Nellie Campobello: Hiperrealismo y Justicia

 



Por José Ramón Narváez H.


María Francisca Moya Luna o mejor conocida como Nellie Campobello nació el 7 de noviembre de 1900, en Villa Ocampo, Durango. Se trasladó a la Ciudad de México en 1923, ahí se relacionó con intelectuales y artistas, siendo ella misma una, muy reconocida y querida. En 1931 fundó la Escuela Nacional de Danza, que dirigió por varios años, tenía, como se dice, la música por dentro. En 1943 creó el Ballet de la Ciudad de México, pero era inquieta y una gran intelectual por eso investigó y publicó en colaboración con su hermana Gloria Ritmos indígenas de México en 1940, una cartoenografía musical, que valora las culturas indígenas a partir de sus narrativas que surgen de los sonidos y los movimientos; de los compases y los gestos; una riqueza inaudita que se nos ha escapado.

Pero ahora quiero referirme a su obra Cartucho. Relatos sobre la lucha en el norte de México publicada en un muy temprano 1931, la primera visión literaria y de cualquier tipo de la Revolución hecha por una mujer. Es la voz de una niña que cuenta cartuchos “historias”, pinturas que conforman un collage sobre la guerra y la muerte, sobre la falta de justicia que llevó a mujeres y hombres a buscar un mejor futuro, sufriendo injusticias; no existe el debido proceso, no hay un derecho humanitario que media, son las reglas del frente, es la justicia revolucionaria.

Su narrativa es hiperrealista (la exacerbación de la crudeza, el más allá de la realidad) a nadie deja indiferente su relato Desde una ventana…

Dos niñas viendo abajo un grupo de diez hombres con las ar­mas preparadas apuntando a un joven sin rasurar y mu­groso, que arrodillado suplicaba desesperado, terriblemen­te enfermo se retorcía de terror, alargaba las manos hacia los soldados, se moría de miedo. El oficial junto a ellos, va dando las señales con la espada, cuando la elevó como para picar el cielo, salieron de los treintas diez fogonazos, que se incrustaron en su cuerpo hinchado de alcohol y cobardía. Un salto terrible al recibir los balazos, luego cayó manán­dole sangre por muchos agujeros. Sus manos se le queda­ron pegadas en la boca. Allí estuvo tirado tres días; se lo llevaron una tarde, quién sabe quién.

Como estuvo tres noches tirado, ya me había acos­tumbrado a ver el garabato de su cuerpo, caído hacia su izquierda con las manos en la cara, durmiendo allí, junto de mí. Me parecía mío aquel muerto. Había momentos que temerosa de que se lo hubieran llevado, me levantaba co­rriendo y me trepaba en la ventana, era mi obsesión en las noches, me gustaba verlo porque me parecía que tenía mu­cho miedo.

Esta convivencia con la muerte y a la vez con la vida, no saber si seguimos vivos; hay quien dice que Rulfo no hubiera sido posible sin Nellie y por lo tanto Paz, incomprensible sin este antecedente.

Pero la historia no se detiene ahí, Campobello fue secuestrada y presumiblemente torturada, hay quien dice que si hubiera sido hombre eso no hubiera pasado, lo cierto es que nadie preguntó por ella por largo tiempo, a pesar de su aportación a la cultura y las artes. La Revolución no le hizo justicia, desaparecida, murió el 9 de julio de 1986, en Progreso de Obregón, estado de Hidalgo, y una década más tarde supimos el contexto tan injusto en el que falleció, quizá corrió una suerte similar a la del desarrapado que fue fusilado delante de la ventana indiscreta de la niña.

El relato de la justicia en México, es así, injusticia, es su-realista, hiper-realista; es algo incomprensible que sólo colocándose en otra dimensión, la de los muertos, puede tener algo de sentido.  


Comentarios

  1. Considero que Campobello, junto con Ámparo Dávila, Inés Arredondo y Guadalupe Dueñas, forma parte de un grupo de escritoras mexicanas que fueron relegadas por ese machismo de la élite intelectual que siempre las consideró autoras menores en comparación con sus pares hombres. Pero, afortunadamente, en recientes años se han "redescubierto" sus obras y con ello, una nueva generación de lectores (con menos prejuicios), podrá conocer la temática que abordan y adentrarse en sus relatos.

    Gracias por este pequeño y preciso apunte sobre Nellie Campobello.

    @heicke

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  2. Una prueba más de que la justicia, o la injusticia, se imparte de forma desigual entre distintas sectores y poblaciones y de como la sociedad incluso al paso del tiempo las revictimiza.

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  3. José Ramón, no había leído esta entrada. La narración hecha por la niña nos habla de la cotidianidad de las atrocidades que se presenciaban en la época de la revolución. Su narración no es una argumentación de un adulto racional, crítico, es la voz de la inocencia. Eso permite que sea el lector el que juzgue, pues ella solo nos ofrece una descripción de los hechos. Una descripción construida con el vocabulario de la niñez y que nos hace sentir que asistimos a los hechos.

    Muy triste su muerte. Injusto para quien sintió tanta conmiseración por los soldados.

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