La verdad literaria se superpone a la verdad histórica: Cien años de soledad.
Por Paula Nathalia Correal Torres
Gabriel García Márquez siempre estuvo
conectado con la realidad atroz de Colombia, la narración de la masacre de las
bananeras, más allá de la exageración en la cifra de muertos que viajaban en el
tren rumbo al mar para ser desechados como “el banano de rechazo”, refleja el
aplastante poder del capital en un país cuyos gobernantes prostituyen su labor
y gobiernan para algunos, no para todos los colombianos.
El relato de Macondo perforó la sensibilidad
de los nacionales, cuestionó el olvidó y la normalización de la violencia
sistemática que hemos enfrentado desde hace muchas décadas, tanto así que la
cifra de muertos en la masacre de las bananeras, señalada por el realismo
mágico, es la que se conserva en la memoria colectiva del país. Resulta
paradójica la renuencia de los colombianos a aceptar las cifras oficiales, que
han variado desde la minimización de los gobernantes en turno, cuyo reporte
indica el hallazgo de 3 cadáveres, hasta los más “arriesgados” que señalan un
máximo de 17 cuerpos.
Gabo mencionó en una entrevista las razones
que lo motivaron a exorbitar el número de muertes: “cuando me encontré que
realmente no era una matanza espectacular en un libro donde todo era tan
descomunal como en Cien años de soledad,
donde quería llenar un ferrocarril completo de muertos, no podía ajustarme a la
realidad histórica”(entrevista para un medio televisivo británico en 1990). Sin
embargo, si se revisa cuidadosamente la realidad colombiana resulta evidente
que la muerte de 3 personas no haría mella en el discurrir histórico, menos se
instalaría en la memoria colectiva, pues se trata de un país donde la muerte es
parte de la cotidianidad y se ha intentado normalizar la violencia al punto de
requerir cifras que dimensionen una gran catástrofe para despertar la inquietud
social y movilizar a la población.
Por la defensa de los derechos de los
trabajadores, del medio ambiente y en general de cualquier derecho humano, en
Colombia se arriesga la vida, basta con dar un vistazo a los medios de
comunicación nacionales e internacionales para enfrentarse a la realidad de los
asesinatos casi diarios a líderes sociales. Cien
años de soledad fungió como una profecía que acumuló en un solo evento los
asesinatos en nombre del progreso y patrocinados por el capital que se han
venido dando después de la masacre de las bananeras.
No podemos olvidar las palabras de Enrique
Serna en la posdata de la novela el vendedor del silencio, “Por caminos
divergentes, la historia y la novela histórica se complementan en la tarea de
mostrar los diferentes ángulos de una verdad poliédrica. La historia dice “así
fue”; la novela propone ´así pudo ser´”. Y yo agregaría que la novela anunció
“así seguirá siendo en un país sin memoria el asesinato en nombre de los
intereses privados”.
Excelente lectura, me gustan los libros de García Márquez, y en especial, Cien años de soledad.
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