiere ya de una concepción problematizadora, que potencie a las personas como seres.

James Cowan escribió “me vi enfrentado a la visión del mundo de otro hombre y entré en contacto con apreciaciones completamente distintas a las mías (…) A medida que traducía sus palabras fui empezando a pensar que ninguno de los dos poseía la hegemonía de la verdad”.[6] Ni las posturas predominantes y tradicionales, ni las innovadoras y contextualizadas son poseedoras de la verdad, como tampoco lo fue el pueblo de Wirani.

La próxima vez que nos acerquemos al Derecho habrá que preguntarnos si hemos bebido del agua del pozo o se está esperando que lo hagamos. La concepción problematizadora del Derecho es renunciar a lo que hemos aprendido que somos y a lo que nos han enseñado que debemos ser, arriesgarnos a perder la cordura. Al adoptar una nueva postura epistémica de lo jurídico, reaprendemos a relacionarnos con el mundo, a contextualizarlo, a comprenderlo, a problematizarlo, a defenderlo y a solucionarlo.

 



[1] El libanés Gibrán Khalil Gibran escribió este cuento en 1918 como parte de su libro “El loco”, una serie de relatos narrados por un personaje que asumió haber caído en la locura.

[2] Organización Mundial de la Salud, Salud mental: fortalecer nuestra respuesta, 30 de marzo de 2018, [en línea], <https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/mental-health-strengthening-our-response>, [consultado el 7 de diciembre, 2020].

[3] Narváez Hernández, José Ramón, Argumentar de otro modo los derechos humanos, México, CNDH, 2015, pp. 22-23.

[4] De Sousa Santos, Boaventura, “Epistemologías del Sur”, en Utopía y Praxis Latinoamericana, Revista Internacional de Filosofía Iberoamericana y Teoría Social, año 16, núm. 54, julio-septiembre 2011, p. 20.

[5] Al respecto, José Ramón Narváez propone un modelo constructivista en la enseñanza jurídica. Señala que el cine y la literatura, por ejemplo, pueden transmitir conocimientos y sensaciones que trasciendan a la práctica jurídica. Cfr. Narváez Hernández, José Ramón, op. cit., p. 78.

[6] Cowan, James, El sueño de un cartógrafo, Barcelona, Península, 1997, citado en Ghiso, Alfredo, “Potenciando la diversidad (Diálogo de saberes, una práctica hermenéutica colectiva), en Boletín Electrónico Surá, núm. 54, enero 2001, nota 2.


Comentarios

  1. Creo que es fundamental entender que el mundo del derecho no es tal cual algo rígido, absoluto e imposible de modificar debido a que se encuentra escrito y por tanto es lo que debe seguirse al pie de la letra , porque bien se ha demostrado que el derecho necesita de otras ciencias, que nos ayuda a darle una perspectiva distinta y a recordar que no hay un camino recto sino uno lleno de muchas variables.
    Karla Orozco

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