No sabemos dónde andará la justicia
Por Alba Nidia Morin Flores
La muerte tiene permiso,
una prominente obra de la cuentística mexicana escrita en 1955 por Edmundo
Valadés (1915-1994), adquiere especial relevancia porque desde la óptica
literaria critica la justicia legalizada respecto a su demora e inaccesibilidad
y, simultáneamente la enfrenta con la justicia “primitiva” o justicia por
propia mano.
El
cuento comienza narrando cómo un grupo de ejidatarios (catalogados de
ignorantes e incivilizados) congregados en asamblea, cansados de la falta de
solución a sus problemáticas, así como de los abusos y arbitrariedades cometidas
por el presidente municipal, solicita permiso a la autoridad para matarlo, acusándolo
de: i) robar tierras; ii) aumentar impuestos; iii) asesinar; iv) cerrar el
canal de aguas; y v) secuestrar y violar a dos jovencitas.
Hasta
dicho momento narrativo, la petición planteada parece irracional debido a la
prohibición expresa en la ley de hacerse justicia por su propia mano. Sin
embargo, el lector es sorprendido no solo al enterarse del consentimiento de
las autoridades para terminar con la vida del presidente municipal, sino por las
palabras finales del representante de los ejidatarios: “gracias por el permiso,
porque como nadie nos hacía caso, desde ayer el presidente municipal de San
Juan de las Manzanas está difunto.”
Desde
nuestra lectura, el final del cuento constituye una crítica realista hacia el
acceso y la temporalidad de la justicia legalizada, además de incluir una honda
reflexión en torno a la motivación de hacer justicia por nuestras propias manos.
Edmundo Valadés profundiza sobre la justicia “incivilizada” de los ejidatarios
manifestada en el cansancio y la desesperación de no encontrar soluciones a las
constantes problemáticas planteadas ante las autoridades responsables de
impartir la justicia.
Así,
La muerte tiene permiso es una
lectura actual; basta leer los periódicos para advertir el hastío y cansancio
de gran parte de la sociedad ante la falta de solución a sus demandas. Ejemplo
de ello, son los recientes videos difundidos mediante redes sociales en donde
usuarios del transporte público golpean, amagan y someten asaltantes,
posiblemente hastiados de esperar el cumplimiento de las leyes y la
manifestación de la justicia legalizada. Tal vez las providencias sean las que
estamos viviendo actualmente: “como nadie nos hace caso, que a todas las
autoridades hemos visto y pos no sabemos dónde andará la justicia, queremos
tomar aquí providencias.”

Debido a la ineficiente actuación de la leyes, se esta aplicando nuevamente el Código Hammurabi, "La Ley del Talión".
ResponderEliminarGracias
Me parece una lectura muy acertada, que a pesar de no ser tan actual refleja toda la problemática sucitada durante muchos años en los que la impunidad ha hecho un cúmulo de desesperanza para quienes aclaman justicia. Te felicito tití x todo tu esfuerzo y dedicación que se ve plasmado, saludos
ResponderEliminarResulta interesante como se expresa que el "pueblo" al no tener bases sólidas de justicia, su respuesta es actuar por cuenta propia, sumando a esto los factores ambientales como la falta de acceso a la educación y así como incluso quien se supone está en el poder decide terminar la vida de un peón más en la escalera.
ResponderEliminarSobre todo resaltar la idea de que la justicia social se vuelve una respuesta natural del hombre al actuar de manera impulsiva ante cualquier acto que le parezca injusto omitiendo la mayoría de veces un proceso jurídico que le ayude a la búsqueda de una solución mas viable debido a la ineficiencia de los mismos.