Asonancias para las pusilánimes causas de las desigualdades
Por Oscar Armando Rico Chávez
¿Cómo puede ser que hayan personas con tanto, mientras
hay personas con tan poco? ¿Qué no es una injusticia evidente y evitable?
De algún modo, como humanidad, nos la hemos estado
ingeniado para persistir con esta realidad y diseminarla por medio mundo. Aún a
pesar del tan “avanzado” estadio actual del conocimiento. Y no sólo solapamos,
sostenemos y esparcimos un cáncer de disparidad en cuanto a la posesión de
bienes, sino que uno de desigualdad para tantas cosas: acceder a la justicia,
recibir atención sanitaria, vivir sin violencia, tener trabajo, recibir educación,
etc.
¿Cómo hemos alcanzado semejante “logro”? No sé
bien, supongo que hemos avanzado más en un sentido que en otros. Avanzamos más en
eso de eficientar, adular y rumear, que en vivir como comunidad, como naturaleza
y como seres auténticos. Andamos más sobre la santurrona línea de la ciencia que
por las diversas rutas de los saberes y de la propia marea.
Y redacto así, refiriendo el paso del tiempo, pues escribo con el eco de un añoso poema en la cabeza; uno que versa, desde el siglo XIX mexicano, sobre criterios y deberes que si les tuviéramos efectivamente institucionalizados, no nos permitirían languidecer por el cambio de esta realidad que nosotros mismos causamos. Aquí las “Asonancias” de Salvador Díaz Mirón:
Sabedlo,
soberanos y vasallos,
próceres
y mendigos:
nadie
tendrá derecho a lo superfluo
mientras
alguien carezca de lo estricto
Lo
que llamamos caridad y ahora
es
sólo un móvil íntimo,
será
en un porvenir lejano o próximo
el
resultado del deber escrito
Y
la Equidad se sentará en el trono
de
que huya el Egoísmo,
y
a la ley del embudo, que hoy impera,
sucederá
la ley del equilibrio
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