Algunos apuntes poéticos sobre la Justicia

 


Sergio Pérez Torres

 

XXXII

Tras el significado de su nombre:

¿quién es mi juez?

Lo que es justo crece en el invierno como un aniquilar de hojas;

cada muerte nueva lanza anzuelos

para que la vida entone su canción:

no escuchar al silencio no significa que no existe.

 

XXXIII

La justicia cubre su mirada

porque tiene huecas las cuencas de los ojos,

es así como se mira lo invisible:

formando sueños como barcos estelares,

–un ancla es un silencio que sopla en el corazón–.

Quiero saber si él se quedará esta noche

y el foso es lo suficientemente otro

para equilibrarlo con lo que estalla en este mundo.

 

XXXIV

Lo que es justo es una lengua desconocida

en la que los leones rugen como un silencio,

no parece comprender lo que pasa en las sombras,

se acostumbra al sol como yo al hambre.

¿Pero es justo que yo caiga en mi propio foso,

que no pueda ver una salida de emergencia,

una soga para escalar como esperanza

o para atarlo a los leones que hay en mí?

Lo que es justo es su nombre suave

que me deshace los labios al pronunciarlo,

una pluma que escribe la palabra blanco

con la negrura de su sangre que no volverá a correr.

 

XXXV

Hay días más largos que las noches en mis ojos,

luego el año avanza y cambian de lugar,

extiendo los brazos al viento, pero se me rompe la balanza,

extiendo mi mano con mi corazón habitado por leones.

Quizás lo que es justo es invisible a los hombres,

pero quiero ver su cuerpo encima de mío.

Tal vez la justicia no existe pero su nombre sí.

 

XXXVII

¿Si Dios fuera mi juez y mi justicia

mediría con su balanza en la mano izquierda

y daría su veredicto con la espada en la derecha?

¿Quién juzgaría indulgentemente el modo en que tejo sueños

y suspiros y desvelos y latidos y hambre y sed

y frío que me quema,

todo unido en un hilo con el que sólo bordo un nombre,

él sobre la tela oscura, interminable

que es el foso adentro de mí?

¿Fue Dios en su justicia quien puso el foso

y luego los leones rugiendo,

flotando sin conocer la gravedad de sus acciones?

¿Dios me castigará por desearlo

más de lo que se debe desear a un hombre

o este deseo que arde mientras me enfrío

es el castigo de algún acto más atroz?

 

De La heráldica del hambre

Comentarios

Entradas populares de este blog

Reseña de la obra "Paco Yunque" de César Vallejo (1892- 1938)

El color del cristal con que se mira: el uso de las máximas de la experiencia en los juicios

El populismo punitivista en Harry Potter