América Latina, su literatura y la resistencia a la injusticia
Por Alba Nidia Morin Flores
El
arte es connatural al ser humano, desde los tiempos primitivos la actividad
creadora ha constituido una de las expresiones imprescindibles para el hombre. La
literatura, dentro de las bellas artes, se erige como la manifestación
artística a través de la palabra oral o escrita; palabra que para sociedades
como la nuestra durante mucho tiempo fue dominada, negada y acallada.
Ante
tales circunstancias, la literatura en América Latina no ha cumplido (ni debería
cumplir) la misma función respecto a otras sociedades, pues el escritor escribe
desde su propio locus de enunciación
que transforma a la literatura de una simple forma de expresión estética, a una
forma de denuncia y resistencia a la injusticia vivida en nuestro continente.
Ante
el cierre de los canales de expresión y la constante discriminación,
injusticia, pobreza, desigualdad y explotación, la literatura constituye uno de
los pocos espacios a través de los cuales se visibilizan las problemáticas de
la región.
Así,
autores como Augusto Roa Bastos, Juan Rulfo, José María Arguedas, Miguel Ángel
Asturias, Juan Carlos Onetti, Mario Beneditti, Isabel Allende, Alejo
Carpentier, Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Julio
Cortázar entre muchos otros, a través de la ficción, hacen emerger en sus obras
realidades latinoamericanas comunes.
Piénsese
en obras como El Señor presidente (1946) de Miguel Ángel Asturias,
Yo el supremo (1974) de Augusto Roa
Bastos, El otoño del patriarca (1975)
de Gabriel García Márquez o La fiesta del Chivo (2000) de Mario Vargas Llosa, cuyas temáticas constituyen profundas
reflexiones en torno al poder dictatorial en la región, creando con ello la
novela del dictador; subgénero literario propio de América Latina.
En
síntesis, la literatura en nuestro continente constituye un instrumento
subversivo, una forma combativa de resistirse a la injusticia, al abuso y las
arbitrariedades, una manera de sacar a la luz hondas verdades lastimosamente
vividas, un modo de concientización necesario para el cambio, pues como señala Eduardo
Galeano:
“Al interpretar la realidad, al redescubrirla,
la literatura puede ayudar a conocerla. Y conocerla es el primer paso para
empezar a cambiarla: no hay experiencia de cambio social y político que no se
desarrolle a partir de una profundización de la conciencia de la realidad.” (1)
(1)
Galeano, Eduardo, “Diez errores o mentiras frecuentes sobre literatura y
cultura en América Latina”, Nueva
Sociedad, Núm. 56-57, septiembre-diciembre, 1989, p. 79.
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