Una jueza muy pintoresca (relato)
Por Carlos Manuel Rosales
Elena era una
mujer que había hecho dos carreras profesionales, una en arte y otra en leyes.
Pero su pasión por la estética determinaba su sentir y diario quehacer, por lo
que sus obras judiciales tenían fundamentos que retomaba de diversos genios de
la pintura.
Cuando recién
empezó sus trabajos eran muy iconoclastas, pues empezaba a conocer las técnicas
y elementos necesarios del trazo; pero le gustaban sus primeros bocetos, porque
todavía no estaba sujeta a las órdenes de quehacer. Pronto comenzó su
transformación, para notar que las formas eran importantes, tuve un modelo a lo
Berlioni, ya distinguía los espacios y las imágenes en un contexto equilibrado,
muy a la Da Vinci. Luego, apareció su periodo de madurez, su realismo impresionista
retrataba el acto en sus obras, su etapa Rembrandt, se podría considerar. Sin
embargo, la jueza tuvo un tiempo de tormentas en que su alma, chocaba entre la
fantasía que alguien le provocó y las olas que generaba un monstruo, este fue
su periodo azul como Monet y Picasso.
Después, nuestra
artista creció, se dio cuenta de su grandeza, y tenía dos girasoles y un rosal en
casa que la hacían pensar en la belleza del mundo, por lo que decidió
arriesgarse a retomar sus artes, por lo que ya juzgaba el realismo y criticaba cómo
era el trabajo de los demás. De esta forma, empezó a trazar nuevas líneas como
Pollock, en el que las ideas se exponían, pero que era inalcanzable para la
mayoría observar sus nuevas técnicas.
Hoy la miro, con
más trabajo. Sus obras empiezan a llamar más la atención en la academia y sé,
que muy pronto, habrá más Luz, y sabrá hacer un equilibrio con las sombras.
Ella tiene esa magia y toque divino, que combina la belleza y el encanto que
provoca, su inteligencia y su corazón. Cada día, es un lienzo, y cada quien
pone los sentimientos, selecciona los espacios, decide las formas y decide los
colores.
Nadie nace sabiendo o dominando algo.
ResponderEliminarLa práctica hizo a la maestra en este caso. Cada día es lienzo en el sentido que siempre estamos rodeados de cosas, momentos, lugares, sentimientos, aromas, colores, sabores y sueños que nos hacen crear e imaginar cosas que no creemos ser capaces de alcanzar. Se debe dejar el miedo de lado y empezar a sentir lo que la vida para dejar fluir la creatividad y, sobre todo, hacer con el corazón para que de la pasión la obra más allá de la belleza tenga un toque amor.